Agentes de cambio: la importancia de comprender a los alumnos como los nuevos protagonistas
Vivimos como nunca una era de hiperconexión ¿Las nuevas generaciones acceden y consumen más información que quienes tienen la tarea de enseñar? En este contexto, ¿cómo cumple su rol hoy la comunidad educativa? Este fenómeno, ¿invierte los roles de la enseñanza tal como la conocemos? OSDE reflexiona en esta nota sobre los nuevos desafíos que crecen junto a este nuevo paradigma social.

¿Cuántas veces nos pasó que contamos algo novedoso a alguien más joven y nuestro relato terminó siendo un dato aburrido y ya conocido? Son esos momentos en los que pensamos “yo a su edad no lo sabía…”.
Esta situación se repite cada vez más, y es que hoy el acceso a la verdad, si es que existe una, es tan cercano, rápido y efectivo, que el mundo que sabíamos desconocido y complejo, hoy se presenta sin distancias, sencillo y familiar.
El avance de la tecnología y el auge de la digitalización a nivel global nos obliga a considerar un nuevo diálogo, también, en el ámbito educativo. Indudablemente es preciso repensar la relación entre quienes tienen la tarea de enseñar y quienes reclaman el conocimiento de la misma forma en la que lo consumen cada día a través de diversos dispositivos.
Analizamos este nuevo paradigma, uno que nos demanda adaptarnos a un sistema que se refina y efectiviza con el paso de los días, y que con su avance precisa el diseño de nuevas formas y estrategias.
Preguntas que deberíamos hacer
En un nuevo orden social en el que la información es casi ilimitada, cambiante y su acceso simple e inmediato, ¿los roles dentro del sistema educativo se modificaron?
El conocimiento es cambiante y se posiciona en un lugar de constante crecimiento en múltiples plataformas a las que las nuevas generaciones acceden con velocidad, ¿esto nos obliga a reestructurar el sistema educativo en sus antiguas formas de enseñanza?
Quienes reclaman, sobre todo, educación universitaria, ¿hoy saben más que los representantes del sistema educativo?
Sin duda, los roles dentro del aula cambiaron en las últimas décadas, y esto se nota con más claridad en los niveles de la educación media y, más aún, en el ámbito universitario. El caudaloso acceso a la información por parte de los estudiantes determina nuevas formas de aprendizaje en las que es necesario una labor activa de procesamiento y filtrado, tarea que hoy recae en quienes tienen la misión de enseñar.
En el aula ya no se mira a la clase desde un estrado, y el lugar de quien imparte conocimiento no es más el de un divulgador de contenidos. En esta conversación renovada se abrazan nuevos roles, desde un aprendizaje activo por un lado y en una clara función de guía en el camino del conocimiento desde el otro.
A esta altura, probablemente, algunos de los viejos métodos de enseñanza hayan quedado obsoletos: un tema o contenido puede ser abordado desde diferentes aristas, pero lo seguro es que la información ya no proviene de una única fuente, como lo fue durante siglos, y el propio alumnado accede a ella desde sus computadoras o teléfonos. La unidireccionalidad quedó atrás y hoy llegan a su pupitre con nuevas preguntas y cuestionamientos.
Jóvenes protagonistas
Los vínculos pasan por una profunda transformación. La presencia de la nueva generación es tan voraz en lo que respecta a información y su forma de consumo, que puso de pie siglos de distancia entre el catedrático y su auditorio. Quien ostenta el conocimiento ya no se mantiene distante del resto del aula, sino que conoce todas las dimensiones que trascienden lo que conocíamos como académico. Es ahora una figura cercana que cumple una función integral. Por un lado, apuntala el desarrollo de sus carreras profesionales pero también debe saber que los valores que transmite impactarán en su crecimiento como personas.
Por otra parte, y si bien todavía se perciben algunas resistencias, en especial de aquellos pertenecientes a las generaciones más alejadas de la tecnología, se incorporan los recursos tecnológicos que les generan un gran punto de contacto con los jóvenes. Desde crear material audiovisual para explicar un contenido, ampliar otro con recursos digitales o guiarlos en una navegación inteligente de las temáticas curriculares, por mencionar algunas. Así se asume el lugar que la tecnología ocupa en nuestras vidas logrando un mayor interés mientras que, aquellos aferrados a las fórmulas educativas del pasado, pierden la afinidad gradualmente.
Las nuevas generaciones ocupan, cada vez más, un rol protagónico en su propia educación y es necesario que la comunidad pedagógica en su conjunto responda a esta realidad con flexibilidad, inteligencia, creatividad y compromiso.
Nicholas Burbules, referente internacional en nuevas filosofías educativas dijo en una de sus visitas a Argentina en el año 2018, sostuvo: “Por primera vez, los alumnos saben más que los profesores (...) La forma en que uno aprende cambia: hoy aprendemos más en una cafetería, en nuestras casas o en el club, que en un aula convencional, donde hay un docente para treinta o cuarenta alumnos”.
El nuevo rol de la persona física que (también) educa
Existe un saber popular que suena cada vez con más fuerza, uno que argumenta que hoy la juventud sabe más que las generaciones anteriores. En contrapartida, la otra cara de la moneda expresa que los educadores son más necesarios que nunca.
Este nuevo escenario nos obliga a repensar, no solo el lugar de quien estudia, sino de todas las posiciones que lo integran. Nos hacemos 3 preguntas clave para intentar entender este nuevo mundo:
- ¿Qué lugar ocupa quien debe enseñar a un tercero un conocimiento que, posiblemente, ya sepa?
- En un futuro no muy lejano, ¿va a seguir siendo necesaria la imagen física de un otro que enseña?
- ¿Qué posición debería asumir ese otro físico para ser útil en este nuevo paradigma?
La enseñanza no es solo transmisión de conocimientos, es una profesión dinámica y desafiante, especialmente cuando quienes buscan abiertamente aprender, parecen conocer más que quienes tienen la tarea de hacerlo. Los nuevos roles están nivelando las posiciones, transformando a todos en compañeros de aprendizaje.
¿No es acaso una buena oportunidad para aprovechar el potencial actual del alumnado y enriquecer la discusión en el aula? Exigir opiniones y razonamiento sobre el nuevo conocimiento abre nuevas perspectivas y fomenta un diálogo profundo y significativo en conjunto.
Nicholas Burbules, doctor en Filosofía de la Educación de la Universidad de Stanford, afirmó: “Hoy los jóvenes saben más que los docentes sobre las tecnologías de la comunicación”.
El educador, una guía clave en este nuevo paradigma
No solo se trata de transmitir información, es fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y el trabajo en equipo. El desafío es proporcionar un ambiente de aprendizaje enriquecedor en el que se pueda interactuar con otro físico no digital, haciendo preguntas, recibiendo respuestas inesperadas, opiniones diversas y explorando ideas en un contexto más amplio y disruptivo.
Por eso, en esta etapa en la que la información nos atraviesa todos los días, la docencia debe acompañar todo el proceso de aprendizaje y, a la vez, cumplir la función no menor de contener emocionalmente a las nuevas generaciones.
Este es, indudablemente, uno de los grandes desafíos de la educación actual. ¿Qué es relevante? Justamente todo aquello que permita a los alumnos interpretar el mundo en el que viven, aquello que sea significativo en su vida cotidiana, que le de respuestas sobre el momento y lugar en el que se encuentran, aquello que responda a las preguntas que la sociedad se hace en el momento actual. ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuáles son las problemáticas que debemos abordar en sociedad?
La tecnología transforma la manera en la que accedemos al mundo y consumimos información, pero la figura de quien educa sigue siendo vital para el proceso de evolución académico. La disponibilidad de material e información por el solo hecho de estar al alcance de la mano no completa un proceso tan complejo y progresivo que, sobre todo, reclama tiempo y acciones introspectivas.
El reto actual es proporcionar un ambiente de aprendizaje enriquecedor, fomentando habilidades y la motivación necesaria para alcanzar el máximo potencial. El acceso a la información hoy es un complemento valioso para la enseñanza, pero sobre todo una oportunidad para quienes asumen el rol de enseñar y enriquecer la experiencia del aprendizaje.
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