Historia clínica. La angustia como disparador de los problemas coronarios
Ciertos factores sociales son capaces de desencadenar la cascada de hechos que llevan al infarto
Es una noche fría y cerrada de agosto. Vamos a un auxilio en el barrio de La Boca cuyo diagnóstico dado telefónicamente por un pariente del paciente era dolor de pecho. Llegamos con Carlos, el ambulanciero, tocamos el timbre y nos recibe la mujer. Ya en el ascensor, me cuenta que hace unos días que Pedro, su marido, no anda bien, que está muy deprimido y angustiado.
Acostado en su dormitorio, Pedro me esperaba ansioso. Comenzamos a charlar: me comenta que diez días atrás, caminando por el barrio para hacer las compras, no pudo llegar al almacén porque lo asaltó un ardor en el pecho, justo detrás del esternón. Dejó de caminar, descansó un rato y el ardor desapareció.
Desde entonces, esa dolorosa sensación había vuelto a aparecer en varias oportunidades, hasta que una vez, estando en reposo en su casa, luego de hablar por teléfono con su hija Marta, que vive en España, empezó ya no con un ardor, sino con un dolor muy fuerte que se extendía incluso al hombro.
Pedro había fumado hasta hace diez años, tenía el colesterol alto y tomaba medicación para la hipertensión arterial.
Lo que Pedro padecía era una angina de pecho, ocasionada por la obstrucción parcial o total de alguna de sus tres arterias coronarias, que son las encargadas de llevar el flujo sanguíneo con oxígeno y nutrientes a las paredes del corazón.
Decidimos entonces trasladarlo al hospital donde un electrocardiograma y ciertos análisis de laboratorio específicos permitieron confirmar el diagnóstico.
Durante el viaje en ambulancia de la casa al hospital, la mujer de Pedro me comentó que no habían estado muy bien durante el último año: Pedro se había quedado sin trabajo, se consumieron sus ahorros y para colmo su única hija se había ido a España a probar suerte laboral. No era casual que justo cuando estaba hablando con ella empezó el dolor más fuerte.
Luego de unos días de internación, a Pedro le realizamos un cateterismo y vimos que tenía sus tres arterias coronarias tapadas y que el mejor tratamiento era realizarle una cirugía de bypass.
Pedro era un paciente típico, pues reunía múltiples factores de riesgo -un ex tabaquista con el colesterol y la presión arterial elevados-, pero a todo esto se le sumaba el condicionante social: se quedó sin trabajo, perdió sus ahorros y su ser más querido estaba lejos.
En la actualidad se sabe que toda esta carga emocional también constituye un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de la enfermedad coronaria, que actúa como un caldo de cultivo donde todos los factores de riesgo tradicionales se potencian.
Hoy Pedro está muy bien. Lo operamos, cumple con la dieta, toma la medicación, pudo visitar a su hija Marta que está en España y aceptar mejor esta nueva etapa de su vida.
El autor es médico cardiólogo y jefe del Servicio de Prevención y Calidad de Vida del hospital Churruca