Antecedentes del túnel. “Topos”, los responsables de los golpes más importantes contra bóvedas bancarias
El intento de robo descubierto en San Isidro tiene características similares a otros golpes que tuvieron como blancos a cajas de seguridad
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Nunca antes en la historia penal argentina se había construido un túnel tan largo para robar un banco. La diferencia con los otros asaltos fue el desenlace. Los atracos contra los bancos Crédito Argentino, Río y Provincia, terminaron con los delincuentes llevándose US$ 59.000.000, después de haber excavado túneles de 50, 10 y 30 metros, respectivamente.
Sin embargo, los delincuentes que construyeron el túnel con el que planeaban llegar al banco Macro, de San Isidro, se quedaron con las manos vacías porque el robo fue abortado.
La extensión del túnel excavado por los “topos” argentinos que planeaban robar el banco en San Isidro, superó la obra de 78 metros de largo construida por una banda de asaltantes desde un vivero hasta el tesoro del Banco Central de Brasil, en la ciudad de Fortaleza. El 7 de agosto de 2005, los “topos” brasileños se llevaron US$ 60.000.000 en tres toneladas de reales.
Si bien el objetivo es concretar el robo millonario sin disparar ni un tiro, en el ambiente del hampa, existe una diferencia entre los “boqueteros” y los “topos”.
Los ladrones que forman parte del primer grupo se dedican a asaltar bancos o locales de joyería o artículos electrónicos mediante la rotura de paredes lindantes con la entidad bancaria o comercio que eligieron como objetivo.
En este caso, el túnel que, eventualmente tuvieran necesidad de construir no necesita de un encofrado, es corto, demanda menos horas de trabajo y constituye un recurso para evitar algún obstáculo, como una pared que tenga una malla especial de hierro en el interior.
Mientras que los delincuentes que integran el grupo de los “topos” cuentan con una formación en las técnicas de la construcción, conocimiento de los movimientos de suelos y resistencia de materiales. Ninguno de los “topos” condenados por robos contra bancos en la Argentina tenía formación universitaria. Al contrario, la mayoría eran autodidactas, pero dotados de una llamativa capacidad para construir túneles a prueba de derrumbes, aunque estuvieran en zonas transitadas por colectivos y cerca de líneas de subte.
Los “topos” pueden concretar golpes en la modalidad “boqueteros”, pero los “boqueteros” no pueden ser “topos” si no cuentan con los conocimientos necesarios para construir los túneles, debido a que se arriesgan a morir en la excavación ante un eventual derrumbe por fallas del encofrado.
No obstante, el mayor botín obtenido por una banda de asaltantes que utilizó alguna de estas modalidades no fue por un asalto concretado por “topos”. Entre el 4 y 7 de marzo de 2010 una banda de boqueteros se apoderó de US$ 25.000.000 que estaban depositados en las cajas de seguridad de la sucursal del Banco Macro situada en Callao 264, a poco más de dos cuadras del Congreso de la Nación. Fue el mayor monto robado en una entidad bancaria en los últimos treinta años. “No será el del siglo, pero es el del milenio”, expresaba la nota que dejaron los “boqueteros”, en el recinto donde vaciaron 95 cajas de seguridad.
Dicho botín no igualó los US$ 30.000.000, en billetes de 500.000 australes que estaban por salir de circulación, que la banda encabezada por Tito Rima, sin disparar ni un balazo, robó del Tesoro Regional del Banco Central que funcionaba en la city de Rosario.
Debido a dicho robo, ocurrido el 22 de diciembre de 1992, el Poder Ejecutivo encabezado por el presidente Carlos Menem, tuvo que adelantar la salida de circulación de los billetes de dicha denominación.
En este caso, los ladrones no eran ni “boqueteros” ni “topos”. Tampoco tuvieron que ensuciarse ni requirieron del uso de taladros, masas, amoladoras, picos y palas. La banda de Tito Rima utilizó los servicios de los instaladores de las líneas punto que unían como telarañas los edificios de la city porteña para mandar órdenes falsas para trasladar remesas de billetes de 500.000 australes depositados en el Tesoro Regional de Rosario para que fueran incinerados en la sede del Banco Central en Reconquista.
Integrantes de la banda que se hicieron pasar por falsos inspectores del Banco Central y un portavalores infiel llevaron a la práctica el plan que permitió al grupo delictivo apoderarse del mayor botín por el robo a un banco. Hasta ese momento, era el robo del siglo.
Pero, el 2 de enero de 1997, una banda formada con una mixtura de “topos” y “boqueteros”, construyó un túnel de 50 metros desde un local donde funcionaba una fábrica de chocolates artesanales hasta la sucursal Recoleta del Banco Crédito Argentino, situado en la esquina de Callao y Las Heras, a pocos metros de la comisaría 17ª, de la Policía Federal. Los asaltantes saquearon 170 cajas de seguridad y se apoderaron de un botín estimado en U$S 20.000.000 que nunca fue recuperado. Ninguno de los ladrones fue condenado, al final de una investigación que tuvo matices escandalosos debido a que, entre los damnificados estaban empresarios, uno de los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; los hermanos Hugo y Gerardo Sofovich y Mauro Viale.
No por el monto robado, US$ 19.000.000, pero sí por los ribetes cinematográficos del hecho, el asalto contra la sucursal del exbanco Río, situada en Perú y avenida del Libertador, Acassuso, fue considerado durante unos años como “el robo del siglo”.
El 13 de enero de 2006, a las 12.38, un grupo de asaltantes irrumpió en la sucursal N° 207 de la mencionada entidad bancaria y tomaron como rehenes a 23 personas, entre empleados y clientes.
Antes de escapar con semejante cantidad de dinero, los asaltantes simularon una toma de rehenes que incluyó pedidos de comida y negociaciones con efectivos del Grupo Halcón de la fuerza de seguridad bonaerense. Cinco horas después de entrar en el banco y saquear 145 cajas de seguridad, los asaltantes huyeron de la entidad por un túnel que comenzaba con un boquete en el sótano de la sucursal y que terminaba en el desagüe pluvial que pasaba debajo de la calle Perú.
Así, los asaltantes burlaron a los 200 efectivos de la policía bonaerense que rodeaban el banco.
En el mencionado boquete, de 50 x 30 centímetros y 1,80 metros en horizontal, por el que se accedía a un túnel diagonal de diez metros que terminaba en el desagüe pluvial, los asaltantes dejaron una nota con la siguiente leyenda: “En barrio de ricachones, sin armas y rencores, es sólo dinero y no amores.”
Además del túnel, la banda construyó un dique con la tierra de la excavación que les permitió lograr la acumulación del caudal de agua en el desagüe con el objetivo de poder tener flotabilidad para los gomones que usaron para transportar el dinero y las joyas robadas hasta la tapa de tapa de hierro de Dardo Rocha y Tres Sargentos, a quince cuadras.
En mayo de 2010, luego de un juicio oral, el Tribunal Oral N° 1, de San Isidro condenó a Rubén Alberto De la Torre, Julián Zalloechavarría, Sebastián García Bolster y Fernando Araujo, a penas de entre 14 y 9 años de prisión por considerarlos responsables de robo agravado por el uso de armas, cometido en poblado y en banda.
En agosto de ese año, Luis Mario Vitette Sellanes, en un juicio abreviado, fue condenado a la pena única de 21 años y medio de prisión, debido a que tenía otras causas en proceso.
El último gran asalto perpetrado por una banda de “topos” ocurrió el 2 de enero de 2011. Al menos seis delincuentes alquilaron un local próximo a la sede del Banco Provincia, en Cabildo 1999, de Belgrano, hicieron una excavación de más de 30 metros, robaron 136 cajas de seguridad y se apoderaron de un botín estimado en US$ 15.000.000. Los seis asaltantes fueron identificados y condenados.
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