Condenan a un abogado y a un gestor por estafas con accidentes de la "mafia de los rompehuesos"
La Justicia de San Isidro condenó al abogado Hugo Schiber y al gestor Ceferino Herrera por integrar una banda de rompehuesos. Ambos imputados llegaron en libertad al juicio oral, pero anoche, luego de los alegatos y ante el riesgo de fuga, la fiscal Virginia Tosso solicitó a los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal N°7 el anticipo del veredicto y, que en caso de ser condenatorio, se procediera a la detención de los imputados. Así, luego de revisar las pruebas y los testimonios expuestos durante el debate, los jueces ordenaron que ambos quedaran detenidos en una comisaría de aquel distrito.
Al dictar esa resolución, los jueces tuvieron en cuenta que otro de los acusados, el abogado Federico Schiber, hijo de Hugo, dejó de presentarse en las audiencias y actualmente está inhallable para la Justicia.
Los testimonios de las víctimas que declararon en el juicio superan las escenas de la película Carancho. Los acusados se aprovechaban de personas con necesidades extremas, la llevaban a un galpón, les inyectaban un poderoso anestésico (xilocaína) en una pierna, les ponían un pañuelo en la boca y una frazada o una campera sobre la cara para ahogar los gritos y luego, dos patovicas les pegaban con una masa o una llave francesa grande hasta provocarles una fractura expuesta de tibia y peroné.
Según se describió en el juicio, si ocurría que alguna de las víctimas se arrepentía y pretendía escapar, los patovicas se les sentaban encima del pecho para inmovilizarlas.
Una mujer le revocó a Schiber el poder para ejercer en su nombre acciones judiciales contra una compañía de seguros y comenzó a recibir amenazas. "Sabemos que tu hijo va solo a la escuela", le dijeron a la mujer.
A partir de la investigación encarada por la Justicia de San Isidro se determinó que los acusados llevaban a las víctimas a un galpón, les rompían una pierna y luego, en una camioneta utilitaria que llevaba en su lateral la leyenda "Unidad de traslado", se dirigían al lugar donde armaban el falso accidente de tránsito.
Con testigos apócrifos armaban la demanda ante la compañía de seguros que tocara en turno y el abogado iba al hospital para que las víctimas le firmaran el amplio poder de representación.
Los abogados "caranchos" levantaron, así, más de 12 millones de pesos. A las víctimas les daban 3000 pesos y, en ocasiones, nada. Eso sí: al que se arrepentía, lo amenazaban de muerte.