Córdoba. Hace 15 años mataron a un chico en una situación como la de Báez Sosa
CÓRDOBA. Marcos Spedale tenía 16 años cuando, en la madrugada del 8 de enero de 2005, fue asesinado a golpes por un grupo de jóvenes en esta ciudad. Su historia tiene puntos en común con el crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell por el que están acusados y detenidos diez jóvenes. Esa madrugada de enero, Marcos y cinco amigos de entre 12 y 16 años se cruzaron con otro grupo de jóvenes de entre 16 y 21 que los provocaron; como no les prestaron atención, minutos después insistieron y uno de ellos golpeó a uno de los más chicos. Marcos le gritó "¡por qué le pegás, no ves el tamaño que tiene!". Eso bastó para que se le fueran encima y le pegaran hasta que murió en la calle, broncoaspirado, es decir, ahogado con sus propios fluidos.
En el expediente judicial consta que uno agarró de la nuca a Marcos y le pegó un rodillazo en el estómago; el único mayor en ese momento –Ramiro Pelliza- se sumó con la frase "déjenmelo a mí". Le quebró el tabique de un golpe y le levantó la remera para inmovilizarlo. El resto se sumó y le siguió pegando. Eran ocho, la mayoría hijos de familias conocidas de Córdoba y con trascendencia pública, políticos y funcionarios judiciales. Siete fueron a juicio.
Le quebró el tabique de un golpe y le levantó la remera para inmovilizarlo. El resto se sumó y le siguió pegando. Eran ocho.
Casi dos años después, la Cámara 10ª del Crimen de Córdoba condenó a 15 años de prisión por homicidio simple a Pelliza (quien salió a los 8 años por buena conducta); absolvió a tres y otros tres fueron condenados como coautores de "homicidio simple con dolo eventual", pero su situación la resolvió un juzgado de Menores. Tiempo después, fueron condenados a seis años de prisión, pero puestos en libertad.
A fines de 2013, uno de ellos fue condenado a dos años de prisión por haber golpeado a su novia embarazada, que entonces perdió el bebé. "Hay mucho para contar; en 2005 no circulaban como ahora los ‘videítos’ de celulares. Marcos debería haber filmado su propia muerte para que fueran presos. Quienes lo atacaron tienen una muerte encima y no se la olvidan más. Hicimos todo lo posible con Silvina, mi esposa, para que hubiera justicia", dice a LA NACION Héctor Spedale, padre de Marcos.
La madre, Silvina –quien se convirtió en un símbolo en Córdoba por su lucha reclamando Justicia– murió en 2017; su cuerpo fue encontrado en la pileta de su casa. Se descompensó (tenía diabetes) mientras tomaba sol en una colchoneta, cayó al agua y se ahogó. "Como dijo ella el día de la sentencia, a Marcos lo volvieron a matar; no hubo una condena ejemplar para evitar que esta banda volviera a matar. En el juicio se supo que les llamaban ‘el grupo de la Quiniela’ (NR: en referencia al kiosco donde paraban) y que tenían varios antecedentes de peleas. El dolor no se va más, es de por vida, hasta el último día", describe el padre.
Marcos debería haber filmado su propia muerte para que fueran presos. Quienes lo atacaron tienen una muerte encima y no se la olvidan más
El responsable de la autopsia de Marcos, el forense Ricardo Cacciaguerra, afirmó en la última audiencia del juicio oral que le pegaron "por lo menos durante cinco minutos" mientras estaba en el piso sin poder defenderse. Ese sábado, el joven había pedido permiso para ir a la ciudad de Córdoba –vivía en Villa Allende, a unos 20 kilómetros– y estaba regresando con sus amigos por la avenida Rafael Núñez (con mucho movimiento) cuando se encontraron con el grupo.
Una chica que era amiga de los agresores dio un testimonio clave; estaba en la parada de colectivos y vio que a Marcos le pegaban "como si fuera una bolsa de basura". En el proceso pidió que los acusados no estuvieran, por temor. Pelliza, que sabía artes marciales, fue el que provocó al grupo de los más chicos y el que reaccionó con golpes contra Marcos. Las trompadas y patadas que le dieron en grupo fueron a la cabeza y el tronco.
Antes de la lectura del veredicto, Pelliza pidió disculpas por el hecho y aseguró que no había tenido intención de matar. Con Marcos tirado en la vereda, esa madrugada el grupo se fue a una estación de servicio de la zona y uno de ellos escondió su remera manchada de sangre en un boliche. Siempre sostuvieron que no eran conscientes de lo que habían hecho.
Quedó claro en el juicio que Marcos y sus amigos no buscaron pelea. Su papá dice que eso fue una "tranquilidad, porque lo habían querido ensuciar".
Spedale les envió un mensaje a los papás de Báez Sosa diciéndoles "fuerza". Agregó: "No hay mucho más...el dolor no se va".
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