El rompehuesos que está ansioso por aprovechar la pandemia y salir de prisión
Hugo César Schiber acostumbraba sacarse fotos junto a llamativas mujeres, a las que doblaba en edad. Publicaba esas imágenes en la red social Facebook. Se presentaba como un exitoso abogado, fanático de Boca, que acumuló una fortuna con su estudio situado en la zona de los Tribunales de Morón. Aunque el secreto de ese éxito escondía una trama macabra y sangrienta.
En la actualidad, la realidad de Schiber está muy lejos de los restaurantes lujosos a los que llevaba a sus amigas a bordo de su automóvil de alta gama. Cambió su platea en el estadio de Boca por el encierro en un calabozo de la cárcel de Olmos.
El abogado está detenido, condenado a 18 años de prisión, acusado de comandar una banda de rompehuesos que se dedicaba a quebrar brazos y piernas de mujeres en situación de vulnerabilidad para simular accidentes de tránsito con el objetivo de realizar millonarias estafas a las compañías de seguros.
Añorando su vida de lujos Schiber lucha por salir de la cárcel. En los últimos meses, presentó dos pedidos para que le otorguen la prisión domiciliaria y fueron rechazados. En una de esas presentaciones, los defensores incluyeron el informe de un psicólogo que indicaba que el letrado padecía un "estado de ansiedad".
En la última solicitud, los abogados que representan a Schiber expresaron que el condenado, por su edad, debía ser incluido en los denominados grupos de riesgo ante un eventual contagio del virus Covid - 19, en la cárcel. El Tribunal Oral N° 7 rechazó el pedido.
"El acusado no se encuentra incluido como factor de riesgo establecido sanitariamente, debido a que el solo hecho de la edad no resulta determinante y el dictamen médico así lo establece. En tanto no presenta una patología protocolizada en los listados citados; se encuentra compensado, su hipertensión arterial se encuentra controlada con tratamiento y seguimiento de la medicación instaurada por el médico de cabecera", indicó uno de los integrantes del tribunal al fundar el fallo en el que se decidió no conceder la prisión domiciliaria a Schiber.
Los jueces indicaron que todavía existen los riesgos procesales de peligro de fuga y entorpecimiento de la investigación.
"El imputado padece ansiedad, un estado de ánimo común de la imposibilidad de controlar la realidad y que, a esta altura, por la emergencia y el aislamiento obligatorio, padecemos todos los argentinos", indicó uno de los jueces en la resolución que rechazó el pedido del supuesto jefe de la banda de rompehuesos.
Schiber figuraba en el listado de 869 presos elaborado por el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) que, eventualmente, podrían ser beneficiados con la prisión domiciliaria debido a que sufrían patologías crónicas o por su edad.
Sin mencionar a Schiber, ese listado fue citado por el juez de la Cámara de Casación Penal bonaerense, Víctor Violini, en su resolución del 8 de abril pasado, cuando aceptó la acción de habeas corpus colectivo, presentada por los defensores oficiales de los veinte Departamentos Judiciales de la provincia, para evitar que eventuales contagios por el virus Covid- 19 en la cárcel afecten a presos que sufren enfermedades inmunosupresoras, oncológicas, pulmonares y diabetes.
En esa resolución, el camarista Violini aclaró que, en el caso de los condenados por delitos graves, la decisión de conceder el beneficio de la prisión domiciliara debería ser tomada por los jueces y tribunales que tuvieran a su cargo a esos presos. La resolución de la Cámara de Casación, que tenía un objetivo humanitario y sanitario, se daba de bruces con la realidad: la falta de las tobilleras electrónicas para controlar que el preso beneficiado con la prisión domiciliaria no abandone los límites de la propiedad en la que debía cumplir la medida de morigeración del encierro.
Ante la falta de los dispositivos electrónicos, la única alternativa era que se le fijara al abogado condenado una caución juratoria con dos garantes que se comprometiesen a que Schiber no abandonaría su casa y no entorpecería la investigación.
Pero había un antecedente que conspiraba contra esa posibilidad. Durante el juicio oral, Schiber intimidó a las testigos.
"Vos te vas al rancho y yo me voy a mi mansión en Parque Leloir", le gritó Schiber a Samanta Barrientos, una de las ocho mujeres, en situación de vulnerabilidad, que fueron captadas por la banda para dejarse romper las piernas y los brazos con el objetivo de simular accidentes de tránsito que nunca ocurrieron y así, cobrar indemnizaciones a las aseguradoras.
La fiscal María Virginia Toso que estuvo a cargo de la investigación del caso y de la acusación durante el juicio oral, también sufrió la furia dialéctica del acusado Schiber en varias audiencias del debate.
Desde diciembre de 2018, cuando fue detenido, la Justicia rechazó dos pedidos excarcelación presentados por la defensa de Schiber, debido al poderío económico del imputado, que le permitiría escaparse. Otro de los integrantes de la banda, Federico Schiber, hijo del condenado logró fugarse durante el proceso.
Durante la investigación y el juicio oral quedó expuesto que la realidad dejaba atrás a la ficción, debido a que metodología aplicada para concretar las estafas y el sufrimiento aplicado a las víctimas por la organización comandada por Schiber superaba ampliamente lo que se mostró en la película "Carancho", de Pablo Trapero.
La testigo Barrientos recordó que le rompieron las piernas dos veces, en 2008. Dijo que aceptó el ofrecimiento porque tenía cuatro hermanos y no tenía siquiera para comer. Relató, además, que su madre estaba por perder la casa y que necesitaba el dinero ofrecido para cancelar una deuda.
Al exponer los fundamentos de la resolución, los jueces valoraron como agravantes de la condena "el trato cruel, discriminatorio, inhumano y degradante dispensado hacia las víctimas en las maniobras delictivas y durante el juicio".
Además de Schiber, el tribunal integrado por los jueces María Coelho, María Elena Márquez y Alberto Gaig condenó a 15 años de prisión a Daniel Ceferino Herrera, acusado por algunas de las víctimas de ser uno de los que rompieron las piernas de por lo menos ocho mujeres para simular que habían sido arrolladas por automóviles. Después, les retenía los documentos de identidad y las obligaba a firmar poderes en favor de Schiber, quien iniciaba las demandas contra las aseguradoras.
Herrera fue reconocido por las víctimas, a pesar que cuando se presentó en el juicio oral había cambiado su aspecto al aumentar más de veinte kilos y raparse totalmente la cabeza.
Actualmente, Federico Schiber, hijo del abogado condenado y titular de la ambulancia en la que trasladaban a las mujeres desde el lugar en el que les quebraban los brazos y piernas hasta las esquinas donde fingían los accidentes, está prófugo, escondido en Israel.
Existe un pedido de captura internacional en su contra y una solicitud de extradición. Está oculto en una ciudad de la llanura de Sharon, cerca de Tel Aviv. Se cambió el nombre y utiliza la identidad de su abuela materna.
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