Femicidio: un crimen “íntimo”, pero de consecuencias sociales profundas y trágicas
El femicidio es un crimen íntimo, pero de consecuencias inconmensurables. No solo para el entorno inmediato de las víctimas, sino para toda la sociedad. La violencia de género es un problema público mayúsculo que exige políticas de Estado activas para ponerle freno. La violencia doméstica trasciende, así, las cuatro paredes y el techo de las moradas que son, la mayoría de las veces, el escenario de estos crímenes cometidos, casi siempre, por alguien allegado a las mujeres que los sufren.
Hace menos de siete años que este tipo de asesinatos de mujeres –o de personas directamente vinculadas a ellas, cometidos al solo efecto de causarles, por interpósita persona, un daño desgarrador y eterno– se califican como femicidios y, como tales, solo pueden ser castigados con la pena máxima del Código Penal.
Ese cambio normativo fue una de varias medidas con las que se buscó abordar la problemática. La pena está en un extremo de la cadena de violencia. La prevención activa debe encarar todas las etapas previas, para evitar llegar al desenlace trágico. Así aparecieron observatorios de violencia de género públicos y de organizaciones no gubernamentales, casas de mujeres, botones antipánico y redes de contención de mujeres que sufren la violencia machista y no saben cómo escapar.
Pero, pese a todo, las estadísticas muestran que todo eso aún no ha sido suficiente como para lograr resultados que se traduzcan en menos muertes. A diario miles de dramas propios de la violencia machista se desarrollan a puertas cerradas. Casi a diario, también, uno de esos casos llega tan lejos que se hace público por la marca indeleble de la muerte.
Raquel Vivanco, presidenta del Observatorio de las Violencias de Género Ahora Que Sí Nos Ven –que lleva el registro nacional de femicidios sobre la base del relevamiento de publicaciones periodísticas de todo el país–, sostiene: "Seguimos gritando #NiUnaMenos y seguimos exigiendo más y mejores políticas públicas. No alcanza con el 144. Necesitamos un ministerio que esté en la mesa chica peleando un presupuesto digno para impulsar acciones que puedan frenar la violencia de género".
También afirma, sobre los femicidios relevados este año: "Las cifras son alarmantes y observamos un recrudecimiento de la violencia producto de la terrible crisis económica que estamos viviendo".
Esa crisis deja marcas: crispación en los "machos" que quieren perpetuar su posición dominante sobre las mujeres con las que comparten la vida o con aquellas que se cruzan en sus caminos. También, en las propias víctimas, resignadas, muchas veces, a no poder contar con valerse por sí mismas para escapar del yugo de sus maltratadores.
Los datos duros del registro nacional de femicidios 2019 del observatorio que preside Vivanco señalan que el 84% de los agresores eran del círculo íntimo o conocidos de las víctimas. De ellos, dos tercios eran parejas o exparejas.
Dos de cada tres femicidios (el 65%) se produjeron en la vivienda de la propia víctima, y otro 30%, en la vía pública; en estas ocasiones, la mayoría de las veces, los agresores interceptan a las mujeres cuando salen o llegan a sus casas o a sus trabajos, o cuando llevan a sus hijos a la escuela.
Por razones obvias, la mayor cantidad de casos se cuentan en la provincia más grande del país: Buenos Aires, con 80 femicidios. Pero en relación con la cantidad de habitantes, el problema es enorme en otras provincias, como Misiones (16 hechos) y Chaco (12).
Las cifras de este informe de "#Ahora que sí nos ven" revela que las víctimas directas de los femicidios fueron 200. Pero este drama tiene víctimas colaterales. Así se cuentan también otros 23 casos contabilizados como "femicidios vinculados" de mujeres, hombres y niños y niñas, personas relacionadas familiar o afectivamente con las mujeres a las que los agresores buscan, a través de ellas, causar un daño y un dolor indelebles.
Las organizaciones dedicadas a abordar la problemática de la violencia de género reclaman al Estado políticas activas para proteger a las mujeres. Las características propias de estos crímenes exigen, también, acciones de toda la sociedad.
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