Femicidio en Los Toldos: un vecino escuchó el último grito de Analía
Agregó que, luego de eso, oyó ruidos de arrastre de un objeto pesado en el patio de la casa de la víctima, y luego, los “alaridos” que profirió Samuel Llanos, el acusado del asesinato
José y María eran vecinos de Analía Maldonado en Los Toldos. Y él fui quien escuchó el último grito de la mujer, antes de que fuera estrangulada por su pareja, Samuel Llanos, que mañana será indagado en Junín por homicidio triplemente calificado y robo. Dijo, además, que percibió ruidos de arrastre de algo pesado a través de las hojas del patio de la casa lindera, lo que le hace suponer que ese fue el momento en el que el fisicoculturista sacó el cuerpo para llevarlo e intentar calcinarlo a la vera de un camino rural de San Emilio, en el partido de General Viamonte.
“Desgraciadamente fui el que escuchó el último grito de ella. El único grito de Analía fue ‘¡No, no, no!’ Esperé que dijera ‘no me pegues’, pero no se sintió ninguna otra palabra”, señaló José, vecino de la víctima.
En diálogo con Crónica TV, el hombre relató que su esposa comenzó a escuchar ruidos cerca de las 2.40 de la madrugada del domingo en la casa donde convivían Analía y Llanos, en Moreno al 700.
”Después de escucharla gritar me levanté, pero ya era tarde. Los gritos duraron un segundo y me parece que fue el final de ella”, remarcó.
Tras ello, señaló que sintió “como que arrastraban a alguien” por el patio, ya que escuchó ruidos de hojas. ”Supongo que algo pasó. Después sentí una moto y pensé que Analía había podido escapar porque no escuché más nada. Más tarde escuché los gritos de él, pero no les presté atención”, indicó José. “Gritaba como Tarzán, eran como alaridos”, detalló.
José y su esposa, María, expresaron que era la primera vez que escuchaban algo parecido desde la vivienda de la pareja, que según señalaron, convivían desde hace poco más de tres meses.
Por otra parte, el hombre relató que una vez tuvo un entredicho con Llanos, pero que no pasó a mayores: “Tuve un cruce un día cuando estaba cortando el pasto y me dijo que tenga cuidado porque una piedra podría romperle el vidrio del auto. Me habló con voz de canchero”.
Por último, recordó a Analía como una mujer “a la que le gustaba la música y cantar” y que era “una mujer muy buena y trabajadora”.
”Nunca jamás había escuchado gritos o golpes. Los veía siempre muy bien. Esto nos tomó de sorpresa”, concluyó María.
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