“¡Guarden todo!”. Los mensajes de los narcos que cocinaban una imitación de la cocaína rosa
El juez federal Sebastián Casanello procesó con prisión preventiva a cinco acusados de integrar una banda que elaboraba estupefacientes en un PH de Mataderos; un sexto sospechoso está prófugo
“Primo, voy con el encargado… ¡Guarden todo!”. Así, Cristhian Ricardo Chara Egas, un joven colombiano que trabajaba como agente de tránsito del gobierno porteño, alertaba con un mensaje de WhatsApp a su contacto agendado como “Primo Didier”. Necesitaba que no dejara rastros de lo que se hacía en el departamento de Mataderos que alquilaba desde octubre de 2020. Era el 21 del mes pasado y, esa vez, el chat llegó a tiempo. Pero nueve días después ya no hubo chats de que sirvieran de alerta y un sorpresivo procedimiento de la Policía de la Ciudad puso al descubierto lo que se quería ocultar: una cocina donde se elaboraba estupefacientes, en especial “una droga novedosa denominada Tuci o Tucibi que intenta imitar a otra, sumamente costosa, llamada 2C-B (Nexus) o cocaína rosa”, esta última de efectos psicodélicos muy buscada entre quienes concurren a las fiestas electrónicas.
Así lo explicó el juez federal Sebastián Casanello en una resolución con la que procesó con prisión preventiva a Chara Egas por el delito de producción y comercialización de estupefacientes.
Otro de los procesados fue identificado como Didier Eduardo Peláez Quinchia, también colombiano. Según sospecha la Justicia, él sería el “Primo Didier” que recibió el mensaje de WhatsApp con el que Chara Egas le avisaba que tenía que guardar todo lo que pudiera incriminarlo en el delito.
La cocina para la producción de estupefacientes había sido instalada en una propiedad de Larraya 2242, en Mataderos, y cuando los detectives de la Policía de la Ciudad llegaron al inmueble descubrieron a Peláez Quinchia y a Juan Pablo Ocampo Velásquez, también colombiano, en plena tarea de elaboración de drogas.
“El hecho de que Peláez Quinchia y Velásquez Ocampo se los haya encontrado en pleno acto de producción de la supuesta droga Tuci los vincula de un modo irrefutable a la hipótesis delictiva que aquí se analiza. Del mismo modo ocurre con Chara Egas, quien resultó ser, de acuerdo con sus palabras, inquilino y morador del lugar en donde se produjo el hallazgo de la cocina”, explicó el magistrado en su resolución.
Detectives de la División Sumarios y Brigadas de Prevención de la Comisaría Comunal 4 de la Policía de la Ciudad allanó el PH de Mataderos por orden del juez Casanello después de que, el 30 del mes pasado, a las 17, en Barracas, detuvieran a dos sospechosos con 1822 pastillas de éxtasis.
Esos dos sujetos, identificados como Min Jae Kim, nacido en Corea del Sur, y Juan Daniel Pulgarín Zapata, otro colombiano, circulaban en un VW Vento negro cuando fueron interceptados por el personal policial.
Kim, según la resolución judicial, le ofreció dinero al policía encargado del operativo para evitar ser detenido. Llegó a decir que vivía cerca, sobre la avenida Avellaneda al 500, en un segundo piso, donde tenía más dinero para ofrecerle.
Pulgarín llegó a decir que vivía sobre la calle Larraya, donde había más droga y que se la podía llevar, pero que “no podía quedar detenido porque tendría problemas con otros ciudadanos colombianos debido a que la droga no le pertenecía”.
Y pidió que lo dejaran mandar un mensaje “porque si no lo hacía iban a vaciar el lugar y no iban a encontrar nada, toda vez que se trataba de un código que manejaban entre los narcotraficantes, de que si no se reportaban automáticamente vaciaban el lugar donde estaba la droga”, según el expediente judicial.
En la propiedad de la avenida Avellaneda al 500, donde vivía Kim, se descubrió una “financiera clandestina”. “En una de las oficinas del lugar había una cama, en uno de los escritorios había dinero, y también encontraron libros contables, anotaciones en otros idiomas, pagarés y fotocopias de pagarés”, explicó Casanello en su resolución.
Para el magistrado, el ciudadano surcoreano era quien estaba a cargo del “manejo y control” de las finanzas de la organización. “Por otro lado, Velásquez Ocampo, Peláez Quinchia y Chara Egas, eran los encargados de fabricar el material estupefaciente que tendría como destino final su comercialización”, afirmó Casanello. Pulgarín Zapata, junto con Kim, se encargaba del transporte.
Como se dijo, cuando el personal policial irrumpió en la casa de Mataderos, los sospechosos estaban en plena elaboración de estupefacientes. Los detectives secuestraron un kilo de lo que se pensaba era cocaína rosa, blísteres de clonazepam y otras sustancias, como ser ketamina y MDMA, más conocida como éxtasis.
Finalmente los peritajes toxicológicos determinaron que la sustancia hallada en la cocina era una droga denominada Tuci o Tucibi, que intenta imitar la llamada 2C-B, la “cocaína rosa”.
Chara Egas se entregó el 3 de este mes, cuando pesaba sobre él un pedido de captura. Relató que era el inquilino de la casa donde se descubrió la cocina de droga, pero aseguró que de viernes a lunes dormía en El Jagüel, partido de Esteban Echeverría, donde tenía un emprendimiento comercial con un socio, y que desde hacía dos meses el departamento de Mataderos lo compartía con un compatriota [por Peláez Quinchia] por pedido de otro conocido.
El sospechoso aseguró que el 30 de abril su compatriota lo llamó para decirle que iba a ir a la propiedad de Mataderos con una mujer, y aseguró que en su casa nunca vio sustancias estupefacientes, pero las pruebas halladas en su teléfono celular fueron claves para vincularlo con la organización criminal.
Un peritaje hecho por la División Análisis de Inteligencia Informática de la Policía de la Ciudad permitió recuperar información del teléfono del inquilino de la vivienda de Mataderos, como ser mensajes de WhatsApp.
Además del mensaje del 21 de abril pasado donde avisaba que iba con el encargado y les advertía que guardaran todo, hubo otras comunicaciones.
El magistrado citó otro mensaje donde uno de los sospechosos le pidió a Chara Egas: “Mano, un favor, compren la cafeína, porfa. Que llegue a la casa, porfa”. Esa sustancia fue hallada en el domicilio de Mataderos, en una sartén con colorante rosa.
En otro mensaje, Peláez Quinchia le solicitó estearina para velas, “material que presumiblemente también iba a ser destinado a la fabricación y corte de las sustancias estupefacientes que manipulaban”, sostuvo Casanello.
Entonces, para el magistrado hay pruebas de que el inquilino “participaba activamente en la tarea de elaboración de Tucibi”.
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