Habló la docente que estuvo presa 12 años por un crimen que no cometió: “Ahora no puedo ser mamá”
María Antonia Gauna cobrará $7 millones por parte del Estado por haber sido condenada erróneamente de haber asesinado a su esposo
La docente María Antonia Gauna fue noticia esta semana porque el estado de Santa Fe debe indemnizarla por $7 millones ya que pasó 12 años en la cárcel condenada a prisión perpetua por un crimen que no cometió, el de su marido. “Nunca escucharon que fue su cuñado quien lo mató, perdí muchos años de vida, ahora no puedo ser mamá”, dijo ayer la mujer.
Gauna, oriunda de Corrientes, fue condenada en 2008 a la pena de prisión perpetua por el homicidio ocurrido en la casa que compartía con su marido en Arequito, el 6 de febrero de 2005. No obstante, nunca dejó de pedir por su inocencia hasta que la Corte Suprema de la provincia hizo revisar el caso y el 20 de diciembre de 2016 ordenó su liberación.
Tras hacerle un juicio al Estado, esta semana se supo que Gauna cobrará $7 millones en concepto de reparación, por la pérdida de su fuente de ingreso en la docencia.
“Ningún dinero alcanza para retribuir mi proyecto de vida. Me casé para tener una familia, perdí muchos años de mi vida en la cárcel, ahora no puedo ser mamá”, dijo Gauna al medio local El Litoral. Además, aseguró que tiene “fe de que se va a hacer justicia y de que el asesino va a ir preso” y expresó el deseo de luego poder “recuperar” su casa.
Gauna afirma que la vivienda y el campo de su marido están actualmente ocupados por el cuñado de la víctima, al que ella llama “Pirulo”, y a quien señala desde el principio como el responsable del asesinato de su marido.
El crimen
Gauna hacía poco que estaba casada con el productor agropecuario Omar Carlos Bartorelli cuando sucedió la desgracia que marcó su vida el 6 de febrero de 2005.
Ese sábado, según contó, ella y su marido habían ido a cenar a la casa de su hermana Olga y luego volvieron a su hogar. “Al llegar, mi marido me deja en la casa y luego se dirige a guardar el Ford Falcon en la cochera de mis suegros. Cuando ingreso a mi casa, veo algo extraño: estaba la puerta que daba al pasillo de los dormitorios entrecerrada y nosotros siempre la dejábamos abierta”, explicó.
Tras ello dijo que se acercó y se encontró “con una persona encapuchada que tenía un arma en la mano”. Fue entonces que el hombre le dice que no le iba a pasar nada. “Al escuchar su voz, reconocí que era ‘Pirulo’, el cuñado de mi marido. Me pedía plata, fui hasta el cajón y le di 1000 pesos. Me hizo tirarme en la cama boca abajo y me ató de manos”, relató.
Cuando llegó su marido, la mujer explicó que fue a abrirle con las manos atadas y que le dijo que estaba su cuñado, quien apuntó con un arma a los dos y los hizo arrodillar. “El dinero que él quería eran 25 mil pesos que mi esposo había retirado del banco Bisel días atrás. En ese ínterin, hace unos pasos y se va hasta el baño. Yo lloraba desesperadamente y le pedía que no nos hiciera daño”, agregó.
Luego explicó que fue hasta la cocina, revolvió una sustancia en dos vasos y los obligó a tomarla. “Yo tomé todo y mi marido no. Finalmente nos hizo levantar y nos llevó al dormitorio. Automáticamente me quedé dormida y me desperté en un sanatorio”, indicó Gauna.
Esa noche de 2005 Gauna fue encontrada en gravísimo estado junto al cadáver de su esposo que contaba con 8 puñaladas. Tras estar en coma cerca de una semana, la apresaron como sospechosa del crimen. En 2008, fue condenada a prisión perpetua como autora penalmente responsable del delito de homicidio calificado por el vínculo.
“Me procesaron por hipótesis, porque no había ningún elemento de prueba que diga que yo lo maté. La jueza que tomó mi declaración dijo que yo fabulaba. Desde el momento en que me encontraron tirada en el jardín de mi casa junto a mi marido yo estaba peleando por mi vida, pero el juez decía que era un crimen pasional. Aún tengo cortadas las muñecas, tendones y flexores”, aseguró Gauna.
El giro en su causa ocurrió recién 10 años después, cuando estudios médicos demostraron que las heridas que tenía no pudieron haber sido autoinflingidas y un médico especialista lo declaró ante la Justicia. Eso determinó la inocencia de Gauna y mostró que hubo un atacante que no solo asesinó a su esposo, sino que intentó hacer lo mismo con ella.
“Yo declaré quién era el asesino y lo único que hicieron fue buscar pruebas para incriminarme. Jamás llamaron al cuñado de mi marido, a pesar de que siempre lo mencioné”, remarcó la mujer que ahora intentará recuperar su hogar.
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