Violencia. La inseguridad también reina en Quilmes y en Avellaneda
Vecinos y comerciantes se quejan de los reiterados hechos delictivos; desde que comenzó el año no cesaron los homicidios en ocasión de robo
LA PLATA.– Las entraderas ya son incidentes aislados en Quilmes. En este importante partido de la zona sur del Gran Buenos Aires, así como en la vecina Avellaneda, la inseguridad es algo que se respira todos los días , y a lo que las autoridades no parecen encontrar solución.
En efecto, para los vecinos de Quilmes ya es casi habitual que un crimen sacuda la calma de la ciudad. El año arrancó en forma trágica: el 18 de enero, Alan Ceballos, un joven de 26 años que tenía una hija de 4, fue asesinado por delincuentes que le robaron la moto; casi un mes después, su padre, Luis, fue baleado en la pierna por un hombre que, según vecinos, es pariente de un sospechoso del hecho.
Y los episodios trágicos se repiten y no se detienen. Se verá si la emergencia en la seguridad dispuesta por el gobernador Daniel Sciolipueda frenar esta ola delictiva.
Desde la municipalidad reconocen el problema y afirman estar trabajando para combatirlo. Pero también se alzan voces críticas que hacen foco en la supuesta precariedad de las medidas que se toman y en una presunta desidia de las autoridades.
Una de esas voces es la de Francisco Muhl, titular del foro vecinal de seguridad de Quilmes Oeste, quien dijo que en los últimos años hubo una importante reducción en la cantidad de policías destinados a la seguridad en el distrito. Además dijo que cada mes hay "cincuenta armas nuevas en las calles de Quilmes", y que esas armas "terminan cayendo en manos de chicos" que, además, son víctimas de la droga. "Es muy horrible lo que está pasando", dijo preocupado Muhl a LA NACION.
Hasta hace un año existía un foro municipal de seguridad, que coordinaba el trabajo de los distintos foros vecinales y estaba presidido por el periodista Aníbal Ferrantes. Pero ya no funciona. El secretario de Gobierno quilmeño, Raúl Oviedo, encargado del área de seguridad bajo el mando del intendente Francisco "Barba" Gutiérrez, admitió, en diálogo con LA NACION, que varios de los foros "están inactivos desde hace un tiempo", pero subrayó el rol proactivo del municipio, con la colocación de cámaras públicas de vigilancia y la instrumentación de patrullas municipales.
Aunque también en esos puntos hay críticas al trabajo municipal. Por ejemplo, aunque Oviedo asegura que las 240 cámaras instaladas por la comuna están en funcionamiento, salvo por los ocasionales cortes de energía en algunos barrios, el contador Gerardo Lisanti, que preside el Movimiento Vecinal Quilmes (y a quien LA NACION contactó a través de fuentes del radicalismo local), afirma que el 20% de las cámaras no funcionan y que las nueve patrullas municipales son insuficientes. Lisanti, que sufrió una "entradera" al llegar a su estudio de la ciudad de Bernal, cuestionó también la supuesta falta de control de las motocicletas por parte del municipio, ya que, según dijo, actualmente "los motochorros son un flagelo en Quilmes". Ahora verán si la nueva reglamentación para los motociclistas tendrá algún efecto sustantivo.
Oviedo coincidió en esa apreciación. Sin embargo, destacó que "todos los días se hacen operativos de control, junto a la policía bonaerense y a la Gendarmería Nacional", y que tan efectivos son que "el intendente preparó un proyecto de ordenanza para desguazar o rematar las motos secuestradas, que ya son más de 2000".
Entre las posibles causas de la inseguridad en Quilmes, el funcionario señaló la ubicuidad de las drogas ilegales.
"El paco está quemando cerebros: te matan por dos pesos igual que por dos mil o por dos millones", dijo. Reconoció que en los últimos años "ha aumentado la agresividad" de los delincuentes, lo que atribuyó al "resentimiento" generado por las desigualdades sociales (en el partido hay unas treinta villas y asentamientos). Pero dijo que el municipio está trabajando para auxiliar a la policía (incluso económicamente, a través de una tasa especial de seguridad) y que las críticas provienen de "una oposición que no tiene ideas ni propuestas superadoras".
Otro foco de violencia, para el concejal radical Oscar García, es el de la nocturnidad. El edil quiere convocar a una sesión especial del Concejo Deliberante para interpelar al intendente Gutiérrez por el "incumplimiento" de una ordenanza aprobada hace un año y medio para controlar a los boliches y locales nocturnos. Fundamenta el pedido en los "descontrolados niveles de violencia que registra el distrito" y a la cantidad de heridos y muertos "vinculados al delito violento y descontrol nocturno".
Quilmes se moviliza periódicamente ante la ocurrencia de hechos violentos. No lejos del lugar donde fue abatido Fernández Durañona, un año antes fue asesinado el panadero Agustín Rodríguez, de 77 años, durante un robo en el comercio que poseía, en Triunvirato y Azcuénaga (también en jurisdicción de la comisaría 3a.). A mediados de 2012, el profesor de gimnasia Matías Blanco, de 24 años de edad, fue asesinado en un intento de robo. Los tres crímenes generaron reacciones populares.
Avellaneda, tierra insegura
Sólo hay que recorrer un par de kilómetros por la avenida Calchaquí, luego Bartolomé Mitre, para pasar del partido de Quilmes al de Avellaneda. Por el camino se atraviesan localidades que no son ajenas al impacto del delito. De Bernal, aún en Quilmes, donde el farmacéutico Eduardo Fortier murió en 2009 al tirotearse con delincuentes que querían robarle el auto, se llega rápidamente a Wilde, donde el colectivero Javier Blanco fue ultimado a balazos, frente a sus hijos, a mediados de enero último.
Por ese camino, atravesando Villa Domínico, donde a fines de febrero un policía mató a un motochorro que quiso asaltarlo, y Sarandí se desemboca en la ciudad de Avellaneda, donde la gente tampoco vive tranquila. Allí, el 30 de diciembre de 2013 y el 11 de enero pasado, en dos barrios marginales, sendos gendarmes fueron abatidos por delincuentes.
Gabriela Fernández, de 24 años, atiende un kiosco y agencia de lotería ubicado sobre la avenida Hipólito Yrigoyen (ex Pavón), a muy poca distancia de la estación ferroviaria y de la comisaría 1a.. En julio del año pasado, tres hombres armados entraron en el local, la ataron a una silla y robaron el dinero de la caja.
No fue el único incidente violento que debió sufrir: hace unos dos meses, a las tres de la tarde, miembros de dos bandas rivales se tirotearon de vereda a vereda, y la gente que esperaba el colectivo en la parada ubicada frente al quiosco se metió en el local, aterrada. "Tuve que cerrar la persiana y esperar que pasara todo. Llamé al 911. El patrullero llegó a los 45 minutos", contó Gabriela.
"Acá estamos regalados. Los delincuentes hacen lo que quieren. Se hacen pasar por clientes y cuando te descuidás te meten caño", dijo a LA NACION la encargada de un comercio situado sobre la céntrica avenida Mitre, que como otras personas, prefirió no dar su nombre por temor a represalias. "Nosotros vemos que cada tanto pasa un patrullero; a veces se queda parado en la esquina, vigilando. Pero en cuanto se va, ya empiezan a robar otra vez."
LA NACION se comunicó con el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, quien informó que la persona encargada de la seguridad en el municipio es el secretario de Gobierno, Pablo Vera. Este funcionario decidió no hacer comentarios sobre la situación, según informaron en la secretaría a su cargo, ante la consulta de este diario.
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