La Plata: Roban una casa-museo mientras el dueño denunciaba otro robo
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Pablo Morosi estaciona frente a Casabierta, la casa de valor patrimonial de La Plata donde funciona un museo y un centro cultural que dirige junto a sus hermanos. Desde su camioneta, toca la bocina. Después, el timbre de la casa, construida en 1923. Cuando abre la puerta, lo hace silbando, hablando en voz alta, ya sea solo o con alguien. Toma todas estas precauciones porque desde el comienzo de la pandemia ya entraron a robar cinco veces y no quiere cruzarse con los ladrones.
“Yo creo que es gente que no quiere ser vista, entonces hago esos sonidos para que me escuchen y se vayan. Desde mayo del año pasado sufrimos una seguidilla de robos, la situación es intolerable”, dice a LA NACION este periodista que en 2017 decidió, junto a sus hermanos, transformar la vieja casona familiar, una de las 1200 casas declaradas patrimonio histórico por la municipalidad de La Plata, en un espacio cultural, con la intención de poder mantenerla en uso.
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La situación llegó al extremo hace una semana. El martes, Morosi llegó a Casabierta y encontró que la entrada de uno de los galpones donde almacenan objetos de la colección del museo estaba forzada: “No era la primera vez que nos robaban, pero me sorprendió la saña. Habían roto vidrios, focos, y revolvieron todo buscando cosas para robar”, recuerda Pablo, que al día siguiente fue a hacer la denuncia. Cuando volvió, esa misma tarde, se encontró con que, nuevamente, habían entrado: “El segundo robo en dos días. Esta vez intentaron sin éxito entrar en la casa principal. Cortaron todos los cables de electricidad para desactivar las alarmas, y rompieron la ventana de vidrio repartido de la entrada con una piedra”.
Entre las cosas que perdió en los robos había mobiliario de jardín, herramientas de jardinería, lámparas antiguas, vajilla y otros objetos de la vida cotidiana de 1930-1950 que eran parte de la exhibición del museo.
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Aunque desde que comenzó la pandemia ya sufrió cinco robos, en los cuatro años que funcionó Casabierta no hubo ningún hecho de inseguridad. Allí se hacían muestras itinerantes, talleres literarios y de teatro, y otras actividades culturales. Pero con el comienzo de la pandemia, la falta de actividad cambió las cosas.
“La casa está ubicada en el barrio El Bosque, una zona universitaria, y como todos los estudiantes volvieron a sus lugares de origen todo quedó muy vacío. Creo que eso, sumado al cierre de Casabierta por la pandemia, contribuyó a que los ladrones sintieran que podían robar más fácilmente”, elabora Morosi.
Además, a eso se le sumó una particularidad de la propiedad: “El patio de la casa da a las vías, que es por donde entran los ladrones. Cuando denuncié, los policías de la municipalidad me dijeron que no podían patrullar por ahí porque es jurisdicción federal”, cuenta el periodista, resignado.
Esa es solo una de las excusas que Morosi tuvo que escuchar de la policía: “Me dicen también que se trata de menores, que no pueden hacer nada, pero ¿Cómo saben que son menores? Una vez mi hermano se cruzó con un ladrón en el patio, alcanzó a verle la cara y era un tipo grande”, reveló.
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Del municipio escuchó pocas soluciones: “Nos llama la atención la indiferencia del intendente Julio Garro, porque ya es una seguidilla de robos. Somos la primera casa patrimonial de La Plata que llevó adelante un proyecto de estas características, donde se movió mucha gente, creando un circuito de personas interesadas en la defensa patrimonial de la ciudad, pero evidentemente no es un tema que sea del interés del municipio”, se queja.
Por la falta de soluciones en el corto, mediano y largo plazo que ve, tanto en el aspecto de la seguridad como en el de una futura reapertura de Casabierta, la familia Morosi está considerando desprenderse de la casa: “La verdad es que todo esto desmotiva mucho. Un hermano mío ya está pidiendo que vendamos la propiedad y no sé si no acabaremos haciéndolo. Hoy estamos más cerca de cerrar Casabierta que de volver a abrirla”.
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