Más políticas de control
La población tiene armas de fuego en sus hogares por varias razones, entre ellas está la protección frente a la inseguridad, motivo que representaba el 53% de los casos de posesión de armas en una encuesta realizada por Ipsos en la Argentina. Sin embargo, como veremos, dicha solución puede terminar siendo parte del problema.
Para tener una idea de la violencia en general, y del uso de armas de fuego en particular, en la Argentina de 1997 a 2010 ocurrieron 44.819 homicidios, de los cuales el 71% fue realizado con armas de fuego, y hubo 42.594 suicidios de los cuales el 27% fue realizado también con armas de puño, lo que, sumado a los accidentes, hacen un total de 43.937 muertes producidas con armas de fuego, de acuerdo con el procesamiento que realizó el Ministerio de Salud.
Si bien dicha violencia tienen múltiples causas, en ciertos casos el fácil acceso a las armas de fuego agrava o hace posible hechos de violencia, que de otra forma no ocurrirían o serían menos letales. Tales como homicidios por peleas entre familiares o vecinos, suicidios impulsivos de adolescentes o accidentes. A su vez, delincuentes de poca monta, al tener poca disponibilidad de armas de fuego, pueden cometer delitos con medios menos riesgosos o incluso desistir de hacerlo.
Respecto de su supuesta utilidad para defenderse del delito, y si bien hay excepciones, es de resaltar que la mayoría de los homicidios en ocasión de robo se producen al resistirse la víctima, y si es con armas de fuego ello puede generar una situación completamente fuera de control. Los numerosos casos de policías fuera de servicio, y en teoría especialmente entrenados, que mueren al resistirse a un robo sirven de ejemplo.
Las armas en los hogares representan un problema adicional, ya que son una de las fuentes del mercado ilegal. Un estudio realizado por Pablo Dreyfus, a partir de un registro de la provincia de Buenos Aires, señalaba que más de 125.000 armas habían sido denunciadas como perdidas o robadas por particulares.
Frente a estos problemas de violencia e inseguridad no cabe duda de que se deben llevar a cabo políticas integrales, sin embargo, las políticas de control de la proliferación y acceso a las armas de fuego pueden por sí contribuir a reducir o prevenir hechos violentos. De tal forma, la Organización Mundial de la Salud la considera como una de las principales estrategias de prevención en dicha materia.
Estas políticas de control de armas también deben ser amplias, al contemplar una adecuada vigilancia de los arsenales públicos, la restricción de acceso legal a las armas y evitar la existencia de arsenales privados, además de controlar debidamente las municiones, que son fungibles y que la criminalidad necesita su flujo continuo para actuar.
El autor es master en Políticas Públicas en la Universidad de Oxford y director de la Asociación para Políticas Públicas.
Diego Fleitas Ortiz de Rozas
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