Desembarco estatal en ocho villas copadas por narcos
El gobierno bonaerense intensificará su presencia en ocho villas del conurbano para quitar espacio a la presencia narco . Esos asentamientos son foco de intervenciones especiales tanto de las fuerzas de seguridad como de asistentes de desarrollo social de la provincia y la Nación, en un esfuerzo que María Eugenia Vidal califica como estratégico. Quienes conversan con la gobernadora afirman que ella plantea en esos lugares no solo desalojar a los vendedores de drogas, sino también revertir algunas tendencias socioeconómicas que abrieron brechas por donde se filtró una violenta cultura que coloca al jefe narco en la punta de la pirámide barrial, en especial como prestamista.
Las avanzadas gubernamentales empezaron a hacer pie en las villas Itatí (Quilmes), Puerta de Hierro (La Matanza), La Cava (San Isidro), Libertad (Almirante Brown), Costa Esperanza (San Martín), Garrote (Tigre), Porá (Lanús) y Carlos Gardel (Morón). "Vamos a mostrarles cada vez más a los vecinos de esos barrios que el Estado no los deja solos, que está cerca", comenta la gobernadora Vidal entre sus funcionarios.
El trabajo de acercamiento del Estado a los barrios más problemáticos del conurbano es monitoreado personalmente por la gobernadora Vidal, que mantiene contactos con varios referentes de esos lugares.
En una reciente entrevista con LA NACION, el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo , aseguró que "el narcotráfico es el padre y la madre de todos los delitos". A ese convencimiento llegó el funcionario por la palpable erosión que los vendedores de drogas causan en el tejido social de los barrios. Funcionarios bonaerenses que están al tanto de los pormenores de la intervención en villas detectaron que en algunos de esos lugares los jefes narco regalan incluso las fiestas de 15 para obtener la confianza de los vecinos. El precio menor es la complicidad o el silencio; la cuota más alta se paga con el ingreso de chicos al círculo de soldaditos-consumidores.
"En esos barrios los narcos asumen el papel de prestamistas. Vecinos que no tienen trabajos formales y no están bancarizados ven en el grupo narco la forma de obtener recursos de subsistencia", explicaron funcionarios bonaerenses que caminaron varias veces esos lugares.
El diseño de las intervenciones barriales tiene que ver con la decisión de cortar esa economía narco de subsistencia que contaminó las zonas sin importar demasiado el color político del municipio. En ese sentido, las villas enfocadas en este proyecto están ubicadas tanto en territorio oficialista como opositor. La gobernadora Vidal está convencida de la necesidad estratégica de sostener líneas de créditos blandos para los habitantes de esos asentamientos, como una forma de bloquear el papel social que había asumido el narco. Por eso la intervención no es solo policial, aunque la fuerza pública es necesaria para asegurar la continuidad en el lugar de otras oficinas gubernamentales.
Paso a paso
La intención oficial es pacificar los barrios calificados como peligrosos. No se copia el proceso realizado en favelas de Río de Janeiro, cuyo sistema funcionó hasta que el poder de fuego narco se volvió incontrolable y el ingreso policial en las favelas solo empezó a ser posible con blindados militares. La experiencia carioca de todas maneras es seguida de cerca. Vidal y sus ministros escucharon más de una vez a José Beltrame, quien fue secretario de Seguridad de Río de Janeiro durante una década y el mentor de la "pacificación".
El primer paso en la intervención barrial en Buenos Aires es el ingreso de grupos especiales policiales para enviar mensajes simbólicos. Se busca tomar el búnker narco emblemático del lugar para demolerlo. En algunos casos esas casas de venta de droga fueron apropiadas para instalar una oficina pública. Una forma de decir: "Acá está el Estado". En paralelo, los funcionarios trabajan con referentes locales para conocer el deseo social más inmediato, en lugares desbordados por carencias, para que los vecinos comprueben enseguida que no es el narco el sostén local. "A veces alcanza con un gesto mínimo para dar ese primer paso, como limpiar terrenos o abrir una calle", comentaron quienes escucharon directamente a vecinos.
Cada uno de esos ocho asentamientos tiene realidades diferentes. Distinto es el trabajo sobre 300 familias en la villa Porá, en Lanús, que sobre las 600 que habitan en Puerta de Hierro, en La Matanza. En ese último enclave es mayor la violencia y las redes de distribución de drogas están muy consolidadas. Incluso la Gendarmería trabaja alrededor de ese asentamiento ubicado en las inmediaciones de la avenida Crovara y la estación ferroviaria Villegas, en la localidad de Ciudad Evita. Los funcionarios bonaerenses conocen que allí el narco no enfrentará directamente a la fuerza pública, pero sí que conspira por los estrechos pasillos para colocar a los vecinos contra el Estado.
La instalación de un puesto sanitario en el lugar ocupado antes por un búnker narco es una de las prioridades de Vidal. En Puerta de Hierro se hizo más fuerte en los últimos meses también la presencia de la Iglesia con una voz potente escuchada por los adolescentes. Según oficiales que conocen muy bien ese conflictivo barrio, la parroquia local empieza a ser un centro de contención para los jóvenes y eso altera los nervios –y el negocio– de los narcos que en Puerta de Hierro tienen un eje de distribución similar al visualizado en la villa 1-11-14.
Las autoridades bonaerenses también observan lo realizado en barrios de similares características en la ciudad de Buenos Aires. Cuentan con el apoyo de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y de su par de Desarrollo Social, Carolina Stanley, que desplegaron sus equipos también en el conurbano.
La experiencia de intervención estatal en las villas porteñas es presentada con cifras concretas por el Ministerio de Seguridad de la Nación. Entre 2015 y septiembre de este año se registró un descenso del 93% de los homicidios en la villa 1-11-14. Tras varios procedimientos especiales y con una mayor presencia policial fuera y dentro de esa villa se pasó de 28 asesinatos en 2015 a dos crímenes este año. En la villa Zavaleta y en la lindera 21-24 la reducción también superó el 90%, con 12 casos en 2015 y solo uno este año; en la villa 31 el descenso de asesinatos alcanzó el 50% en ese período.
Las autoridades bonaerenses esperan bajar también los índices de violencia en las zonas intervenidas.
Oficinas móviles para llevar el Estado a los barrios
El programa específico para fortalecer el rol gubernamental en ocho de las villas más conflictivas del conurbano se complementa con el plan conocido como "El Estado en tu barrio", con fuerte presencia de asistentes sociales y personal del Registro Nacional de las Personas, con puestos de documentación. Esos operativos especiales se realizan durante cinco días en una docena de barrios; en la primera semana de este mes se instalaron las oficinas móviles de ese programa en la villa Puerta de Hierro, en La Matanza, uno de los barrios en los que se empezó a sostener una mayor presencia estatal para quitar territorio a los vendedores de drogas.
Operativo en un bunker
Con nueve allanamientos realizados en la villa Hidalgo, la policía bonaerense detuvo a los tres presuntos cabecillas de un clan familiar conocido como Los Ponce. Ese grupo intentaba controlar la venta de drogas en el asentamiento ubicado en la localidad de José León Suárez, en San Martín. Uno de los operativos fue concretado en el búnker que ese clan había instalado en la villa Hidalgo. En una precaria construcción, los narcos habían reforzado la puerta de un corredor y contaban con una pequeña ventana en una pared, usada para negociar con los clientes.
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