Paulina Lebbos: la otra María Soledad Morales
Pasó más de una década entre un crimen y otro, pero sus muertes quedaron enlazadas por la impunidad y las numerosas irregularidades de las investigaciones contra las que tuvieron que luchar sus familias
En la mañana del domingo 9 de septiembre de 1990, en un descampado a la vera de la ruta nacional 38, a pocos kilómetros de la capital de Catamarca, fue hallado el cuerpo de una joven. Estaba boca abajo y a simple vista se notaba que había sido víctima de una golpiza. Tenía heridas en el cuello y el cráneo destrozado y desgarros en su zona genital. Le faltaba el cuero cabelludo y las pocas prendas que conservaba estaban rotas.
Luego se constataría que la víctima era la joven María Soledad Morales . El crimen se convirtió en un caso emblemático que marcó la década del 90.
Dieciséis años después, cuando la imagen de la adolescente de 17 años destrozada con saña había quedado casi en el olvido, cuando parecía que todo ese horror era algo del pasado, el cuerpo de otra joven fue encontrado a la vera de una ruta, esta vez en Tucumán. Tenía apenas unos años más que María Soledad. La nueva víctima fue identificada como Paulina Lebbos .
Por muchas macabras coincidencias, se dice que Paulina es la María Soledad de Tucumán. Ambas jóvenes habían salido con amigos y fueron vistas con vida por última vez en esa noche. Ambas fueron encontradas muertas a la vera de un camino, les faltaba la cabellera, tenían destrozada la zona genital.
En ambos casos corrieron versiones sobre fiestas privadas que involucraban a los "hijos del poder". De paso, cada crimen sirvió para desacreditar a la juventud en general con críticas a la nocturnidad y sus excesos. En Catamarca fue el propio Jefe de Policía quien reclamó a los padres que tuvieran más control sobre sus hijos. En Tucumán, el gobernador José Alperovich tomó una medida concreta: decretó que todos los locales bailables y bares debían cerrar a las 4.
Tras las muertes, hubo movilizaciones en reclamo de justicia en ambas provincias. En Catamarca se organizaron "Marchas del Silencio", encabezadas por los padres de María Soledad y la monja Martha Pelloni. En Tucumán, los reclamos de Alberto Lebbos se convirtieron en marchas contra la impunidad, que realiza todos los martes junto a otros familiares de víctimas.
Por la causa María Soledad Morales pasaron siete jueces de instrucción, dos tribunales de justicia y casi 300 testigos en siete años. La causa de Paulina Lebbos va por el tercer fiscal, cientos de testigos y hay más de 10.500 fojas en un expediente que en siete años no apuntó hacia ninguna pista en concreto.
El caso María Soledad desentrañó los vínculos entre el poder político y la impunidad en Catamarca. El crimen significó la caída del clan Saadi.
Durante la investigación del crimen de Paulina, algunos funcionarios de Alperovich abandonaron sus cargos, aunque en los primeros siete años de la investigación, ninguno fue citado por la justicia.
Los casos parecen tener tantas similitudes, que en febrero de 2013, cuando se cumplió otro año del crimen de Paulina, Alberto Lebbos se reunió con Ada y Elías Morales y lloraron juntos.
Ocho años pasaron del crimen de Paulina Lebbos. Recién en diciembre del año pasado hubo movimientos concretos en la investigación: cuatro policías fueron condenados por encubrimiento y dos hombres fueron detenidos por su presunta participación en el homicidio.
La causa aún no está cerrada, pero el hecho de que un fiscal haya desempolvado la enorme cantidad de papeles acumulados en el expediente renueva la esperanza de la familia de la joven. "Tantos años de lucha parecen comenzar a dar su fruto", dice Alberto Lebbos. "Justicia por mi mamá", pide Victoria, la hija de Paulina, hoy de 12 años.
Dos casos tristemente impactantes, el de María Soledad y el de Paulina, que marcaron con sangre la historia argentina.
Este texto está basado en un capítulo del libro
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