Presentan ante un equipo de la ONU diez casos de brutalidad policial contra adolescentes
El Comité de Derechos del Niño del organismo revisará las actuaciones de la gestión vigente con objeto de hacer recomendaciones al Estado; la exposición la hará la ONG La Poderosa
Cacheos que no corresponden, allanamientos sin órdenes judiciales, decomiso de drogas del que no queda registro, armado de causas y el uso de picanas y otros métodos de tortura integran el listado de actos de violencia uniformada contra menores en barrios pobres de todo el país, según un informe de la organización social La Poderosa que hoy será ampliado durante una audiencia en Ginebra ante el Comité de Derechos del Niño de la ONU.
El relevamiento, presentado en conjunto con el Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (Codesedh), denuncia las violaciones del Estado argentino de los artículos 37 y 40 de la Convención de los Derechos del Niño a través de 10 casos testigo ocurridos entre diciembre de 2015 y junio de este año.
A los efectos correctivos, se presentan casos reportados durante gestiones gubernamentales vigentes. Los Estados que suscriben la convención suministran al comité que supervisa su aplicación resúmenes periódicos sobre la manera en que se ejercitan esos derechos. El organismo los examina y expresa sus preocupaciones y recomendaciones en forma de "observaciones finales". Además, el comité analiza los informes alternativos que elaboran diferentes organismos de derechos humanos. En ese contexto se realizaron reuniones de consulta e intercambio y se convocó a La Poderosa para exponer sus reportes.
Fuentes del Ministerio de Seguridad dijeron a LA NACION que opinarán sobre los casos luego de escuchar la exposición en Suiza.
El documento fue elaborado -en coordinación con el CELS y la Procuración contra la Violencia institucional, Procuvin- a través del registro de control popular de las fuerzas de seguridad. Este registro nació en 2013, luego del asesinato de Kevin Molina, de 9 años, en la villa Zavaleta, de la Capital. El 7 de septiembre de ese año, uno de las 150 tiros que se cruzaron dos bandas narcos perforó la cabeza de Kevin, que en vano se había escondido, aterrado, debajo de una mesa. El enfrentamiento duró tres horas y se desarrolló a menos de 50 metros de dos puestos de la Gendarmería, fuerza que dependía de Sergio Berni. A pesar de que hubo al menos nueve llamadas al 911, las fuerzas no intervinieron.
"El asesinato de Kevin fue un antes y un después. Era el quinto chico que nos mataban. Nos planteamos que ya no podíamos hacernos los sorprendidos, que lo que estábamos viviendo era una dinámica habitual y que no queríamos acostumbrarnos a velatorios con cajones chiquitos donde los pibes del barrio llevaban juguetes en vez de flores", explica Ignacio "Nacho" Levy, referente de La Poderosa y uno de los oradores designados en Ginebra.
De los hechos listados en el informe (dos en la Capital y en Santiago del Estero, y el resto, en Buenos Aires, Córdoba, Salta, Tucumán, Chaco y Mendoza), el más emblemático es el que sufrieron Iván Navarro y Ezequiel Villanueva, el 24 de septiembre del año pasado, en la villa 21-24.
"Era sábado a la noche. Acompañaba a Ezequiel hasta la casa de la abuela. Íbamos caminando cuando se nos acercaron unos policías de la Federal con las armas en las manos. Nos pidieron que nos quedáramos quietos y después nos pusieron contra la pared. Nos preguntaron qué hacíamos ahí y si el celular que yo tenía era mío. Les dije que les daba el número para que me llamaran, pero ni me contestaron. Para nosotros es normal que nos paren para revisarnos y «verduguearnos», así que me quedé tranquilo esperando a que nos dejaran ir. Pero cuando pasó más tiempo y no nos soltaban me empecé a preocupar", contó Iván a LA NACION.
Ezequiel e Iván, de 15 y 18 años, no entendían nada. Y la llegada de la Prefectura empeoró las cosas. "Llegaron un montón -dijo Iván-, en patrulleros y en cuatriciclos, y estuvieron un buen rato dándonos con los palos, diciéndonos «negros de mierda», mientras los policías miraban. Metieron a Ezequiel en un baño de una garita para seguir pegándole y a mí me subieron a un móvil. Se reían, escuchaban música y me decían que me iban a matar y a tirar al Riachuelo."
Los prefectos volvieron a juntar los a la orilla del río. Iván recuerda que uno sacó un cuchillo y se lo apoyó en la garganta. Vio a otro llevarse a su amigo. El estampido de un disparo le heló la sangre. Contó Iván: "Pensé que habían matado a Ezequiel, porque cuando volvió a aparecer el que sostenía el arma me preguntó dónde quería el tiro. Me gatilló en las rodillas y otras partes del cuerpo varias veces. Después me sacó la cadenita, las ojotas, la campera y me hizo sacar las medias, pero sin usar las manos. Me obligó a hacer flexiones mientras me saltaban encima. Antes de dejarme ir me dijo que rezara el padrenuestro si no quería que me matara".
A un año de aquella noche, seis prefectos esperan el inicio del juicio por "imposición de torturas y robo con armas" en un pabellón del penal de Marcos Paz. Hoy, el caso será contado, una vez más, pero en Suiza.
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