Ni para los acusados ni para Los Dragones: la cancha del rugby del penal de Dolores, sin uso
DOLORES (enviado especial).– La cancha de rugby que da sobre los fondos de la Unidad Penal 6 se ve a lo lejos desde las ventanas del pabellón de la planta alta donde conviven los diez acusados por el homicidio de Fernando Báez Sosa que están alojados aquí desde anteanoche y que hoy esperan la primera visita de sus familiares, prevista para las 17.
El reencuentro en vivo con una imagen vinculada al deporte que los relacionó y apasiona les llega en el escenario menos esperado. No pisarán el poco césped que tiene ese campo de juego que mantiene las haches en cada extremo pero que hace algunos meses nadie utiliza. Ni siquiera Los dragones, equipo de esta cárcel que encontró en la pelota ovalada una distracción y también la posibilidad de cruzar los muros a competir con internos de otras unidades del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).
Los diez acusados están juntos, sin contacto con otros reclusos. Se les reservó un sector de uso exclusivo, en medio de donde coinciden todos los detenidos que están en tránsito. Aquellos que no tienen prisión preventiva permanecen allí, preservados de cualquier cruce con los que tienen su situación judicial más comprometida o que ya cuentan con una condena firme.
Con el paso de sus familiares por la unidad penal recibirán por primera vez lo que en la jerga carcelaria se conoce como "la morocha", la bolsa con víveres que suele convertirse en un botín perseguido por los demás internos. Todo indica que, al menos por el momento y en las actuales condiciones, esos insumos no correrán riesgos.
Pero también es cierto que el relativo aislamiento que se les dio por su vinculación con un caso de semejante trascendencia pública no los privará de empezar a respirar, ver, sobre todo, oír el clima propio de este ambiente dominado por rejas, cerrojos y decenas de agentes que van de aquí para allá, tanto puertas adentro como en el perímetro del edificio que ocupa dos manzanas sobre el frente norte de esta ciudad.
Aseguran que ya pudieron escuchar algunos gritos desde los niveles de calle, donde hay otros pabellones en los que están alojados los presos acostumbrados a la dinámica intramuros. "Si se asoman por su ventana y miran hacia abajo ven a una parte de los internos que llevan aquí un buen tiempo", confió una fuente con acceso a esta unidad penal.
Por experiencia, este vocero anticipa que desde esa planta baja no tardarán en pedirles, siempre a los gritos, yerba, azúcar o cigarrillos, insumos prioritarios dentro de esta población carcelaria de más de 800 encausados que conviven en un espacio pensado para poco más de 300.
Fuentes consultadas por LA NACION aseguran que la cancha de rugby en la que entrenaban Los Dragones casi no se usa. Advierten que hubo "algunos cambios" en la dinámica de las actividades desde la asunción de las autoridades provinciales.
Los Dragones son una formación con internos de buena conducta a los que se les dio la oportunidad de integrarse desde el deporte. Los han llevado a competir contra la Unidad Penal 15 de Batán, que tiene a su equipo, Oktubre, o con el más conocido, Los Espartanos.
Por eso la posibilidad de realizar actividades físicas y algún deporte se limita a dos espacios recreativos que tiene la unidad penal, uno con una cancha de bochas y otro con una de fútbol, sin dudas la más elegida. "Se dan patadas a lo loco", aseguró la misma fuente.
Los diez acusados por el asesinato de Báez Sosa comparten un mismo espacio y se reparten en cinco cuchetas con diez camas. No es un ambiente construido en los últimos días para ellos sino que se montó hace tiempo, siempre para detenidos "de paso".
Sí deberán moverse a la hora de higienizarse. En su lugar solo disponen de un pequeño baño para hacer sus necesidades, por lo que para las cuestiones de aseo profundo deberían ser derivados al sector de duchas de un pabellón común, siempre en horario distinto al del resto de los internos. Será tal vez el primer contacto directo con un posible escenario cotidiano que pueda esperarle a, al menos, quienes aparecen más comprometidos en la causa.
Por Darío Palavecino (enviado especial)
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