Testeos con muestras que no fabricaron
Los chalecos antibala que empezó a recibir la Policía Federal no sólo registran traumas mayores a los máximos fijados para la fuerza en sus últimas licitaciones. Personal del Laboratorio del Ejército Argentino verificó también que el chaleco de "muestra" ofrecido para el segundo testeo no coincide con la "muestra testigo" del mismo modelo que se aprobó en 2005 y cuyas pautas debían copiarse a la perfección.
"Comparada la muestra testigo [de 2005] con el chaleco ensayado [el actual], la cantidad de capas de panel balístico corresponde con la muestra testigo, [pero] no así en su configuración, ya que posee dos insertos no removibles, distinta funda exterior y diferentes costuras en el panel balístico", expusieron los tres miembros del laboratorio a cargo del testeo, según consta en la copia del informe que obtuvo LA NACION.
"Ya sólo por eso, los chalecos debían ser rechazados", explicó uno de los expertos consultados por LA NACION, quien suele realizar peritajes balísticos para la Justicia. "Una de las obligaciones básicas es que los chalecos que se fabriquen sean de idéntica construcción y características que la unidad que aprobó el test en 2005. Y éste no es el caso", destacó.
Sin embargo, la ministra de Seguridad, Nilda Garré, ya registra problemas anteriores al comprar chalecos antibalas para la Policía Federal y otras fuerzas de seguridad. El año pasado, recurrió a Israel para comprarlos por una suma multimillonaria, pero también resultaron defectuosos, según consta en otros documentos a los que accedió LA NACION durante los últimos meses y de la que habría participado el hermano de la ministra, Raúl Garré, quien renunció como jefe de gabinete de esa cartera en los últimos días.
"Los prototipos de chalecos antibalas marca IMI [Israel Military Industries Ltd.], modelo ASA 220 según apartado 4, NO SON APTOS COMO PROTECCIÓN ANTIBALAS [en mayúsculas, en el original] para los calibres que fija el nivel RB3", concluyeron los tres expertos del Laboratorio de Armamentos del Ejército que completaron los ensayos balísticos y firmaron el informe, el 24 de octubre de 2011, que obtuvo este diario.
Esos ensayos incluyeron testeos balísticos de frente y espalda, y se probaron secos y húmedos. ¿El resultado? Los chalecos de IMI arrojaron traumas de entre 27,2 y 36 mm.
Así, por las falencias detectadas, el Registro Nacional de Armas (Renar) le notificó en diciembre pasado al representante local de IMI, Claudio Kiperman, de la firma Safety International SA, que el material testeado "no cumple con las exigencias como blindaje antibala para el nivel RB3 de la norma Renar MA.01-A1", según firmó el jefe del Departamento de Materiales Controlados del organismo, Fernando Tresoldi, como consta en la copia que obtuvo LA NACION.
Esa norma MA.01-A1 del Renar es la que está hoy en vigor, pero es la que el Ministerio de Seguridad decidió obviar para los nuevos chalecos que en las últimas semanas se comenzaron a repartir en la Policía Federal. Optó por recurrir a la norma anterior, la MA.01, ya derogada.
De todos modos, la protección ofrecida a las fuerzas de seguridad acumula problemas recurrentes no sólo a nivel nacional. La policía bonaerense, por ejemplo, afrontó un cuadro similar con el blindaje de 2500 patrulleros. Les entraban las balas que debía detener.
Tras el estallido del escándalo en 2004, la empresa proveedora Igarreta SA acordó volver a blindar los patrulleros, sin costo adicional, mientras que en 2009 se elevó a juicio oral la acusación contra el dueño de esa firma, Ramón Igarreta, y un subcontratista, Italo Lattanti. Se los acusó de fraude en perjuicio de la administración pública por más de 2,5 millones de dólares.
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