Un conductor borracho le arrebató a su familia y ahora pide que lo condenen
"Me quedé solo en nuestra casa", suspira Hugo Martínez. Su voz, al otro lado del teléfono, no es inmune al dolor que lo embarga desde el 2 de septiembre de 2016. Antes de ese día solía ser un hombre feliz. En la vivienda que compartía junto a su mujer. María Valeria Moravito, de 34 años, sobraban las risas. Con apenas dos años, la pequeña Clara era la alegría del hogar. Y pronto, una nueva nena llegaría a sus vidas. Inés crecía hacía 32 semanas en el vientre de su mamá. Pero ahora Martínez ya no tiene con quién jugar, a quién acariciar. No conoció a su segunda hija y perdió a su compañera y a su primogénita. Vive en soledad, en ese mismo inmueble que había construido en familia, desde que sus hijas y su pareja murieron en un incidente vial, arrolladas por un conductor alcoholizado.
Cuando el próximo martes comience el juicio oral contra el acusado en los tribunales de Junín, Martínez estará muy acompañado; es lo que más necesitará. Sus allegados, amigos y vecinos de la ciudad bonaerense de Arribeños estarán a su lado para pedir "Justicia por ellas", para no dejarlo solo en ese momento en el que revivirá aquella jornada en la que una parte de él también murió en la ruta provincial 65.
Esa noche de septiembre, hace casi tres años, Valeria, que estaba embarazada, conducía su Peugeot 207 Compact desde General Arenales hacia Arribeños. Había ido a pasar el día con su hermana y regresaba a casa. La acompañaba Clara, sentada en su correspondiente butaca sujeta en el asiento trasero del coche. Ambas llevaban puestos sus cinturones de seguridad. Pero a las 20.30 una camioneta Ford F100 que circulaba por la mano contraria se cruzó intempestivamente de carril y las embistió. El impacto fue a la altura de la puerta delantera derecha del Peugeot.
Ni la madre ni las hijas -Clara y, en su vientre, Inés- sobrevivieron al choque. Al volante de la camioneta iba un hombre de 53 años, oriundo de Junín. "Se le tomaron tres muestras al conductor Abel Lucero. Los peritajes constataron que tenía 1,6 gramos de alcohol en sangre", cuenta Martínez a LA NACIÓN. Más de tres veces por encima del máximo permitido.
Hugo, que las esperaba en su hogar, recibió un llamado de la tía de Valeria. Estaba preocupada porque sabía que la mujer estaba en viaje en la ruta y escuchaba la sirena de los bomberos. Martínez marcó el número del celular de su mujer y oyó algo que no podía creer. "No dejen pasar a nadie. Acá hay gente fallecida", decía una voz masculina que respondió la comunicación de manera involuntaria. Cuando llegó al lugar se encontró con la peor de las escenas. "Era mi gente. Mi mujer, mi Clarita…mi inocente y vulnerable nena, mi reina, mi familia entera…las tres", escribió en una petición que subió a Change.org un año después del hecho para reclamar por justicia. Entonces agregaba, con la emoción a flor de piel: "Desde hace un año hay una casa vacía, juguetes que ya no se usan, camas y cuna vacía. Porque fueron atropellados todos nuestros sueños […]".
Juicio por el incidente vial
El acusado llega al juicio en libertad, luego de que la Justicia hiciera lugar al pedido del abogado defensor y considerara a Abel Lucero autor de homicidio simple con dolo eventual. La fiscal Vanina Lizaso, en cambio, había requerido que se lo imputara por homicidio simple.
"Se hace muy pesada la vida. Es una mochila que cargo todo el tiempo, desde que me levanto hasta que me acuesto. La llevo al trabajo, a las reuniones con mis amigos", cuenta Martínez. Aunque suele ser difícil recorrer los ambientes de su casa, que ya no tienen tanto bullicio, prefiere permanecer allí, solo. "Es nuestro hogar", dice, y en su memoria permanece intacto ese último almuerzo que compartieron en familia aquel viernes fatal.
Como si fuera poco, la tristeza y la sensación de soledad de Hugo se acrecentaron siete meses después del incidente vial, cuando falleció su madre: "No pudo soportar el dolor. Ella era quien cuidaba de Clarita por la mañana antes de llevarla al jardín, mientras nosotros trabajábamos". A días del juicio, Martínez, que hoy tiene 44 años, tiene fe: "Confío en la Justicia. Estos actos de irresponsabilidad no pueden quedar impunes".
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