Una década narcotizada y dormida
En poco tiempo el kirchnerismo cumplirá 11 años de Gobierno. Se podrán discutir los avances o retrocesos del Frente para la Victoria (FPV) en algunas áreas; sin embargo, están las que no admiten cuestionamientos y que la realidad irrefutable las muestra en un estado de situación mucho más grave y con una inacción política pavorosa, como es el caso de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar).
Nadie puede negar que en nuestro país, en la última década, crecieron el consumo, el tráfico y la producción de sustancias ilegales. Por esto es que hablamos de década narcotizada, adormecida, sin acción, con la gravedad que esto supone, porque en este tema no hacer nada es empeorar día tras día.
Durante los años de gobierno kirchnerista, la Sedronar contó con varios secretarios: la primera gestión fue la del santacruceño José Granero, y a juzgar por los 90 meses que se sostuvo en el cargo, su gestión parece haber conformado tanto al presidente Néstor Kirchner como a su sucesora. Fue un período "catastrófico": políticas segmentadas, sin coordinación y atadas a paradigmas importados y obsoletos. A esto podemos sumarle la gravísima interna que Granero protagonizó con el entonces ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, el inexistente presupuesto asignado y escándalos como el del hallazgo de siete kilos de cocaína en una camioneta oficial.
Política pendular
Después vino Rafael Bielsa y giró 180 grados la visión del organismo, agregando un nuevo elemento no recomendado: las políticas pendulares. Pero Bielsa no pudo o no quiso generar grandes cambios y a los 14 meses se fue. Mantuvo una constante con Granero: el paupérrimo presupuesto y las dificultades de coordinación con otras áreas. Los posteriores meses con el "interinato" de Julio Postiglione sólo dejan en evidencia el desconocimiento sobre qué hacer o la falta de priorización del tema para el Gobierno.
Hace poco fue designado el sacerdote Juan Carlos Molina, quien comenzó su gestión con denuncias a sus antecesores y con la novedad de que la Sedronar sólo se ocupará de prevención y asistencia, ya no de la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, el registro de precursores químicos (pilar junto con la detección del lavado de dinero, de una política real contra el narcotráfico) sigue bajo su órbita. Otro indicio de improvisación.
El narcotráfico es hoy la principal amenaza de las democracias latinoamericanas. El crimen organizado no sabe de límites y su desarrollo no tiene techo. Avanza de la mano de la inacción o la complicidad de actores políticos, judiciales o agentes de seguridad, pero también avanza construyendo su legitimación social y la formación de su propia cultura.
El Gobierno se debate entre improvisaciones y contradicciones. La última postura de uno de sus mayores referentes, el gobernador Scioli, con respecto a la participación de fuerzas militares en este tema es un claro indicador. ¿No sabe el gobernador que las leyes argentinas lo prohíben? Tratar con superficialidad este tema también es funcional a su desarrollo.
Entonces a despabilarse, a actuar, a diagnosticar y a ejecutar políticas serias.
Fabián Peralta
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