Una frontera caliente dominada a tiros por las mafias brasileñas
En Pedro Juan Caballero, centro neurálgico de la logística narco, son comunes los tiroteos y las muertes por las disputas de territorios; la corrupción está en todos los estamentos del Estado
PEDRO JUAN CABALLERO, Paraguay.- A Jorge Rafaat lo habían intentado matar en marzo, pero el ejército de más de 50 escoltas que lo acompañaba a todos lados evitó la emboscada. El 15 de junio pasado este capo narco brasileño, que dominaba el territorio de cultivo y distribución de marihuana en el norte de Paraguay, no pudo sortear la muerte, a pesar de que se movía con más guardias y en una camioneta Hummer blindada que había comprado en Estados Unidos.
Rafaat, quien enfrentó una causa por tráfico de marihuana en Florianópolis, en Brasil, murió de 16 disparos de una ametralladora antiaérea calibre 50, que estaba afirmada en la caja trasera de una camioneta Toyota Fortuner blanca que, meses antes, había sido robada en la Argentina. Esa noche del otro lado de la frontera, separada por una avenida, el gobierno brasileño desplegó tres tanques del Ejército ante el temor de que la batalla narco continuara.
El miedo en Pedro Juan Caballero deja vacíos los comentarios sobre este asesinato, aunque por lo bajo algunos apuntan a que detrás del tiroteo estuvieron los sicarios del Comando Vermelho.
La trama del crimen de Rafaat es una pincelada más de cómo la muerte deambula esta localidad de 125.000 habitantes que es la más violenta de Paraguay, con 199 homicidios en 2015. Pedro Juan, como le dicen los paraguayos, es fronteriza de Pontá Porá, Brasil. Es una frontera seca, sin ningún control aduanero ni migratorio.
Los ajustes o venganzas o mensajes mafiosos siempre se concretan del lado paraguayo, donde la corrupción y la influencia de estos grupos narcocriminales supuró todas las instituciones, desde la justicia al gobierno y a los empresarios, muchos de ellos camuflados de ganaderos, pero que en definitiva también están subidos al universo narco.
El narcotráfico se metió hasta en la forma de vestir, en la música, donde se escucha en las calles una mezcla de narcocorrido y chamamé electrónico con letras que repiten la jerga narco, y las construcciones de las casas, tapadas con murallones de más de dos metros con inmensos guardias de seguridad.
En la zona selvática cercana a la cabecera del departamento Amambay, se distribuyen los campos más grandes de marihuana del país, cuyo manejo está en poder desde hace más de una década de dos organizaciones brasileñas muy poderosas como son el Primer Comando Capital y el Comando Vermelho.
El poder de estos grupos criminales supuró la vida política de esta localidad, donde la muerte "ordena". A un dirigente político, que ruega que no se publique su nombre, le amputaron las piernas tras recibir más de diez balazos. Su casa es un búnker, repleta de cámaras de seguridad y puertas blindadas.
En diálogo con LA NACION, el presidente del Senado paraguayo Roberto Acevedo, ex gobernador de Pedro Juan Caballero, explicó que "el narcotráfico invadió la vida política y atravesó la cultura de la ciudad". Hace seis años Acevedo sufrió una emboscada en la que dos de sus custodios fueron acribillados. Él recibió tres disparos y salvó su vida de milagro. Su auto fue blanco de 70 balazos. Dijo que ocurrió después de pronunciar el nombre de las dos organizaciones narco brasileñas. "Vivimos en una ciudad sin ley, sitiada por el narcotráfico que ha penetrado en la justicia, en la política y en todas las instituciones. Incluso, la propia gente ya toma con normalidad los homicidios, como si fueran una anécdota cotidiana y al rato se olvida".
"En Paraguay -según Acevedo es una realidad la narcopolítica. Tenemos diputados y muchos políticos del norte del país involucrados, que están financiados o mantienen relaciones muy importantes con los grupos narco". El propio Acevedo ha sido denunciado a través de los medios por los supuestos nexos que tenía con el famoso "clan" Jamil, que dominaba la frontera.
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