Video: el robo boquetero visto en vivo y en directo por la víctima
Eran las 3.34 cuando H. S. Y., un empresario surcoreano que posee una fábrica de accesorios para indumentaria en Flores, recibió una llamada telefónica de la compañía que tenía contratada para monitorear su empresa. La comunicación era para avisarle que se había activado la alarma de sensor de movimiento. El damnificado, con una aplicación instalada en su teléfono celular, pudo observar en vivo y en directo las imágenes de las cámaras de seguridad que mostraban cómo dos delincuentes, con linternas en mano, recorrían las oficinas y revisaban todos los cajones y escritorios.
Lo que no sabía H. S. Y. es que los delincuentes habían ingresado en su fábrica a través de un boquete de 60 por 45 centímetros que hicieron en la pared medianera con un depósito en desuso. Todo ocurrió el 1° de este mes a las 4.28. Por el hecho fueron detenidos dos sospechosos, que en los últimos días fueron procesados por el juez en lo criminal y correccional porteño Martín Yadarola por el delito de robo agravado por haber sido cometido en lugar poblado y en banda, con perforación de pared y con escalamiento, en grado de tentativa. Un tercer ladrón logró escapar, según informaron a LA NACION fuentes judiciales.
"En el caso bajo estudio ha quedado debidamente acreditado que los sospechosos, conformando un grupo de tres personas, previa planificación y mediante el despliegue de fuerza, realizando un orificio en la pared lindera, cortando barrotes de un enrejado y forzando cerraduras, así como subiendo por una escalera metálica de aproximadamente dos metros de altura que les facilitó el ingreso a un techo, intentaron sustraer elementos del interior del local propiedad de H. S. Y. situado en Argerich 724, Flores", sostuvo Yadarola en la resolución.
Según pudieron reconstruir los investigadores, los tres ladrones primero ingresaron en el depósito en desuso situado en Argerich 748. Lo hicieron luego de forzar una cerradura. Después fueron hasta un patio interno donde, utilizando una escalera metálica de dos metros de altura, lograron ascender hasta un enrejado interno que servía de protección. En ese lugar cortaron varios barrotes de hierro y así pudieron acceder al techo.
Una vez en la azotea, fueron hasta la pared medianera con la fábrica de H. S. Y., donde, con distintas herramientas, hicieron un agujero de 45 x 60 centímetros por donde al menos dos de los delincuentes ingresaron en el primer piso.
Mientras veía todo lo que sucedía en vivo y en directo, a través de una aplicación en su teléfono celular, H. S. Y. se comunicó con "el grupo de seguridad vecinal de la comunidad surcoreana" y fue hasta su fábrica, donde ya estaba personal de la Policía de la Ciudad que había llegado tras la activación de la alarma.
H. S. Y. y el personal de la Policía de la Ciudad ingresaron en la fábrica y descubrieron que las oficinas de la planta baja estaban desordenadas y la puerta que daba al entrepiso tenía la cerradura rota. En el lugar encontraron una mochila y dos destornilladores. Cuando subieron al primer piso descubrieron el boquete.
Cerca del boquete, según fuentes judiciales, se encontró un bolso de gran tamaño con 35 varillas o electrodos, una tenaza, una mecha, una punta metálica, cuatro llaves, una llave de fuerza roja, una agujereadora con batería, tres baterías, dos llaves francesas, tres barretas metálicas, tres cortafierros metálicos, dos masas con mango de madera, cinco destornilladores y una pinza de tipo alicate con mango de goma naranja.
Los policías también secuestraron una garrafa negra de un kilo, un tubo de gas de color azul con dos mangueras y en uno de sus extremos un soplete, dos mangueras con sus correspondientes válvulas y sopletes, dos pares de guantes negros, dos rollos de papel aluminio y dos mochilas.
Cuando H. S. Y. estaba por ir a la comisaría para hacer la denuncia, uno de los acompañantes de la víctima vio cómo salían del depósito vecino tres sujetos desconocidos; logró reducir a uno de ellos. El sospechoso gritaba: "Dejame ir, dejame ir, yo vivo acá".
Los otros dos quisieron escapar a las corridas, pero uno solo logró su objetivo. Su cómplice fue detenido por personal policial.