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 • HISTORICO

5 destinos para practicar deportes náuticos

Del miniturismo a los grandes viajes internacionales, lugares donde el verano tiene agua y actividad física




Aún cuando muchos aman las sierras y otros prefieren para sus vacaciones el turismo urbano, la mayoría de los turistas vernáculos tienden a peregrinar, durante su período de descanso, a un lugar donde haya agua. El mar, el lago, el río, hasta el arroyo son protagonistas del veraneo.
Pero no solo de refrescarse en el agüita vive el hombre. Y los deportes acuáticos están a la orden del día, en un rango de ubicación, dificultad, precio y estilo tan amplio que toda la familia puede encontrar un espacio para distenderse y a la vez ejercitarse en el agua.
Estos cinco destinos -desde cerquita hasta muy lejos, desde un boleto de colectivo hasta un ticket aéreo- son geniales para emprender este tipo de aventuras.

En canoa por el delta del Tigre

Cómo es el lugar: el delta del río Tigre es, ante todo, muy agreste, con sus sauces llorones asomándose desde la costa hacia las aguas mansas, aunque también tiene su lado pintoresco desde lo arquitectónico, con sus casitas isleñas, muchas antiguas y de estilo inglés.
Por qué lo elegimos: es una muy buena opción de miniturismo, a menos de cuarenta kilómetros de la capital, ideal para olvidarse del ruido de la ciudad
Lo imperdible: los paseos por el río, ya sea en lancha o en todo tipo de botes, incluyendo kayaks y canoas. Varias empresas organizan salidas para recorrer las islas (importante verificar que estén habilitados por el municipio). Delta en Kayak propone, para los mejor entrenados, salidas de cuatro horas en kayak o -para grupos familiares y gente mayor- de poco más de una hora en canoa. Además, los sábados por la noche organizan una navegación nocturna que termina en su recreo sobre el río Sarmiento, con pizza casera a la luz de las velas.
Cómo llegar: en colectivo (línea 60), en tren (Ferrocarril Mitre) o en auto (por Panamericana, ramal a Tigre).
Precios: las salidas diurnas cuestan $130 por persona, mientras que la nocturna asciende a los $300.

Esquí acuático en el río Paraná

Las motos de agua, un clásico de quienes quieren deportes acuáticos

Las motos de agua, un clásico de quienes quieren deportes acuáticos - Créditos: Pixabay

Cómo es el lugar: ancho, imponente, a veces caudaloso, el Paraná es una invitación a recorrerlo desde San Pedro hasta Santa Fé, parando en todas. Pueblitos pintorescos y ciudades históricas, todo a la vera del mismo río.
Por qué lo elegimos: el Paraná es una invitación a la aventura que, a su vez, tiene multiplicidad de ofertas turísticas: desde un spa en lo más retirado de San Nicolás hasta la cosmopolita Rosario.
Lo imperdible: la histórica San Pedro y sus plantaciones de cítricos; San Nicolás, con su arquitectura colonial y su santuario; Rosario y su siempre efervescente vida cultural y la histórica San Lorenzo, donde los Granaderos a Caballo de José de San Martín tuvieron su bautismo de fuego. A nivel gastronómico, la pesca local siempre es fresca y exquisita. En materia de deportes náuticos, abundan las motos de agua y es un gran destino para aprender y practicar tanto esquí acuático como su hermano más joven, el wakeboard. El CEAL (Club de Esquí Acuático del Litoral) tiene cede en Rosario y allí se pueden tomar clases. El sitio de la Federación Argentina de Esquí y Wakeboard publica además una amplia nómina de clubes para practicar estas actividades.
Cómo llegar: por la Panamericana, luego autopista Buenos Aires-Rosario, se puede llegar rápido en auto (con cuidado con los bancos de niebla en la zona entre San Pedro y Villa Constitución). Los micros de larga distancia salen de Retiro con regularifad. Aeropuertos, en Fisherton (en el conurbano rosarino) y en Santa Fe capital.
Precios: saciarse el estómago con la pesca local es algo que puede lograrse por menos de cien pesos por cabeza. Las clases de esquí acuático y de wakeboard varían según la ciudad y dependen de si el alumno tiene su propio equipamiento y su propia lancha, o si la escuela proporciona todo. De todos modos, como valor orientativo, las clases pueden costar alrededor de $ 500.

Mar del Plata sobre una moto acuática

Cómo es el lugar: ¿qué se puede decir de Mar del Plata que no se haya dicho? Es una micro-Buenos-Aires junto al mar (algún que otro marplatense habrá de ofenderse con la comparación): una ciudad bonita, con mucha oferta y buena infraestructura, a orillas del Atlántico.
Por qué lo elegimos: de todos los destinos cercanos a Buenos Aires sobre la costa atlántica, Mar del Plata es la ciudad más grande y con más cosas para hacer, además de ser un destino tradicional del turismo de clase media. Queda lo suficientemente cerca como para que el viaje no sea una travesía épica y lo suficientemente lejos como para sentir que se cambió de aire y, en muchos casos, justificar el no haber votado en una elección (lo cual es un buen parámetro para afirmar que un lugar está razonablemente lejos).
Lo imperdible: ir a comer al puerto es un ritual que debe cumplirse en forma religiosa (atención a las conservas que se venden en el puerto, hay cosas económicas y de muy buena calidad). Los locales de la cervecería Antares combinan sus productos artesanales con una carta sabrosa, abundante y económica. Playas hay para todos los gustos: desde céntricas, angostitas y multitudinarias hasta lejanas, anchas y mucho menos pobladas. Aún cuando la costa argentina no suele tener playas muy aptas para el surf -no hay olas realmente altas- tanto Playa Chica como las playas del sur son favoritas entre los amantes de las tablas. Una de las actividades más amigables para los que quieran acercarse al agua en un plan más aventurero es el alquiler de motos de agua.
Cómo llegar: en auto, por la Autovía 2 se llega a Mar del Plata en poco más de cuatro horas, respetando los límites de velocidad. Micros hay todo el año y con mucha frecuencia. El vuelo desde Aeroparque hasta Camet es tan corto que muchas veces ni vale la pena.
Precios: comer en el puerto opíparamente no baja de los $180 por cabeza. En Antares, con $150 se come y se bebe en forma más que decente. La botella de medio litro de cerveza suele rondar los $50 y, en los bares más coquetos de la zona Güemes es difícil tomar algo más que gaseosa por menos de $ 100. La coctelería está cara en todas partes.

Punta del Este: ciudad kitesurfer

Cómo es el lugar: glamour, paisajes paradisíacos, celebrities, una intensa vida nocturna, hotelería top y gastronomía de primer nivel, y todo a orillas de un mar muy azul. Punta del Este es un lugar para descansar, pero también para la actividad social, para ver y para hacerse ver.
Por qué lo elegimos: estar en Punta del Este es casi como estar en la costa argentina, pero con un paisaje más amable y con servicios operados y atendidos por la siempre presente cortesía uruguaya. Imposible pedir de ellos algo urgente -hacen todo con demasiada calma-, pero eso también es bueno para obligarse a desacelerar.
Lo imperdible: comer en los hoteles Mantra y Fasano, ir a bailar a Ovo -el club nocturno del Conrad- y probar el chivito de Rex son imprescindibles. Desde Punta Ballena hasta José Ignacio (y más allá, inclusive, hasta Garzón), rondeando la punta y remontando la costa atlántica, hay playas para todos los gustos. Aún cuando algunas playas -por ejemplo, en la zona de Manantiales- suelen prestarse para el surf, el favorito esteño desde hace varias temporadas es el kitesurf, un deporte adrenalínico y que requiere prepararse, pero que lo vale. Se enseña en lugares de aguas mansas, como las lagunas Garzón y José Ignacio -donde también se dictan clases de windsurf-, para que luego los experimentados puedan probarse a mar abierto. Como todo deporte que implica viento, cuanto peor esté el clima, mejor. Los días en que el turista medio huye de la playa, los kitesurfers invaden el agua. Lo que se viene: el stand up surf (o paddle surf) aún no es muy popular, pero está imponiéndose, sobre todo por su facilidad, que lo convierte en un deporte náutico ideal para toda la familia.
Cómo llegar: el viaje por tierra es largo pero pintoresco: hasta Gualeguaychú, cruzando a Fray Bentos por el puente San Martín y recorriendo toda la costa uruguaya. Buquebus va a Montevideo, se puede cargar el propio coche en el ferry y manejar hasta Punta del Este o tomar un micro. En avión de línea, hay vuelos regulares desde aeroparque. Con charters, aviones privados y helicópteros, tras pasar aduana y migraciones en algún punto habilitado, se puede aterrizar directamente en el aeródromo El Jagüel, más cercano a la ciudad.
Precios: comer en un lugar de cierto nivel por menos de 35 dólares por cabeza es un pequeño milagro y una buena cena puede triplicar ese valor (y multiplicarlo al infinito y más allá si se involucran vinos o espumantes). Para aprender kitesurf,las clases en Laguna Garzóncuestan unos 40 dólares por clase de dos horas y por persona. Las clases suelen ser individuales o, como máximo, de a dos. Usualmente, para aprender los básicos, es necesario tomar unas cinco o seis horas de instrucción. Las diferentes escuelas locales suelen tener paquetes y descuentos para quienes elijan hacer un curso completo.

California: como en una canción de los Beach Boys

Cómo es el lugar: toda la costa californiana es paradisíaca, pero las playas de Los Ángeles tienen ese encanto especial donde se entremezcla lo histórico y contracultural -allí nacieron, por ejemplo, The Doors- con el glamour hollywoodense y cierto kitsch estilo Baywatch.
Por qué lo elegimos: ir a las playas de Los Ángeles es como ser parte de una película (o de una serie, o de la letra de una canción de los Beach Boys) Además, hasta en invierno el clima es amigable. Siempre soleado, lo que para ellos es invierno, para nosotros es una tibia primavera con máximas de veinte grados. Y, por supuesto, con un traje de neoprene, se puede surfear todo el año.
Lo imperdible: Hollywood, Beverly Hills, Santa Mónica, los estudios de cine, la comida naturista, el sol como una constante. El surf es el deporte acuático más icónico. Playas recomendadas para practicarlo hay decenas (cientas, inclusive, si se tiene en cuenta toda la costa del estado de California), pero Manhattan Pier, Hermosa y Venice Beach están siempre entre las favoritas.
Cómo llegar: en avión, los vuelos directos a Los Ángeles son escasos. Los hay con conexiones vía Miami, Dallas-Fort Worth o Atlanta, pero se hacen largos. Ideal reservar con anticipación para conseguir buena tarifa y un vuelo que no dure, entre conexiones, un par de días.
Precios: se puede conseguir alojamiento en Los Ángeles por 50 dólares la noche, pero la decencia recién comienza a los cien. Los hoteles de cierta categoría comienzan a cotizarse entre los 200 y los 300 dólares la noche, y de ahí hacia arriba, en función de cuánto lujo implique. Tomar clases de surf y de paddle surf cuesta unos 150 dólares por cada lección, pero la mayoría de las escuelas tienen descuentos (y, si se busca lo suficiente, siempre hay alguna cuponera que permita comprar a mitad de precio o menos).

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