A las corridas: Pinamar y sus balnearios llegan al borde de la temporada con las reformas
Los turistas estaban sorprendidos por la presencia de grúas y vallados en Bunge y el Mar en la previa de Año Nuevo; la Municipalidad suspendió las obras y limpió el paisaje para el 31 a la noche
En los primeros días de aluvión turístico, los turistas que llegaban Pinamar para recibir el Año Nuevo en la costa se encontraron con que la típica postal de la rotonda de Bunge y Avenida del Mar incluía grúas, vallas, camiones y obreros que trabajaban a contrarreloj bajo el rayo del sol.
Los trabajos debían estar terminados para fines de diciembre, pero se atrasaron. Según la Municipalidad, esto se debió a factores administrativos, climáticos y a la “falta de cooperación” de la empresa que contrataron.
“Los trabajos exteriores se complican en estos ambientes. La obra está sobre el mar, así que no sólo son las lluvias sino también el viento”, dijeron ante la consulta de LA NACION. ¿Por qué empezaron en octubre y no antes? Cuestiones administrativas: “Los fondos venían de Nación y hasta que no se aprobó el pliego no se pudo comenzar. Sabíamos que terminarlo en tres meses era ambicioso, pero no podíamos esperar hasta el año siguiente para ejecutar el presupuesto que nos otorgaron”.
Una fuente del gobierno local aseguró que hubo faltas de parte de la empresa Ashoca, a cargo del parque de la rotonda del mar como de otras dos obras que emprendió la ciudad este año (reformas en los estacionamientos en la zona de Burriquetas y en el parque de Bunge y Marco Polo).
Parate para Año Nuevo
Un operario que trabajaba en el calor del mediodía del 30 de enero admitió a LA NACION: “Esto se re atrasó, tenía que estar terminado para esta época, todavía nos queda para una semana o dos semanas más”.
Los trabajos en el punto de encuentro por excelencia de la ciudad balnearia, donde se transmitían programas de radio y se reúnen las familias para ver los fuegos artificiales el 31 a la noche, empezaron a fines de octubre. El objeto de la obra, bajo la órbita de las direcciones de Espacios Públicos y de Obras Públicas, es la “puesta en valor de una zona degradada de la ciudad por falta de mantenimiento, que al mismo tiempo es el sitio más importante de Pinamar”, informaron.
El mismo día, en el gobierno se mostraron más optimistas y dijeron a LA NACION que la obra estaría “casi” terminada para el 6 de enero, aunque admitieron que quedarían “detalles pendientes”, que prefirieron no especificar.
Esa noche, Cecilia (62), que frecuenta Pinamar hace años, se mostró indignada mientras cenaba en una parrilla con su familia y amigos: “Cuando vimos la rotonda no lo podíamos creer, es el centro de todo el movimiento entre el centro y la playa y todavía está en obra. Me parece bien que arreglen, pero ahora a la noche está todo oscuro y es un peligro”. Su hija Sabrina (32) agregó, entre risas, mientras acomodaba a su beba de 8 meses en el cochecito: “Se acordaron un poquito tarde de arreglarlo”.
Hoy, a horas de Año Nuevo, el paisaje amaneció ligeramente diferente. Las vallas habían desaparecido y ya no había grúas, pero algunos obreros seguían moviendo escombros y había jardineros plantando flores.
“El parque de Bunge y playa va a estar abierto a partir de hoy, por más que le falten algunos detalles finales”, anunciaron desde la Municipalidad a este medio y aseguraron que ya tenían planeado suspender los trabajos para Año Nuevo, pero los arrancarán mañana mismo.
“Va quedar lindo, es una lástima que no hayan terminado a tiempo. Lo que habría que cuidar para Año Nuevo es que la gente no se tropiece con los adoquines que están apilados”, dijo a LA NACION un hombre de unos cincuenta años, que se sacaba una selfie con la hija.
“Está quedando todo muy bien, lástima que no hayan terminado a tiempo”, agregó una joven de 30 años que estaba sentada con el novio en el paseo.
Balnearios: del martillo al canapé
Mientras se ocupaban de los preparativos de comida, música y decoración para las cenas y fiestas de fin de año, el 30 de diciembre los dueños de algunos balnearios también daban directivas a albañiles y pintores que hace días corrían de un lado a otro desde la madrugada hasta el atardecer para terminar a tiempo las construcciones de los restaurantes y las instalaciones playeras.
Varios de los balnearios que fueron demolidos este año -en el marco de las adecuaciones edilicias del frente marítimo que empezaron en 2016 después de que Cambiemos asumió el mando de Pinamar- llegaron a terminar -o casi- sus obras a último momento.
Es el caso de CR, que para esta noche prepara una fiesta para 200 personas a 2500 pesos el cubierto, donde hasta ayer aún había obreros colocando las maderas de las escaleras de entrada y preparando el deck que da a la playa. También El Dorado, donde cenar costará 2300 pesos, estaba en plena obra en las instalaciones externas al restaurante. "Vamos a llegar sin ningún problema y esto va a ser una fiesta”, dijeron a LA NACION en CR.
Adiós definitivo a Estudio Playa
Quien no haya visitado la ciudad desde el verano pasado se percatará, además, de que la enorme estructura metálica desde donde Alberto Badía transmitía Estudio Playa, no está más. El “armatoste”, como lo llamó un funcionario local, se había derrumbado el verano pasado durante la famosa tromba marina que tuvo en vilo a la ciudad durante horas. Había dejado de emitir con la muerte del conductor y fundador, hace cinco años, y la decisión de la remoción estuvo a cargo de la empresa.
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