Absolvieron a un joven de un crimen que causó una pueblada
Fue en Lanús; estuvo dos años preso y acusa a la policía de armar la causa
El 30 de junio de 2003 Lanús era un polvorín. Un hombre había sido asesinado frente a la puerta de un jardín de infantes, mientras esperaba que saliera su sobrino. Enardecidos, unos 500 vecinos avanzaron sobre la comisaría para reclamar justicia. Al día siguiente, los indignados vecinos eran 2000 y nada los calmaba, excepto las promesas de seguridad y una rápida justicia.
La policía les dio tranquilidad siete días después, cuando detuvo a Osmar Paredes, entonces de 18 años, con antecedentes penales como menor, y lo acusaron de ser uno de los dos homicidas.
Pero ayer Paredes salió en libertad luego de estar dos años y dos meses preso, cuando la Justicia lo absolvió por el asesinato. Ahora, los que deberán explicar su actuación son los policías que investigaron el caso, a quienes el joven, en una entrevista con LA NACION, acusó de haberle armado la causa para descomprimir la protesta social, que casi termina con una comisaría en llamas.
El enojo vecinal se desató tras el crimen de Vilmar Godoy. El muchacho de 26 años había pasado por la casa de su hermana Roxana y fueron juntos a buscar a sus sobrinos a la puerta del Escuela Santa Fe, de Villa Industriales, en Lanús, a 300 metros de la comisaría 7a. de la zona.
A las 12, cuando estaba junto a su auto, dos delincuentes se acercaron, le sacaron las llaves y le dispararon en el pecho. El crimen provocó que se juntaran 500 personas esa noche frente a la seccional. Al día siguiente eran cuatro veces más los que protestaban. Y de nada valió que un comisario inspector, megáfono en mano, tratara de calmar a la gente. La inseguridad bonaerense le estallaba en las manos a Juan Pablo Cafiero, entonces ministro de Seguridad.
El subcomisario Carlos Molina fue relevado, junto a la plana mayor, de la seccional y en su lugar asumió el comisario Juan Carlos Carrizo, que prometió a Roxana justicia por el crimen de su hermano.
La policía trabajó rápido, pero no bien. El 3 de julio, a la 1.30, ya aparece declarando en el sumario policial el oficial inspector Héctor Quanini, que dice que sus trabajos de inteligencia le permitieron saber que los homicidas eran Osmar Paredes, conocido como Guachín, y Gabriel Obregón, alías Topo, que estaba preso desde hacía seis meses. Refuerzan esa declaración otras del cabo primero Adrián Fabricatore. Mencionan a un testigo de identidad reservada que aportó datos, pero nunca declaró ante la Justicia.
Con estos escasos elementos, el fiscal de Lomas de Zamora Nicolás Vituri pide allanar la casa de Paredes. Allí los policías de la DDI de Lomas de Zamora, que empezaron a actuar, señalaron en un acta que hallaron un pistolón como el que mató a Vilmar Godoy, un revólver calibre 38 y una pistola calibre 9 mm. Pero en el juicio oral, los testigos de ese secuestro dijeron que sólo se acordaban del revólver calibre 38 y que no sabían de otras armas. Dijeron no haber visto de dónde la habían secuestrado.
Llamaron a declarar a los siete policías que hicieron el procedimiento. Cinco de ellos se presentaron y dijeron que no sabían nada porque la DDI de Lomas de Zamora llevaba a cabo el allanamiento. Los dos policías de la DDI que estaban allí nunca se presentaron a declarar en el juicio.
En la causa declararon dos afiladores que estaban cerca del lugar del homicidio y vieron correr a los asesinos. Ambos habían identificado a Paredes en ruedas de reconocimiento, pero en el juicio sólo uno de ellos se mantuvo en sus afirmaciones. Este dibujó al sospechoso como morocho de cabello corto y Paredes, en el momento de su arresto tenía el pelo castaño con claritos. En el juicio, Paredes presentó dos testigos: su peluquero del barrio que vio correr a los homicidas, que dijo que ninguno de ellos era el joven, y un mecánico, con quien la tarde del crimen estaba buscando motocicletas en la zona de la avenida Juan B. Justo.
Con estas pruebas, los jueces del Tribunal Oral en lo criminal N° 1 de Lomas de Zamora Guillermo Rolón, Fernando Bueno y Rodolfo Lanza absolvieron a Paredes. Tras el fallo los defensores Adrián Albor y Mariano Marcovecchio pedirán que se investigue a la policía bonaerense por haber armado la causa.