Amalia Fortabat y su refugio neoyorquino
En la cumbre del edificio del hotel Pierre de Nueva York hay una réplica de la capilla de Versalles y metros más abajo el fabuloso dúplex que Amalia Lacroze de Fortabat vendió en 20 millones de dólares. La misma cifra pensaba obtener en mayo de 2002 por Mujer con palmeras , de Gauguin, una de las joyas de su colección personal que debió rematar para hacer frente a los quebrantos de Loma Negra , la empresa cuyas riendas condujo desde la muerte de su marido, en 1976. En 2005 vendió el imperio cementero al grupo brasileño Camargo .
El hermetismo que caracterizó cada uno de los movimientos de Amalita en los últimos años selló la operación en la que habría intervenido el área inmobiliaria de Sotheby's , que es independiente de la subastadora con la que siempre se entendió a las mil maravillas.
Las pinturas y el dúplex del Pierre siempre estuvieron asociados en el imaginario de la prensa neoyorquina, según lo confirmó Jennifer Gould Keil en su columna del 15 de diciembre en The New York Post . Tal vez porque allí la señora de Fortabat colgó varios de los cuadros más valiosos de su pinacoteca, incluido el retrato de Andy Warhol en el que la "dama del cemento" posa como una celebrity al estilo Marilyn o Liz Taylor.
Su relación con el arte y su intensa acción filantrópica hicieron de la argentina una animadora conspicua de las galas del Met, las páginas del W y las fiestas del millonario Carol Petrie. Pero no se entiende esta historia sin recordar el comienzo: cuando pagó US$ 7 millones por un Turner, en su momento el cuadro más caro del mundo. Julieta y su niñera se llama la obra pintada en Venecia que hoy integra la Colección Fortabat, en Puerto Madero . En el edificio proyectado por Rafael Viñoly se exhiben pinturas de Pueyrredón, Brueghel, Berni, Alonso, Uriburu, Alma Tadema y una fotografía de su hija Inés firmada por Aldo Sessa.
Cuando Amalita compró el Turner, los gurúes del mercado anotaron su nombre y ella ocupó la primera plana de The New York Times . "Una sudamericana batió el récord histórico de pintura." Fue noticia. Aunque Amalita amaba Venecia, los enterados dicen que su amigo David Rockefeller le marcó el "lote", ella lo peleó hasta el fin y le ganó de mano a Richard Feigen, experto número uno en Turner.