Ante una duda, lo mejor es preguntar
Cuando uno tiene dudas, lo mejor es preguntar. "Hay que ir a un especialista en nutrición, que sabrá explicar cuántas calorías conviene elegir y qué tipo de productos hay que consumir según el estado de salud, la edad, el sexo y el nivel de actividad física", dijo la licenciada Viviana Viviant, miembro titular de la Sociedad Médica Argentina y la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas.
La información nutricional de los alimentos corresponde a la dieta recomendada de 2000 calorías diarias para el adulto promedio. Pero, entre tantos valores de esas etiquetas, ¿a qué conviene darle más importancia? "Las grasas son lo que más calorías aporta de un producto", respondió Viviant enseguida.
Se estima que 1 gramo de grasa aporta 9 calorías, mientras que 1 gramo de carbohidratos o de proteínas aporta poco menos de la mitad (4 calorías). Las bebidas alcohólicas aportan algo más, 7 calorías/gramo. "Hay que fijarse que las grasas no sean altas, y esto sirve para toda la población. Claro que están los que se tienen que preocupar más por evitar las grasas, el sodio u otros nutrientes. Pero siempre es mejor elegir productos magros", insistió Viviant.
Mirar para calcular
Recomendó mirar a qué equivale la porción mencionada en la etiqueta y pensar cuántas se consumirán en un día. Para comparar rápido dos productos, aconsejó concentrarse en la cantidad de grasas, calorías y azúcar de una porción o su equivalente. Por el Código Alimentario Argentino, por ejemplo, un alimento magro debe aportar menos de 0,5 gramos de grasa por porción, mientras que uno bajo en grasas no puede superar los 3 gramos. La Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios publica una guía detallada de la composición de los alimentos por categorías en el sitio www.saota.org.ar .
En su informe anual "El estado de los alimentos y la agricultura", la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) acaba de afirmar que las etiquetas nutricionales "son una fuente de información" para "tomar decisiones alimentarias más nutritivas". Un repaso de los mejores estudios publicados muestra cómo esos datos influyen en los consumidores, aunque quizás aún "no lo suficiente" para la FAO. "La facilidad con la que se usa esa información determinará la efectividad del etiquetado", sentencia el informe.
La difusión del contenido nutricional también influye en la conducta de la industria. Y lo hace hasta el punto de obligarla a reformular productos. Así ocurrió hace siete años en Nueva York, cuando los restaurantes y las cadenas de comida rápida y cafetería debieron eliminar las grasas trans de sus productos y publicar las calorías de sus platos. En la Argentina, el trabajo de Propia, que dirige el doctor Marcelo Tavella en la UNLP, logró desde 2001 reducir un 55% el uso de esas grasas dañinas para el corazón y que en las etiquetas aparece con el nombre de aceite vegetal parcialmente hidrogenado. Para más información, consultar en www.propia.org.ar .
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