¿Antes cómo debía romperse un noviazgo?
Hace cincuenta años, un noviazgo hecho y derecho se iniciaba con el compromiso de la pareja, simbolizado mediante el intercambio de alianzas. Además, se fijaba la fecha del casamiento. Pero, a veces, la relación no funcionaba y la ruptura del compromiso era el único camino posible. En su Manual de cortesía y buenos modales, publicado en 1962, María Adela Oyuela explicaba qué debía hacerse cuando se interrumpía un noviazgo. Aquí sus tres consejos:
Primero: Los exnovios deben decidir de común acuerdo si se devuelven las cartas o las destruyen. El manual decía: "Constituye una grave falta de lealtad y delicadeza conservar una carta cuyo contenido ha dejado de corresponder a una situación real o a un sentimiento en vigor".
Segundo: "No hay nada de tan mal gusto como referirse en términos poco amables a la persona con quien muy poco tiempo atrás se pensaba fundar una nueva familia". Además, según la autora de los consejos, un caballero siempre deberá atribuirse la culpa de la ruptura.
Por último, en cuanto a los amigos o parientes: "No arriesgar críticas ni comentarios es en estas ocasiones lo más acertado y prudente, ya que no es raro que estas reyertas acaben en reconciliación y que los exnovios reanuden sus relaciones. Cuando así ocurre, el recuerdo de las palabras de censura o encono deja un sedimento de rencor y un resabio amargo".
Las reglas eran similares a las que existían en los años 50, con muy pocas excepciones, según vemos en el Libro de Etiqueta de Rosalinda:
1) "Los novios se devuelven mutuamente cartas, retratos y regalos de valor. Los pequeños regalos de poco valor se conservan, pues sería ridículo hacer un enorme paquete de chucherías para devolverlas. Un caballero tiene especial cuidado en no conservar nada que pueda comprometer a la que fue su novia."
2) "Siempre es mejor no explicar exactamente por qué razones se rompió el compromiso. Oficialmente siempre se dice que fue ella la que rompió las relaciones, aunque la verdad sea distinta. Para evitar a la joven situaciones difíciles, la madre se encarga de informar directamente a sus relaciones más cercanas."
Según vemos, los manuales de etiqueta y buenas costumbres atendían estas cuestiones. Sin embargo, los textos de comienzos del siglo XX no trataban el tema. Más lejos aún, por ejemplo, a fines del siglo XIX, el compromiso tenía un peso mucho mayor. Cuando un caballero se comprometía con una señorita, tenía un plazo de dos años para cumplir con la palabra empeñada. En los casos en los que no se llegaba al matrimonio, el padre de la novia tenía la potestad de acudir a la justicia para solicitar que obligara al novio a casarse o que pagara un resarcimiento. ¿Por qué? Por las dificultades que provocaría "conseguir" un nuevo novio a una dama que ya había estado de novia con otro sujeto. Sí, una especie de daños y perjuicios.
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