Entrevista con el joven que estuvo 16 días cautivo. Ariel Perretta: "A mis secuestradores sólo les desearía lo peor "
Está ansioso por volver a su rutina
Se lo ve feliz y tranquilo. El joven, que hasta la noche del sábado último estaba cautivo de una banda de secuestradores, habla y no deja de sonreír. Después de la pesadilla, Ariel Perretta, de 24 años, sólo piensa en volver a trabajar en la fábrica de su padre. Está seguro de que lo peor ya pasó.
"Los 16 días de cautiverio se hicieron muy largos, sobre todo porque no tenía la compañía de mis padres", sostiene a LA NACION Perretta, en el living de su casa de Ciudad Evita.
Ariel es el mayor de tres hermanos. Después de él nacieron Sabrina, que tiene 22 años, y Pablo Ezequiel, de 13. Fue con su hermana con quien primero se abrazó apenas se bajó del helicóptero que lo trasladó desde Tigre, donde estaba secuestrado, hasta Ciudad Evita. "Salté un alambrado, abracé a Sabrina y le dije que la quería mucho."
En la entrevista con LA NACION, Perretta no deja de hablar de su gran pasión: Almirante Brown, el equipo dirigido tácticamente por Blas Giunta y que disputa el torneo de la B Nacional de fútbol.
"Lo primero que hice cuando entré en mi casa, después de saludar a mi familia, fue ir a la computadora para conocer el resultado y toda la información de Almirante Brown", recuerda el joven, conocido entre sus amigos por los apodos de "Gringo", "Polaco" y "Rocky".
-Tres días después de haber recuperado la libertad, ¿cómo se siente?
-Estoy mucho más tranquilo porque estoy acompañado de mi familia y de mis amigos. Tengo muchas ganar de volver a trabajar.
-¿Cómo fueron los 16 días que estuvo en cautiverio?
-Se hicieron muy largos, interminables y muy estresantes, sobre todo porque no tenía la compañía de mis padres. En todo momento recé, les pedí a mis nonos [sic] que me ayudaran.
Perretta pasaba sus días encadenado a una cama. Como compañía, todo el día tenía prendida una radio FM, la 105.5. En una oportunidad, los secuestradores le dejaron dos diarios y una revista de autos para que leyera. Sólo tenía contacto con uno de sus captores, un hombre encapuchado que le llevaba la comida.
Al cuarto día de estar cautivo, el muchacho sufrió un shock emocional. Le bajó la presión. "No podía creer que lo que me estaba pasando", explica. Por la radio, escuchó que sus secuestradores le habían exigido a su familia 3.000.000 de dólares para dejarlo libre.
-¿Qué sintió cuando escuchó que una voz en la radio decía que para recuperar su libertad, su familia debía pagar 3.000.000 de dólares?
-Era un pedido ridículo. Me sentí como un jugador de fútbol. Creo que ni todo el plantel de Almirante Brown vale ese dinero.
-Si tuviera la oportunidad de hablar con sus secuestradores, ¿qué les diría?
-No sé, es muy difícil. Sólo les desearía lo peor.
-¿Y a la persona que llamó al 911 y aportó los datos para que usted fuera liberado?
-Le estoy agradecido de corazón; debe de ser una persona con muchos huevos para hacer lo que hizo.
En el chalet de la familia Perretta, el teléfono no para de sonar. La gente no sólo quiere saludar al joven liberado, sino también ayer la gente se comunicaba para hablar con su padre, Roberto, que cumplió años.
-Mientras usted estuvo cautivo, los investigadores detuvieron a un amigo suyo que después recuperó la libertad por falta de mérito. ¿Qué piensa de eso?
-El primer día que estuve en casa me vino a saludar y nos dimos un fuerte abrazo. Yo lo quiero mucho.
Ariel cuenta que, junto con su familia, planean hacer terapia. "Espero que con el tiempo el tema del secuestro sólo quede como una anécdota y algún día se lo pueda contar a mis hijos", expresa.
El joven ahora tiene custodia policial las 24 horas. Después de terminar con los trámites judiciales, dijo estar ansioso por volver a Masterfilt, la fábrica de filtros de aceite que la familia posee en Villa Insuperable, donde trabaja entre 11 y 12 horas diarias.
"¿Si tengo un sueño?... Sí, que Almirante Brown llegué a Primera A", dice entre risas el joven antes de despedirse.
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