Buenos Aires en un día histórico: asumió su primer intendente elegido por el pueblo. Asumió De la Rúa y prometió transparencia
En su mensaje, sostuvo que pondrá énfasis en la solidaridad y la justicia; insistirá en la autonomía plena de la ciudad pese a la oposición presidencial.
Con la consigna de combatir la corrupción, de gobernar con austeridad y de trabajar para la gente, Fernando de la Rúa asumió ayer como primer jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Luego de los actos, que comenzaron a las 10 -con una hora de retraso-, el flamante intendente firmó dos decretos. El primero se refiere a la elaboración del Plan Ciudad, que es el organigrama de las obras necesarias para su gestión y que serán piloteadas por el viceintendente, Enrique Olivera.
El segundo, a la descentralización administrativa, que trasladará a los barrios oficinas para atender trámites y reclamos vecinales.
Allegados al flamante jefe de Gobierno dijeron a La Nación que para hoy está prevista la firma de un tercer decreto, que se refiere a la auditoría interna contable para saber con exactitud cuáles son las deudas reales y los recursos con que cuenta la Comuna.
De la Rúa fue directo en su discurso en el Concejo Deliberante: "He recorrido cada calle de esta ciudad y sé los problemas que tienen los más necesitados, de la angustia de la clase media y de los inconvenientes de los empresarios. Nos ocuparemos de todos ellos".
De la Rúa asumió sin saber a ciencia cierta cuáles son sus facultades, ya que será la Estatuyente la que fijará los límites y los derechos del nuevo jefe del gobierno porteño.
En los actos se destacó la ausencia del presidente Carlos Menem -a pesar de la invitación-, representado en la ceremonia de ayer por el vicepresidente Carlos Ruckauf y el ministro del Interior, Carlos Corach.
Menem previó un clima difícil y prefirió no ir
La notoria ausencia del presidente Carlos Menem en el juramento de Fernando de la Rúa fue interpretada como un signo de precaución política.
"El Presidente no quiso exponerse ante un auditorio sustancialmente opositor", fue la explicación más razonable escuchada en la Casa Rosada, aunque no la mayoritaria. Por el contrario, prevalecieron las respuestas cargadas de formalismo con la clara intención de restarle al hecho cualquier tipo de connotación política.
De todas maneras, quienes conocen el parecer del jefe del Estado ante el habitual comportamiento electoral de la Capital, saben que Menem se siente ofendido, enojado con los porteños, a los que se les permitió tener cierta autonomía sólo como contraparte en una reforma constitucional que buscaba, fundamentalmente, su habilitación para la reelección presidencial. De los distintos fundamentos expuestos por funcionarios que tampoco se movieron de Balcarce 50 surge una interpretación de peso: nadie pudo adelantarle a Menem el contenido y el tono del discurso de De la Rúa y, menos aún, garantizarle el manejo de una concurrencia políticamente opositora.
Por lo tanto, no podía exponerse a los designios, seguramente adversos, de una barra que hasta podría recibirlo con una fuerte silbatina.
No quiso, acaso, correr ese riesgo. Máxime si se recuerda la suerte que tuvo, aunque manejó hábilmente la situación, el ministro del Interior, Carlos Corach, cuando el 19 del mes último dejó inaugurada la Convención Estatuyente en el Centro Cultural General San Martín.
Allí fue silbado en varias ocasiones por un auditorio mayoritariamente opositor.
Interpretaciones benévolas
Otras voces que se escucharon en la Casa de Gobierno fueron mucho más benévolas con su jefe y dejaron en el aire dos interpretaciones.
La primera, señalaba que el Presidente no quiso restarle con su presencia protagonismo político a De la Rúa.
Por eso, mandó en su representación al vicepresidente Carlos Ruckauf, que fue saludado con un tibio aplauso en la ceremonia efectuada en el Salón Dorado del Concejo Deliberante.
De haber sido así, su actitud no tuvo magros resultados, porque De la Rúa, saliéndose del discurso escrito, agradeció la presencia de Ruckauf: "Me alegro de la coincidencia de que quien hasta ahora ha sido mi presidente en el Senado sea quien representa al gobierno nacional en este acto, porque, además, como hombre de Buenos Aires, mostró equilibrio y solidaridad con nuestro pueblo", dijo el flamante jefe del gobierno porteño.
Agenda completa
Otros informantes proporcionaron una última interpretación, de tono absolutamente formal, sobre la ausencia del Presidente al señalar que su actividad matutina se superponía en los tiempos con la hora de la asunción de De la Rúa.
"Desde hace tiempo que Menem tenía acordadas dos audiencias. Una, con los ministros de Trabajo del Mercosur, y la otra, con el titular de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados del Ecuador, el legislador Santiago Bucaram Ortiz", comentaron con sorprendente seriedad los funcionarios consultados.
A esa actividad desarrollada en la residencia de Olivos hubo que sumar una más: un desayuno de trabajo que se prolongó en una conferencia de prensa de Menem, de una hora y media, con corresponsales extranjeros sobre diversos temas.
Más allá de estas interpretaciones, observadores políticos coincidieron en que Menem convirtió la asunción del jefe de Gobierno de la Capital en una cuestión de rivalidad partidaria (peronistas versus radicales) y no tomó en cuenta la dimensión del hecho histórico.
De la Rúa extrañó a Menem
Juramento: tras la jura ante la Asamblea Constituyente, el nuevo intendente porteño prometió combatir la corrupción y se lamentó de que el presidente de la Nación no hubiera estado presente.
Con la promesa de combatir la corrupción y la solicitud al gobierno nacional de que respete su administración, asumió ayer Fernando de la Rúa como el primer jefe de gobierno electo de la autónoma ciudad de Buenos Aires.
El primer día de De la Rúa como intendente arrancó a la 9.40 en el Convento de Santo Domingo. Allí izó la bandera, colocó una ofrenda floral al pie del monumento a Manuel Belgrano y asistió a una misa abierta al público.
Con una considerable demora con respecto al horario previsto, el nuevo jefe comunal y su viceintendente, Enrique Olivera, se trasladaron en vehículos separados hasta el Concejo Deliberante, donde pronunciaron el juramento de práctica ante la Asamblea Estatuyente.
En el Salón Dorado del Concejo, que desbordaba de asistentes, fueron recibidos por la presidenta de la Convención, Graciela Fernández Meijide, quien a las 11.50 le tomó juramento a De la Rúa y cinco minutos después hizo lo propio con Olivera.
Tras el saludo que recibió por parte de los invitados en la biblioteca del cuerpo se dirigió a las 12.50 hacia el Cabildo, donde junto con Olivera descubrió una placa recordatoria de la fecha histórica.
Luego de un breve discurso dirigido al público que lo aguardaba sobre Bolívar y Avenida de Mayo se trasladó con el viceintendente al Salón Blanco del Palacio Municipal. Allí el intendente saliente Jorge Domínguez encabezó el acto de traspaso del mando. Pasadas las 13, De la Rúa presenció un desfile de la banda de música de la Policía Federal y de varias colectividades.
Presencias
Entre el numeroso público se encontraban, en representación del presidente Carlos Menem, el vicepresidente Carlos Ruckauf; el ministro del Interior, Carlos Corach; el titular de la Corte Suprema de Justicia, Julio Nazareno; la ministra de Educación y Cultura, Susana Decibe, y el ex presidente Raúl Alfonsín.
También asistieron los senadores nacionales Eduardo Bauzá, Antonio Cafiero, Conrado Storani y Leopoldo Moreau; los diputados Federico Storani, Marcelo Stubrin y Guillermo Estévez Boero; el Jefe del Estado Mayor General del Ejército, teniente general Martín Balza y el jefe de la Policía Federal, comisario general Adrián Pelacchi. Ricardo Yofre y China Zorrilla fueron otros de los presentes.
Habla De la Rúa
En su discurso ante la Asamblea Estatuyente, De la Rúa prometió una gestión con "eficacia, ética, transparencia y autoridad, sentido de la solidaridad y justicia".
También se comprometió a "combatir la corrupción donde se encuentre" y reivindicó al "servicio público que debe estar al servicio de la gente y no de los funcionarios".
En un párrafo dedicado al Gobierno nacional pidió que se respete su administración, y llamó a "evitar la confrontación en un marco de respeto sin deponer las habituales diferencias por encima de la lucha de partido".
Agregó que en su distrito "no abandonará su aspiración a la autonomía plena y al derecho a desarrollar sin obstáculos su proyecto de vida en común".
En un breve diálogo con la prensa, el flamante intendente porteño lamentó la ausencia de Carlos Menem: "Es un lástima, el Presidente debió haber venido".
Por la tarde tomó juramento a los miembros de su gabinete.
Muchas personalidades y muy pocos militantes
Austeridad. Ese fue el concepto que primó ayer durante la asunción de Fernando de la Rúa como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Tanta austeridad hubo, que el aparato radical, que otrora llenaba los estadios más importantes y alguna vez, la Plaza de Mayo, ayer estuvo ausente en las inmediaciones de la Municipalidad.
Pocos carteles, algunos bombos y la presencia de todos los popes de la UCR, comenzando por Raúl Alfonsín, coronaron la asunción.
Claro que dejar de lado el furor de las "barras" fue una decisión política largamente meditada. Durante muchos años, De la Rúa basó su aparato partidario en gente piloteada por los ex concejales Eliseo Roselló, Arturo "Turi" López Santos (ayer condenado por injurias), Enrique Benedetti y Rubén Herschberg que le llenaban cualquier reunión. Estos punteros fueron alejados del poder por el propio De la Rúa cuando los distintos procesos judiciales iniciados (con la excepción de Roselló) comenzaron a ocupar las primera planas de los diarios.
Finalmente se extinguieron de la política partidaria por un proceso de decantación y ya no tuvieron poder para manejar lo que se conoce como "el aparato" radical porteño.
En cuanto al Comité Nacional, no es un secreto que su titular, Rodolfo Terragno, tiene presencia, pero no seguidores de los que se calan la boina blanca y salen a entonar la marcha.
Memorias de la interna
Sin embargo, gente bien informada acotaba ayer que la ausencia de militantes se debía al malestar que sentían algunos caudillos barriales.
La razón es que el flamante Jefe de Gobierno se inclinó por los extrapartidarios o por gente de perfil bajo a la hora de repartir cargos, y hubo muchos punteros anotados que quedaron en los partidores. "Dicen que el único que pudo meter a algunos personajes, pero poco conocidos, es el Coti (por Enrique Nosiglia), pero no sé en qué dependencias", acotó un correligionario bien informado.
Lo cierto es que Fernando de la Rúa tuvo su día de gloria, y a la jura no faltó nadie. Salvo el presidente Carlos Menem, que envió a Carlos Ruckauf como su delegado.
Desde Amalia Lacroze de Fortabat hasta Norberto La Porta, estuvieron presentes el titular de la Corte Suprema, Julio Nazareno, el ex vicepresidente Víctor Martínez, Rodolfo Terragno, el ex intendente Facundo Suárez Lastra, el economista Carlos Conrado Helbling, el hermano del flamante jefe de Gobierno Jorge de la Rúa, la artista Tita Tamames, la mecenas Nelly Arrieta de Blaquier, el contralmirante Basilio Pertiné (hermano de la señora de De la Rúa), todos los senadores de la UCR, diputados del Frepaso y muy pocos justicialistas.
El senador Eduardo Bauzá fue una de las figuras más requeridas por la prensa. El ex jefe de Gabinete del menemismo se encargó de decir a los periodistas que era muy importante que el Gobierno tuviera una buena relación con la ciudad. Pero la ausencia de Menem parecía prenunciar otra cosa.
En cuanto a los discursos, el intendente prometió hacer una gestión limpia, combatir la corrupción y ocuparse de los más necesitados.
Pedido para Duhalde
Hubo un solo dato que sobresalió en su discurso que, básicamente, no se diferenció mucho del utilizado durante la campaña, y que fue el pedido de "colaboración" a Eduardo Duhalde para gobernar.
La austeridad siguió durante el acto de traspaso del mando. Rodeado por el gabinete saliente y el entrante, Domínguez y De la Rúa se dieron un frío abrazo.
El ahora ministro de Defensa menemista estaba en desventaja en el Salón Dorado de la Municipalidad y no le gustaron los silbidos que recibió . Luego, todo fue protocolo: la Banda Sinfónica de la Policía Federal, el desfile de colectividades, los corrillos en los pasillos y todos con sus mejores galas.
Desde el palco instalado en la Avenida de Mayo, Fernando de la Rúa disfrutó de su mejor hora, mientras se preparaba para sentarse en el despacho de una Comuna que puede transformarse, en cualquier momento, en una caja de Pandora.
Testimonios de quienes siguieron la jornada de cerca
La madre de De la Rúa pone las manos en el fuego: desde lejos, la mujer aseguró que su hijo, brillante alumno tanto en el Liceo Militar como en la universidad, la tiene acostumbrada al éxito, lo que, por supuesto, la llena de satisfacción.
CORDOBA.- La madre de Fernando de la Rúa dijo que no vacilaba en poner "las manos en el fuego", totalmente convencida de que su hijo "no va a fallar" a los porteños que lo eligieron para el gobierno de la ciudad.
"Hará un excelente gobierno", dijo la mujer.
No sólo eso. También avanzó sobre las encuestas que ponen en duda el crédito que la clase política despierta en la sociedad.
Al respecto dijo terminante que su hijo y flamante intendente metropolitano "no aprovechó su carrera para vivir mejor sino que, por el contrario, siempre estuvo trabajando y desvelado para hacer que la gente viva mejor".
No pudo viajar
Eleonora Felisa Bruno de de la Rúa lamentaba que razones de salud le hubieran impedido viajar desde esta ciudad hacia la Capital Federal para asistir al juramento de su hijo Fernando.
"Yo, que nunca faltaba a ningún acto cuando él iba al colegio, hoy no he podido acompañarlo", protestó la mujer cuando recibió a un cronista de La Nación, en el departamento que ocupa en el séptimo piso de un edificio de la avenida Colón, en pleno centro de esta ciudad.
Pero, a pesar de los achaques a los que culpa de su ausencia, se muestra coqueta y con humor.
"No, no me acuerdo, me ha entrado una especie de amnesia que me ha hecho olvidar ese dato", responde, con picardía, cuando se le pregunta la edad.
En cambio, habla sin reservas y con mucho orgullo de su hijo: "Fernando es muy buen hijo, fue un alumno brillante y ahora, llegando a la Intendencia de Buenos Aires, no hace más que darme otra satisfacción; me tiene acostumbrada a sus triunfos".
Perfil técnico en el gabinete del jefe de gobierno porteño
Equipo: entre los hombres que acompañan a De la Rúa se destacan Juan Gauna en Gobierno, Rodríguez Giavarini en Economía y Lombardo en Salud.
En medio de apretujones y con una demora de casi una hora, asumieron ayer los colaboradores del flamante jefe de Gobierno porteño con un marcado perfil técnico.
Por orden, juraron el secretario de Gobierno y Justicia, Juan Octavio Gauna; el secretario de Hacienda y Finanzas Adalberto Rodríguez Giavarini; Nicolás Gallo en la Secretaría de Obras y Servicios Públicos y Héctor José Lombardo en la de Salud.
Luego fue el turno de Rafael Kohanoff, secretario de Acción Social, y de Horacio Sanguinetti, por el área de Educación.
A María Sáenz Quesada, secretaria de Cultura, debió auxiliarla el propio De la Rúa, cuando el maestro de ceremonias pronunció un "Sáenz Marino" que dejó a los asistentes mirándose entre sí.
Ya en último lugar juraron Enrique César Fazio por la Secretaría de Planeamiento Urbano y Medio Ambiente, Ricardo Ostuni por la Subsecretaría General y Germán Voss en la Subsecretaría Legal y Técnica.
Lombardo fue el más aplaudido de todos, lo que él mismo atribuyó a la "increíble necesidad que vive Buenos Aires en materia de salud". En un diálogo con La Nación, reveló que su primer paso será mejorar la política hospitalaria: las trabas en el ingreso y la extensión del horario.
No le faltó el latiguillo inevitable en boca de los radicales:"Cuando podamos calcular bien lo que nos dejó Domínguez, claro". A su entender, el gobierno nacional debería hacerse cargo de esa deuda.
Olivera: al menos dos meses
Otro tanto declaró el viceintendente Enrique Olivera, quien a pesar de su contento no dejó de reconocer: "Tenemos no menos de 2 meses hasta saber a cuánto asciende la deuda municipal".
Nicolás Gallo optó por no quejarse ni relatar cuál será su primera decisión. "Dejemos que las obras hablen solas", sentenció, con cierto apuro por irse con su familia.
"Ahora estamos todos contentos, pero esperá a que hagan números", se escuchó de dos señores parados cerca del historiador Félix Luna, con cintas rojas en las solapas de sendos trajes a medida.
Entretanto, el que juraría como subsecretario de Coordinación intentaba abrirse paso entre la multitud. Una señora gritó: "Déjenlo pasar, dice que asume un cargo", y Luis Gregorich murmuró: "No sólo lo digo, señora, no sólo lo digo".
Se vieron muchas caras conocidas de la UCR, entre otros, el ex vicepresidente Víctor Martínez y el ex intendente Facundo Suárez Lastra.
Tampoco faltaron el titular del bloque de ediles, Humberto Bonanata; ni el estatuyente, Miguel Inchausti, ni el presidente del radicalismo capitalino, José García Arecha.
Siguiendo la línea del caos que caracterizó los actos de la fecha, la salida del Salón Dorado fue lo más parecido a una batalla cuerpo a cuerpo que terminó con una cronista por el piso.