Belgrano, la bandera y su monumento
Rosario, 1812. Para proteger el río Paraná de las incursiones de la flota realista, el Primer Triunvirato envío a Manuel Belgrano al pueblo de Rosario con la misión de colocar dos baterías, es decir, un conjunto de cañones dispuestos para atacar y defenderse. Belgrano cumplió con la construcción y además creó un distintivo, la escarapela "blanca y azul celeste", para "que no se equivoque con la de nuestros enemigos". En cuanto recibió la aprobación del gobierno, fue más allá y creó la bandera "conforme los colores de la escarapela nacional". El 27 de febrero, luego de tomar juramento a los soldados que tomarían posiciones en la batería Independencia, le escribió al Triunvirato para anunciarle la trascendental medida que había tomado.
Pocos días después partió al norte, sin imaginar que el gobierno desaprobaría la creación del pabellón nacional. Tan convencido estaba de haber obrado bien, que en la ciudad de San Salvador de Jujuy volvió a ordenar la confección de una bandera (existe constancia del pago de los géneros) y la hizo bendecir el 25 de mayo.
¿Por qué celeste y blanca? En 1794, cuando el joven Belgrano asumió el cargo en el Consulado de Buenos Aires, dispuso que se colocara una bandera con esos colores en el frente del edificio. Correspondían al manto de la virgen de la Inmaculada Concepción, de la cual era devoto. Por lo tanto, la relación de Belgrano con los colores de la bandera se remontan a dieciocho años antes del trascendental episodio a orillas del Paraná.
Rosario, 1872. El ingeniero Nicola Grondona identificó el sitio donde Belgrano había colocado las baterías. El dato ayudó a establecer dónde se izó la bandera que nos legó. Surgió la idea de construir un monumento que evocara el hecho histórico.
Los emprendimientos no se concretaban: un monolito fue barrido por las aguas durante una crecida; esculturas realizadas por Lola Mora terminaron dispersas por la ciudad; también se declaró desierto el premio en un concurso de proyectos, por falta de propuestas innovadoras.
Una nueva convocatoria, en 1940, coronó el trabajo de los arquitectos Ángel Guido y Alejandro Bustillo, más los escultores José Fioravanti y Alfredo Bigatti.
En manos de Guido quedó la obra que se inició en 1943. La inauguración fue el 20 de junio de 1957. Ese mediodía se encendió la llama votiva que rinde homenaje al Soldado Argentino Muerto por la Patria, mientras que desde el Paraná, la fragata Sarmiento saludó con una salva de 21 cañonazos.
Hubo un imperdonable descuido: se olvidó invitar a los escultores. Por ese motivo, esa noche en Buenos Aires, Manuel Mujica Láinez y varios amigos agasajaron a Fioravanti y Bigatti en el restaurante "La corneta del cazador", donde celebraron la inauguración del monumento.
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