Boliches de Pinamar: el making off de un negocio que mueve a miles de jóvenes
Detrás de "la noche" de la costa argentina, hay muchos jóvenes que viajan a trabajar en las discos; aunque las entradas llegan a $150, los locales se llenan
lanacionarPINAMAR.- El monopolio de la "movida nocturna" en la costa, en temporada turística, es de los adolescentes. De lunes a lunes, miles de jóvenes –muchos menores de edad-, pagan hasta $150 por entrar a un boliche. Detrás de este mundo de cumbia, reggaetón y alcohol, hay otros miles que viajan a aprovechar la noche como una oportunidad para "hacer dinero".
Tarjeteros, modelos, promotoras, patovicas, mozos, y DJs, entre otros, trabajan durante la temporada de verano en la costa argentina y, de paso, aprovechan las horas libres para disfrutar de la playa, el "solcito", y el relax. Una "noche de fiesta" demanda mucho trabajo y planificación.
En Pinamar, los preparativos comienzan temprano, cuando los "tarjeteros" salen a vender entradas por la playa, cada uno con su estrategia personal. Ellos son, en realidad, jóvenes con ganas de divertirse, y que encontraron un trabajo a la altura de su intención. Pocos logran "hacer diferencia" ganando dinero. La mayoría, en realidad, sólo llega a cubrir los gastos de su estadía.
Los boliches separan su público en segmentos etarios: los más grandes (un promedio de 23 años) suelen ir a Súper XV o a Sabbia y el Sub 20, va a Ku: el más grande y conocido de la ciudad balnearia. En los primeros, la entrada ronda los $50 con una consumición, y "en el Ku" -como le dicen- sale desde $100 hasta $150, también con una consumición. Suena excesivo, pero todos los días va gente, y mucha.
Los preparativos

A eso de las seis de la tarde, diariamente, "el Ku" abre sus puertas y un mundillo interno comienza con los preparativos: limpieza, seguridad, hielo, freezer, mantenimiento y pormenores. Hay 20 barras de venta de bebidas, subalquiladas a "jóvenes emprendedores" que "luchan" por atraer clientes, y también un par de mujeres agraciadas, a quienes les pagan por "promocionar" el local por la tarde, y por "hacer presencia" durante la noche.
Agustín Andruet, Matias Tini, y Adrian Chaile Deniz, tres amigos que se conocieron jugando al rugby en Córdoba, alquilaron una de las barras, a la que le pusieron de nombre "Fiji", y fueron de los más originales: inventaron un juego que los llevó al éxito en ventas. Es una ruleta que al hacerla girar regala descuentos. Es furor entre los adolescentes.
El trabajo

Después de almorzar y pasar unas horas en la playa, todos los días, a las seis de la tarde, los tres amigos llegan a Ku a realizar los preparativos para la noche: ponen a enfriar las bebidas, reponen lo que se terminó, y limpian el lugar. Después, aprovechan las últimas horas de playa y el atardecer, "comen algo", y vuelven al boliche, a las doce de la noche, para "abrir" la barra.
"Muchos piensan que es el negocio perfecto, pero tienen que saber que, aunque se la pasa bien, no es tan fácil. Nosotros arrancamos con los preparativos desde noviembre, con una inversión de dinero bastante onerosa, y es un trabajo diario constante que hay que bancárselo", cuenta Matías, con una sonrisa en la cara. Es contador, tiene 25 años, y se "tomó unos meses" para vivir "esta experiencia".
Agustín, por su parte, es estudiante de Ciencia Política, le faltan pocas materias para recibirse, y Adrián es periodista, aunque nunca ejerció y trabaja actualmente en una empresa de comunicaciones en Córdoba.
Viajaron a Pinamar en noviembre por primera vez, para cerrar el contrato con el boliche, y alquilaron una casa en Ostende, a unos cinco km, porque es más barato y buscaban achicar los costos. Volvieron el 27 de diciembre y arrancaron con la barra la noche de año nuevo, que fue una de las más fuertes, según cuenta Adrián.
El arreglo con el boliche es que la barra les pertenece durante toda la temporada. Pueden abrirla cuando quieran y de ellos depende todo el trabajo. Al llegar, pintaron las paredes, colgaron carteles llamativos, y se las ingeniaron para que todo quedara listo.
Cantidad de alcohol

"Lo que más se vende es vodka con energizante", cuenta Agustín. El vaso de vodka "nacional" con hielo y energizarte cuesta $40, aunque hay que tener en cuenta que es parte del negocio vender con descuentos y con beneficios de "2x1". El mismo boliche les vende alcohol "al costo" para reponer diariamente lo vendido.
En total hay 20 barras. Solamente la "Fiji" vende, en una "noche fuerte" 60 botellas de champagne, 250 latitas de bebida energizante, 8 litros de vodka, 60 latas de cerveza y 15 botellitas de agua. Si se multiplica esta cantidad por 20, el resultado, a grosso modo, da la cantidad de alcohol que se vende en una noche de Ku.
Otra iniciativa de venta original fue la del "Sky Shot". La hicieron unos amigos que vinieron desde Bariloche e instalaron su barra, de la misma forma que Agustín, Matías y Adrián. Es una tabla de Ski con varios vasos pequeños, en los que se sirve tequila o vodka y se toma de un solo "shot" entre cuatro personas a la vez. Otra, es una barra que se especializa en "tragos tropicales", hechos con frutas. Con estas tácticas los precios son más caros, claro, pero venden algo distinto.
Tarjeteros

El trabajo de los tarjeteros empieza a las tres de la tarde, todos los días. Su objetivo es vender la mayor cantidad de entradas posible. Cobran una comisión que ronda el 2 y el 10 por ciento del valor de la entrada, dependiendo de la antigüedad del tarjetero.
Son contratados por agencias turísticas, la mayoría relacionadas con viajes estudiantiles a Bariloche. Reciben un sueldo fijo mensual -unos $2000 aproximadamente-, más una casa donde hospedarse, y la comisión de las entradas que vendan.
"Mi estadía fue complicada porque viví casi todo un mes en una casa con 25 personas que no conocía, todos contratados por la empresa. Además, cobraba el 2 por ciento de comisión. Es decir: $2 por cada entrada de $100 vendida. Muy poco", cuenta Rodrigo, que decidió volverse a La Plata, después de trabajar dos semanas en Pinamar.
"Me fui de vacaciones con amigos la primera semana de enero, y después acepté el trabajo para quedarme un tiempito más", cuenta mientras asegura que su "estrategia de venta" consistió en "ir con buena onda, no ser molesto, charlar un rato, tomar unos mates, y después venderles entradas a los grupos de amigos".
Los tarjeteros se dividen en dos grupos de trabajo para intercambiar horarios. Cada uno -de unas 25 personas- convive en una casa. "El trabajo es divertido, pero tenés que aprender a compartir con 25 personas en una casa con dos baños, en las que hay mujeres y hombres", cuenta Matías, otro tarjetero.
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