Búsqueda de mollejas y dulce de leche ruso: cómo viven los argentinos en el país que será sede del Mundial
Para encontrar una molleja en Rusia hay que buscarla con mucha dedicación. "¿Cómo le pido mollejas al carnicero? Le mostré una foto al tipo y ni idea", dice uno de los usuarios del grupo de Facebook Argentinos en Rusia, que camina por las calles de Moscú con imágenes de la achura en su celular. El grupo está repleto de consejos y preguntas sobre cómo usar el tren, o cómo realizar trámites, pero también sobre cómo conseguir fernet o mate. O mollejas. Son muy pocos los argentinos que viven en el país más grande del mundo, y la adaptación es difícil.
Luis Fader tiene 33 años y vive en Moscú desde 2009. Trabaja como traductor y lo que más le gusta de Rusia es conocer el país en tren. "No hay nada mejor que comprar un boleto de una cupé [una habitación privada dentro del vagón] para vos y tu amada y viajar a San Petersburgo por la noche, no tiene precio", le dice a LA NACION. Lo más complicado del país, para él, es la "frialdad" de los rusos. "Hasta hoy es muy difícil resignarme al hecho de que cuando te miran mal no necesariamente significa que te odien".
Otra de las barreras, más obvia, es el idioma. "Sigo trabajando en el idioma, es lo que más me cuesta", cuenta París, argentina de 23 años y estudiante en la Escuela de Economía de la universidad HSE, una de las más prestigiosas de Moscú. Bárbara, de 32 años y que vive en San Petersburgo, agrega dos dificultades más: "La ubicación de las direcciones. No son manzanas, como acostumbramos en Bs. As., sino que son bloques y hay veces que te cruzas con espacios verdes grandes. Y no están los nombres en todas las cuadras ni los números visibles en los edificios. Otra cosa que me sorprendió es la forma de manejar de los rusos: en mitad de una avenida te hacen una U sin problemas".
Según datos de la embajada argentina en Rusia, solo 300 argentinos viven en el país más extenso del mundo. Pero esto está a punto de cambiar. Para el Mundial, la Embajada espera la llegada de casi 25 mil argentinos más.
Para aminorar el shock cultural de los hinchas, la Embajada preparó una serie de "ayudas". "Nosotros estamos informado a través de nuestra página toda suerte de datos para hacer el viaje más seguro y cómodo. Además de la atención Consular en Moscú, se brindará asistencia en San Petesburgo durante toda la duración del Mundial, y en Nizhni Novgorod y otras ciudades en las que se jueguen los partidos de la selección: el día antes del partido, día del partido y día posterior", dice a LA NACION Horacio Lazzari Mathieu, agregado de la Embajada.
Más allá de las diferencias, los argentinos consultados coinciden en que el país ofrece muchos atractivos: los paisajes, la arquitectura, las comidas, la cultura. Argentina jugará su primer partido, contra Islandia, en Moscú, el 16 de junio. Luego viajará a Nizhni Nóvgorod, en el interior de Rusia, para enfrentar a Croacia el jueves 21. Y cerrará la fase de grupos contra Nigeria en San Petersburgo el 26 de junio. Las tres ciudades son grandes centros turísticos.
"Nací en Rusia y me fui a la Argentina a los 12 años. Volví por primera vez hace un mes, a reencontrarme con mis raíces y mis familiares. Hago base en San Petersburgo, pero me iré moviendo durante el Mundial", dice a LA NACION Marina Cheveleva, de 29 años y licenciada en Turismo. Y una de las personas que planea "explotar" la diferencia del idioma y trabajar como traductora durante la competencia.
Lo mismo hará Natasha Sabírova, una rusa de 23 años que vivió en Buenos Aires y está sumamente aporteñada. "Muchos rusos no hablan ni inglés y va a ser bastante complicado para los que vengan, sobre todo fuera de las ciudades grandes. Me gustaría trabajar con argentinos, pero todavía no tengo nada definido. Y si llego a encontrar entradas para los partidos de la Argentina voy de una. Me gustaría estar con la famosa hinchada argentina pero las entradas para los rusos son mucho más baratas", dice.
Por otro lado, también los argentinos que viven en Rusia esperan con ansias la llegada de sus compatriotas. Es que las visitas prometen el intercambio de bienes preciados como botellas de fernet y paquetes de mate. Lo que sí no falta nunca en Rusia, aunque parezca mentira, es el dulce de leche. "Acá también tenemos dulce de leche", cuenta Natasha Sabírova. "El nuestro es más como el que ustedes llaman ‘repostero’. A mí no me gusta mucho. Prefiero el argentino. Pero sí, tenemos dulce de leche y creemos que lo inventamos nosotros".