Casa embalada. Tenían todo listo para mudarse pero quedó frenado por la cuarentena
El departamento que alquila Miguel Cabral, un marino mercante de 55 años, está repleto de flores. Hay rosas en la heladera, baldes de alelíes, margaritas y astromelias en el piso y lirios sobre la mesa. Las flores llegaron hace dos semanas, unos días antes de que se venciera el contrato de alquiler de Cabral. La dueña de la propiedad, una emprendedora que vende arreglos florales de manera online, había decidido mudar su depósito a este departamento cuando Cabral se mudara. Pero él no se pudo ir.
Su fecha de mudanza coincidió con el inicio de la nueva fase de la cuarentena -decretada desde el 1° hasta el próximo viernes 17 de julio-, en la que volvió a prohibirse dicha actividad. Lo mismo le sucedió a la anterior inquilina del departamento que había reservado Cabral, que también vio frustrado su proyecto de mudarse a su nuevo hogar.
La nueva y repentina prohibición de las mudanzas en el Área Metropolitana de Buenos Aires llevó a la conformación de cadenas de inquilinos con contratos vencidos e imposibilitados a realizar el cambio de vivienda planeado. Quienes se encuentran en esta situación viven con la incertidumbre de no saber cuándo van a poder realizar sus mudanzas, algunos de ellos con la mayoría de sus pertenencias embaladas. Ahora están expectantes de si efectivamente las mudanzas serán parte de la primera etapa de la flexibilización prevista para después de este viernes.
Según pudo saber LA NACION, al menos en la Ciudad la idea es que las mudanzas vuelvan a funcionar tal cual lo venían haciendo desde mediados de mayo y hasta antes de este endurecimiento de la cuarentena: solo los sábados y domingos.
Algo similar había ocurrido al principio de la cuarentena obligatoria cuando esta actividad fue prohibida el 20 de marzo, día en que entró en vigor la primer fase de la cuarentena. Las mudanzas volvieron a funcionar a partir del 16 de mayo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del 28 de mayo en la Provincia de Buenos Aires, pero volvieron a prohibirse en el AMBA el 1° de julio.
"Acá no se puede caminar. Hay cajas y pilas de cosas por todos lados. Es el antihogar", dice Silvana Ávila, de 50 años, desde su casa en Virreyes, San Fernando. Silvana tenía contratado un flete para mudarse el 4 de julio a un departamento en Acassuso, San Isidro, pero tuvo que dar marcha atrás cuando se enteró del nuevo decreto. Por comodidad, Ávila prefirió desembalar ciertas cosas, especialmente la ropa de invierno.
Más allá de vivir rodeada de cajas, una de las cosas que más le disgustan es tener que seguir pagando el alquiler del lugar en donde ya no debería estar viviendo. "Me estaba achicando. Este lugar tiene unos servicios carísimos. Por eso había decidido alquilar a un lugar más barato y también más cómodo. Hace tiempo que me quería ir, pero decidí quedarme hasta junio para recuperar el depósito", cuenta. Hace una semana, la inmobiliaria la llamó para comunicarle que tendrá que pagar el alquiler de este mes. "Yo les dije que, en un principio, iba a pagar la mitad. No se qué va a pasar. Quizá habilitan las mudanzas después del 17 y me puedo ir a mi querido nuevo hogar", dice.
Según Fernando Muñoz, director del Programa de Atención a Inquilinos de la Defensoría de la ciudad de Buenos Aires, su equipo de trabajo ha recibido una cantidad considerable de consultas de personas que están en esta situación desde que se inició la cuarentena. "Muchos llaman para preguntar cuál de los alquileres tiene que pagar. Nosotros les respondemos que su situación está velada por el artículo 1203 del Código Civil, el cual contempla las situaciones en las que no se puede hacer uso de una propiedad por razones de fuerza mayor, y que solo tienen que pagar el alquiler del departamento en el que están viviendo actualmente", explica Muñoz.
Y agrega: "El Gobierno no es el único que prohibió mudanzas. Hay inquilinos que nos llaman porque sus mudanzas fueron impedidas por reglas del mismo consorcio del edificio".
Cecilia, una docente de 48 años que pidió no ser identificada, es una de ellas. Las mudanzas estaban permitidas cuando ella firmó el contrato de alquiler de su nuevo departamento, en abril. Intentó habitarlo cuanto antes, pero el consorcio de su nuevo edificio le comunicó que ellos solo estaban permitiendo una mudanza por fin de semana. "Había cinco personas en la misma situación que yo, así que nos asignaron un fin de semana a cada una. Para cuando me tocó a mí, el Gobierno ya había vuelto a prohibir las mudanzas", cuenta.
Hoy Cecilia está viviendo en ambos edificios, que quedan a pocas cuadras de distancia entre sí. Esto se debe a que decidió dar de baja el wifi y el cable de su antiguo hogar cuando firmó el nuevo contrato de alquiler. Como no pudo volver a contratarlo y trabaja dando clases online en un colegio, cada mañana se muda al nuevo departamento, en donde instaló una mesa, una silla y algunas cosas más, y cumple con su horario laboral desde ahí. A la tarde, vuelve a dormir al otro departamento, en donde tiene su cama y la gran mayoría de sus pertenencias. "Es muy incómodo no tener un lugar definitivo en donde instalarte y estar todo el día trabajando en un departamento vacío", cuenta.
Tomás Leyro, de 30 años, está queriendo concretar su mudanza desde hace más de tres meses. Leyro reservó un PH en Villa Urquiza el 18 de marzo, dos días antes de que se iniciara la primera fase de la cuarentena. Tuvo que suspender sus planes hasta el 16 de mayo, fecha en que se volvió a permitir la actividad, pero no pudo conseguir un escribano que estuviera disponible."Había mucha demanda de escrituras. Y en junio, el dueño decidió que lo sacaba de alquiler. Así que me vine a vivir a lo de mis papás mientras veía de conseguir algo más. Estoy buscando por internet, pero al no poder ir a ver lo departamentos, estoy varado", dice.