Cien yacarés devueltos a su hábitat
Las crías miden no más de 40 centímetros, y cuando sean adultos llegarán a pesar más de cien kilos
PARANA.- Hoy se apretujan en una pileta, forman una montaña de mandíbulas amenazantes o se zambullen al agua, donde se sienten más seguros, pero en las próximas horas se dispersarán por los tajamares de las cuencas de los arroyos Guayquiraró y Feliciano, en el norte entrerriano, donde fueron recolectados de las nidadas hace casi un año, cuando todavía no habían nacido.
Es el primer grupo de ejemplares de yacaré ñato -caimán latirostris para la ciencia- que criaron profesionales de la Dirección de Pesca y Recursos Naturales de la provincia dentro del programa de repoblamiento de la especie en el norte entrerriano, donde la caza furtiva y los predadores naturales la pusieron al borde de la extinción durante el siglo pasado.
LA NACION presenció las tareas de medición, pesado y distinción de sexo, con lo que los criadores Yolanda Querchi y Antonio Velazco comprobaron el crecimiento dispar de los pichones: registraron una mayoría abrumadora de hembras.
Ese trabajo, previo a la devolución a las lagunas, se completó con una tarea de marcado que permitirá seguir el ciclo de crecimiento. Se les quitó el primero de los verticilos simples -unas pequeñas protuberancias alineadas en la cola que se bifurcan en el dorso-. Dentro de una década podrán constatar la presencia y el desarrollo de estos ejemplares nacidos en 2001 con sólo mirarles la cola.
Hábitat
La especie habita en las aguas quietas junto a los arroyos y los bañados, entre espadañas, juncos, totoras, camalotes. Las madres fabrican sus nidos con vegetales en fermentación a 31 grados, la temperatura ideal para la incubación de 30 o 40 huevos por temporada. Sin embargo, el frío, los predadores y el avance del hombre en las labranzas reducen sus posibilidades de supervivencia y la mayoría de los pichones sucumbe en el primer año de vida.
Por eso cobró valor el sistema de rancheo , en el que los profesionales recogen los huevos y les facilitan el nacimiento y la subsistencia, guardándolos del peligro durante el primer año de vida.
Aquí la actividad tiene una finalidad exclusivamente ambientalista, pero en otras provincias como Santa Fe avanzaron hacia el aprovechamiento comercial de su carne y su cuero.
Como pequeños dinosaurios
Los yacarés ñatos lucen un color ámbar con rayas irregulares oscuras, ojos verdes al tono y narinas respingadas que les dan un aspecto simpático. Las mandíbulas desproporcionadas repletas de dientes filosos y un andar zigzagueante parecen justificar su fama de arcaicos y temibles.
Tienen el cuello rugoso hacia la nuca, una de las diferencias de esta especie con sus primos yacarés negros, más agresivos, que habitan hacia el Norte, y las escamas blandas del dorso se volverán más duras, osificadas, en la edad adulta.
Sus patas delanteras son chicas, delicadas, con cinco dedos y algún parecido a las manos humanas, y las traseras en cambio son más grandes, semipalmeadas, y con sólo 4 dedos que terminan en garras. Su habilidad para nadar les da seguridad en el agua.
Permanecen quietos en tierra, echados sobre su vientre escamoso similar al de las culebras y lanzan un típico quejido nasal, como un graznido, pero cuando caminan se yerguen y poco tienen que envidiar a la figura divulgada de los dinosaurios gigantes, a no ser su tamaño.
Para despejar dudas, no son descendientes de los dinosaurios sino que son miembros de la familia de los cocodrilos.
Teóricamente morderán cualquier cosa que se les acerque. Y también la tragarán sin selección. Pero los estudiosos aseguraron a LA NACION que, en contacto con ellos, "más de una vez se nos quemaron los papeles".
A diferencia de las iguanas o las víboras, que son bífidos, los ñatos sólo tienen paladar. Para alimentarse lanzan un tarascón y se hacen del bocado con modales poco sociables, pero no lo tragan de inmediato sino en el agua levantando la trompa, para que el alimento caiga por gravedad, porque no tienen lengua sino una simple membrana que regula el ingreso de los alimentos en la garganta.
A los estudiosos les llamó la atención, por ejemplo, su aparente habilidad para seleccionar la carne de la grasa, considerando que el rol selectivo lo debería cumplir la lengua que no poseen.
También se preguntan sobre sus sentidos, sin respuestas por ahora, porque los ha sorprendido su capacidad visual.
"Encontramos yacarés y rastros de yacarés de distintos tamaños en casi todas las lagunas que visitamos en los tres departamentos del Norte, Feliciano, La Paz y Federal", manifestó Antonio Velazco, que narró aspectos de sus costumbres mientras los pesaba pacientemente, uno tras otro.
De hábitos nocturnos, prefieren el agua en los momentos de caza y de día regulan la temperatura con una exposición somnolienta a los rayos del sol.
"A la hora de la siesta se los puede encontrar tirados, como unos troncos, y si una persona se les acerca, algunos escapan, pero otros simulan estar muertos", contó Yolanda Querchi.
Los ingenieros agrónomos terminaron la semana última el monitoreo de la especie, pero admitieron que no existe un censo que permita arriesgar un número de pobladores dentro del territorio de la provincia de Entre Ríos.
Cuestión de identidad
Yacaré ñato : también se lo conoce como yacaré overo. Al nacer miden 20 centímetros y pesan unos 40 gramos. Cuando son adultos, llegan a los 2,50 metros de largo y a los 100 kilos de peso.
Particularidades: es de color ámbar con franjas transversales irregulares oscuras, rugosidad en la nuca, escamas en el lomo y nariz respingada.
Hábitat natural: desde el centro de la provincia de Entre Ríos (paralelo 32) hacia el Norte en toda la región del Litoral.
Apareamiento: se produce cuando está por finalizar la primavera y las hembras depositan los huevos (entre 30 y 40 por nidada) entre diciembre y enero.
Los nidos : las hembras los construyen en las costas de los embalses con pajas humedecidas y en descomposición; tienen la particularidad de que mantienen una temperatura constante de 31° centígrados.
Una dieta completa y balanceada
PARANA.- En las lagunas se alimentan con ranas, caracoles, peces, huevos e insectos. En cautiverio se les ofrecieron vísceras de pollo, hígado de vaca, cabeza de pollo molida, afrecho de arroz y pescado (armado) con afrecho de trigo, todo con suplemento vitamínico.
La dieta y la temperatura adecuada impidieron que se aletargaran en el invierno y su metabolismo continuó a pleno a diferencia de lo que ocurrió con sus hermanos de vida silvestre, que recién comenzaron a crecer en estos días de calor intenso. Aquí casi todos duplicaron su longitud, de modo que se encuentran mejor preparados para enfrentar los riesgos de la naturaleza.
Según sus seguidores, el desarrollo de los simpáticos yacarés que integraron la primera camada fue un éxito. Al nacer, en marzo, los ejemplares midieron -en promedio- alrededor de 20 centímetros desde el hocico hasta la cola y pesaron 40 gramos, aproximadamente.
Uno de ellos, ahora, mide 43 centímetros y pesa 304,5 gramos; esto es un desarrollo superior al que obtienen en su hábitat natural, aunque en general los restantes eran más menuditos. Adultos, miden más de 2,50 metros y pesan 100 kilogramos, pero hay registros excepcionales de ejemplares mayores.
Entre las utilidades del sistema de preservación apareció una novedad: algunos nacieron con una especie de labio leporino y paladar fisurado, y los técnicos no saben si adjudicarlo a simples malformaciones congénitas o a los efectos de alguna sustancia química en las lagunas.
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