Con invitados de blanco y en una carpa beduina, Pinamar recibió el 2020 al estilo de José Ignacio
PINAMAR.- Con un 80% de ocupación hotelera, esta ciudad recibió el Año Nuevo con múltiples festejos en restaurantes y casas. Más allá de la ordenanza que prohíbe el uso de la pirotecnia en casi todos los lugares de este partido, excepto en la frontera norte o sur, se vieron muchos fuegos artificiales fuera de las zonas autorizadas.
"En 2017, nosotros sancionamos una norma completamente prohibitiva en cuanto al uso y la venta de pirotecnia, pero una medida cautelar dictada por el Juzgado en lo Contencioso Administrativo de Dolores nos suspendió la norma y tuvimos que volver a elaborar un nuevo proyecto para que Pinamar no quede sin normativa. Es por eso que, desde nuestro bloque, Juntos por el Cambio, nos pusimos a trabajar y, en diciembre, se sancionó una nueva ordenanza que permite el uso y la venta, pero con restricciones", explicó Alejandra Apolonio, concejal de Pinamar y expresidenta de la Comisión de Salud y Medio Ambiente del municipio.
Aunque en la práctica, según lo que describe la funcionaria, esta ordenanza tiene como objetivo inculcar un cambio cultural. "La fiscalización es muy difícil. A los locales sí los podés controlar, pero al que tira un fuego artificial, se complica, tendríamos que engancharlo justo en el momento en que lo prende y nosotros tenemos 22 kilómetros de playa, sería muy complejo. Por eso hacemos, además, campañas en los medios y redes sociales para que la gente entienda que puede causar mucho daño, sobre todo acá que es una zona de bosque y se puede incendiar".
Las celebraciones tuvieron lugar en todos los puntos de Pinamar. A la medianoche la gente se acercó a la playa, también se llenaron los bares y los que habían elegido pasar la noche en algún parador, brindaron y luego siguieron la fiesta frente al mar.
En el caso de Nómade, una nueva propuesta gastronómica dentro del parador Renata Beach, en la frontera norte de Pinamar, la aventura comenzó cerca de las 21. La gente vestida de blanco se bajaba de sus autos y se subía a los jeeps que iban y venían sin descanso para trasladar a las 200 personas que formaron parte de la cena, y las otras 200 que fueron después de comer.
Al llegar, dos hogueras pequeñas señalaban la entrada a Nómade, en el parador Renata Beach, una estructura de madera y vidrio que nace de la arena y se fusiona con la playa y los médanos. Al ser un lugar alejado de las luces de la ciudad el mar estaba a oscuras, pero imponía su presencia con el ruido de la rompiente y las olas que llegaban intermitentes hacia lo orilla.
Las mesas estaban distribuidas entre un salón cerrado y una carpa beduina que le daba un toque arábico. El menú empezó con un plato frío de salmón ahumado y mariscos, seguidos de un ojo de bife con una salsa de vino tinto. Aunque también había otras opciones. Pero tal vez lo más llamativo fue la coctelería. Tragos de autor, algunos más clásicos y muchos hechos con frutas de estación.
Cuando faltaban minutos para la medianoche, se empezaron a llenar las más de 200 copas de champagne para el brindis. Los mozos hacían equilibro con las bandejas para llegar a tiempo y que nadie empezara el 2020 con las manos vacías.Luego de brindar todos fueron a la playa. Sobre la arena habían prendido un gran fogón con enormes leños. Todos recibieron un pergamino enrollado y sujetado con una cinta blanca y ahí escribieron sus deseos, luego, los tiraron al fuego. De ese modo el papel se quemaba y esos anhelos escritos de puño y letra se transformaban en el humo que se elevaba hasta el cielo estrellado.
Otras puntos donde los turistas y pinamarenses disfrutaron de una propuesta exclusiva, fue en Demuru, dentro del parador Rada Beach. Ahí se cenó con champagne francés Veuve Clicquot frente al mar. Comieron un antipasto, seguido por cuatro "episodios", como un turrón de queso brie, pistachos y almendras, carpaccio de salmón, pez limón o un pato confitado y, de postre, una marquise de chocolate, entre otras opciones.
Las opciones más económicas, pero igual de agradables, también tuvieron mucho éxito. El 30 de diciembre a la tarde ya casi no quedaban mesas libres. El parador La Escondida sirvió un menú de tres pasos acompañado por vinos de la bodega Trapiche, por $3500 cada uno y los menores de 12 años no pagaban, a diferencia de Demuru que el menú costaba 7.900. El restaurant La Pulpería, en Cariló, también ofreció una carta de tres pasos con vinos Trumpeter malbec por $2200 y $800, los menores.
"La gente no quiere complicarse y prefieren disfrutar una cena en un parador a ponerse a cocinar y que luego la casa quede hecha un lío. Nosotros servimos 50 cubiertos y tuvimos todo reservado. Recibimos a la gente con una recepción, luego entrada, plato principal, postres, un vino cada dos personas y luego, el brindis. El menú salió $4200 y para los menores $3000. Pero si la gente venía con chicos de cuatro años directamente no se les cobraba", dijo Guillermo Crinigan, de 54 años, uno de los propietarios del parador El Atlántico, en Pinamar
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