Conflicto universitario: crece la grieta frente a las tomas y un grupo radicaliza el reclamo con un corte en la 9 de Julio
Hay distintos criterios entre alumnos, docentes y no docentes en las facultades de la UBA; las clases públicas complican el tránsito y algunos automovilistas reaccionan
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Las primeras aulas que se ven al ingresar en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) tienen las ventanas tapadas con diarios y afiches, y en su interior hay bolsas de dormir y aislantes. Desde el lunes, los militantes estudiantiles de la juventud anticapitalista ¡Ya Basta! duermen allí, como parte de la toma de facultades que impulsa la comunidad universitaria nacional en reclamo por el aumento de los salarios docentes y el veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario.
En medio del desorden, ya parece haber un orden. Al igual que ayer, en las aulas contiguas se rinden finales y sobre la calle Santiago del Estero –cortada al tránsito con cintas de peligro y pupitres– se dictan al menos 15 clases a la vez. Pero entre los alumnos de esta facultad hay un nuevo frente abierto: no parece haber un acuerdo sobre la próxima medida de fuerza a seguir.
La mayoría dice que participará esta tarde de la marcha pacífica con velas prevista para las 18 desde la Plaza Houssay hasta el Palacio Sarmiento, sede de la Secretaría de Educación nacional, convocada ayer luego de una reunión entre el Frente Sindical de Universidades Nacionales, integrado por los gremios docentes y no docentes universitarios; la Federación Universitaria Argentina (FUA), representantes de agrupaciones estudiantiles y del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), que nuclea a los rectores.
Pero otros, entre ellos los estudiantes afiliados a las agrupaciones más combativas, intentan convencerlos de que no lo hagan y, en cambio, se sumen a la opción más radical: el corte de la intersección de las avenidas 9 de Julio e Independencia, previsto a partir de las 17 de hoy. “No queremos transmitir que estamos de duelo, con velas, tenemos que transmitir lo contrario: que vamos a luchar, el corte lo vamos a mantener cuanto tiempo sea necesario”, dice una de las jóvenes de Basta Más al interrumpir una de las clases teóricas que se desarrollan sobre la calle de la universidad.
Entre el personal docente y no docente de la facultad tampoco parece haber consenso. “Yo creo que todos estamos de acuerdo en que algo hay que hacer, los sueldos son una miseria, pero nada parece estar teniendo mucho resultado”, sostiene uno de los empleados de la oficina donde se entrega material tecnológico a los docentes para sus clases, quien prefirió resguardar su identidad.
Las clases en la vía pública, que se vienen practicando de manera cada vez más organizada desde principios de la semana, también tienen complicaciones, detalla. “Algunos docentes no quieren hacerlas porque les parece incómodo, o porque necesitan proyectar algo en la pantalla y se arman discusiones con los alumnos. Algunos terminan cediendo, pero otros no, y hacen su clase en el aula de todas formas”, cuenta el empleado no docente.
Crispación
La crispación entre los docentes de la UBA empeoró esta mañana, cuando algunos decidieron, en vez de dar clase en las veredas y calles, hacerlas por Zoom o a través del campus virtual.
“Ponen la excusa de que la clase pública puede ser peligrosa para los alumnos, pero en verdad lo hacen como una manera de boicotear la medida y de vaciar la facultad. Las clases públicas se votaron por mayoría, de manera democrática, en la asamblea estudiantil”, afirma Susana Reif, profesora de Psicoanálisis Escuela Inglesa, desde el carril de la avenida Independencia que fue cortado para el dictado de clases de la Facultad de Psicología de la UBA.
Afirma que la discordia en torno de la medida de fuerza esconde motivaciones políticas. “Esta facultad está liderada por Franja Morada y el decano, si bien acompañó el no al veto junto al resto de los decanos, alienta desde muchas jefaturas de cátedra que demos clases virtuales. A mí no me parece. Yo estoy dando clases, pero no estoy vaciando la facultad”, dice Reif, que enseña en esta institución educativa desde hace 21 años y considera que su salario denota “un desprecio”.
“Yo gano 135.000 pesos por tres horas semanales, sin antigüedad, porque usé la antigüedad para jubilarme. Pero mis compañeras no jubiladas tampoco ganan mucho más: unos 180.000. Mi hora de clase, teniendo un posgrado, habiendo escrito artículos, teniendo artículos en libros y habiendo presentado en congresos, es de unos 11.000. Lo único que me mueve a venir es el amor a la docencia y las ganas devolver al Estado lo que el Estado me dio a mí, porque yo estudié acá”, explica Reif.
La discordia no solo se hace visible dentro de la comunidad universitaria, sino también en la calle. Tras liberarse del embudo de tráfico que generan las clases de Psicología sobre dos de los cuatro carriles de la avenida Independencia, algunos automovilistas dan pequeños bocinazos de aliento o abren la ventanilla para alentar con las manos. Pero también hay otros conductores que aprietan la bocina descargando bronca y un puñado de personas que bajan la velocidad de su vehículo frente a la facultad para insultar a los estudiantes. Pasado el mediodía, se escucha a un motociclista gritar “¡Parásitos!”, y acto seguido, a un taxista enfurecido gritar “¡Dejen de joder!” .
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