Consejos para sobrellevar las vacaciones con un pesimista
Aún en momentos destinados al relax, tienen la extraña virtud de encontrar el lado negativo en todo; aquí, una guía para que la convivencia no empañe el ansiado veraneo
Así como sobre la casa de los "locos" Adams donde siempre llueve aunque en casa del vecino haya un sol radiante, están quienes viven con la nube negra encima, a toda hora.
Con paraguas más o menos averiado, conscientes o no, el temporal emocional los ahoga, creyendo que no hay ni habrá nada que los salve de este mar revuelto y peligroso.
Suelen ser llamados "negativos", "pesimistas", "tremendistas"… un amigo psicólogo catalán los diagnosticaría de "terrebilitis aguda".
Aunque podamos modificar en algo nuestro humor o energía durante el verano y en los días de sol, nadie cambia su estructura de personalidad con el cambio de estación. En este sentido, si alguien suponía que ese lado oscuro de los de la nube negra descansa en vacaciones, sólo ha sido un intento por ver el vaso medio lleno (y no crean que soy uno de los "aguafiestas"; por el contrario).
- ¿Para qué habremos venido a este lugar; siempre el mismo viento? - se queja Roberto, aunque veranea en esa misma playa desde que nació.
- El año que viene, sí o sí, nos vamos a otro lado… - promete a su familia, que lo mira ilusionada, sabiendo que el año que viene volverán al mismo lugar (o, tal vez, algo cambie; ¿por qué perder la esperanza de que algo cambiará? ¿Por qué contagiarnos del vicio negativo del otro?).
Tampoco negar la realidad por vivir esperanzados si el otro continúa sin prestar colaboración al ecosistema.
Definitivamente, Roberto está tomado por una forma de ver la vida que, frente a cualquier situación o posible alternativa, elige siempre la queja.
¿Por qué será que alguien persiste en esta mirada que en lugar de llevarnos camino al logro o al beneficio, pareciera llevarnos directo al fracaso o la angustia de no ser?
Alguna vez discutí con amigos cómo sería escribir un libro de autoayuda para aquellos que no quieren otra cosa más que sentirse peor.
Así como heredó el lugar de veraneo, es muy probable que Roberto también haya heredado esta actitud tan poco positiva. Es posible también que, en lugar de apostar a que "algo bueno puede pasar" y a comprometerse con el desafío de superar el escollo, elija persistir en la comodidad y la inacción de la crítica. Seguramente se sorprendan con otra alternativa: están quienes encuentran placer siguiendo el camino inverso del bienestar deseado por todos. No podemos dejar de sospechar que hay quienes viven de la crítica por creerse "superiores" o merecedores de una vida mucho mejor a la que los rodea.
¿Qué culpa tengo yo? – dice ella de tener que soportar a Roberto.
Por cierto, es difícil convivir, y más en vacaciones, con quien "no hay nada que le venga bien", con quien encare cada plan o situación con "el pie izquierdo" y/o con quien se condena a que nada bueno le pasará.
Todos tenemos un Roberto en la familia, entre el grupo de amigos, entre los vecinos de carpa o sombrilla. ¿Entonces?
Tal vez este verano sea momento para descubrirnos e intentar cambiar los vientos. Desde ya que no todo "negativo" estará dispuesto a ver que hay un rayo de sol más allá de la nube. Pero haremos el intento; aunque más no sea de positivos u optimistas, nomás.
Sugerencias para "correrse" de la nube negra:
- Animarse a reconocerse como tal (tarea difícil porque iría en contra de la naturaleza pesimista, pero siempre hay un lector negativo valiente con ánimo de sentirse mejor).
- Darse cuenta y "aceptar" esta tendencia a la negatividad o a la "catástrofe".
- Tratar de identificar el origen o la causa de su estilo negativo (¿herencia familiar, comodidad para provocar el cambio, creer que los otros son ineficientes o uno merece algo mejor, no aceptar las limitaciones del otro o del momento… creer que no es merecedor de nada de lo bueno que pueda llegar a ocurrir? ¿Goza como las tías o las abuelas al dar las malas noticias? ¿Qué otro motivo podría llegar a ser?)
- Proponerse respirar o contar hasta 5, al menos, cuando sientan que está por aparecer (con perdón del término) el "vómito negro"; cuando sienta venir la avalancha compulsiva del enojo o de la intolerancia. Respirar para aceptar lo que pasa no es resignación.
- Pedir ayuda a alguien (pareja, hijo, amigo, terapeuta…) para que lo ayude a lograr alguno de los pasos anteriores.
- Si creció escuchando "lamentos de bandoneón"… o que usted es "siempre el mismo tonto de siempre", "la oveja negra", "pobrecito Robertito, no tiene suerte"… pensar que esas fueron etiquetas del pasado, que uno puede desprender del "frasco".
- Cambiarse los lentes para modificar el foco. Es poco probable que "siempre todo esté mal" o que uno "esté condenado a las nubes negras".
- Ganar flexibilidad y optimismo, comenzando a reemplazar ciertas palabras del diccionario habitual, relacionadas con el "todo o nada". No siempre es "siempre", "nunca", "jamás", "imposible"…
No siempre las nubes son negras. La naturaleza "siempre" (en este caso vale) nos ofrece una vida con matices. Después de todo, siempre que llovió paró y, si hoy está lloviendo, habrá que aprender a caminar bajo la lluvia hasta que el pronóstico cambie.
*Eduardo Chaktoura es psicólogo y periodista. Twitter: @echaktoura