Coronavirus en la Argentina: la angustia económica y el desgaste emocional, los obstáculos para aceptar una cuarentena "dura"
El número de casos crece. Los contagios se aceleran. Las camas de terapia intensiva comienzan a ocuparse. Y aunque se analiza una marcha atrás de la cuarentena para controlar la propagación del nuevo coronavirus en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), parece que no será algo fácil de llevar a la práctica. La angustia vinculada a las dificultades económicas y el desgaste emocional después de casi 100 días de encierro, advierten los especialistas, son los principales obstáculos para lograr que la sociedad cumpla con el endurecimiento de la cuarentena y acate las medidas que establecerá el Gobierno.
"Va a ser difícil que la gente cumpla. Una vuelta atrás va a tener un costo emocional y económico enorme. El estado de la salud mental de la población es pésimo. Y psicológicamente el impacto negativo va a ser enorme", explicó Claudia Borensztejn, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Después de tres meses de encierro, y sin una fecha clara de finalización del aislamiento, la incertidumbre genera un desgaste emocional, que puede profundizarse aún más con el endurecimiento de la cuarentena. Ese desgaste se manifiesta en forma de depresión, angustia y ansiedad. En la línea gratuita que lanzó APA a raíz de la pandemia, crecieron las consultas por estos temas, incluso entre personas que nunca antes habían recibido asistencia psicológica, indicó Borensztejn.
"La incertidumbre hace que la gente no imagine un futuro feliz: eso es parte de la depresión y de la angustia. Se genera un desgaste emocional muy grande, porque estamos viviendo un trauma acumulativo, que se prolonga en el tiempo. Cada postergación de la cuarentena y cada alejamiento de la vuelta a la normalidad, porque el virus está circulando más y es necesario tomar estas medidas, aumentan ese trauma acumulativo. Y eso produce más daños en la mente y en el cuerpo", agregó Borensztejn.
Quienes residen en el AMBA, notan esta tensión entre la necesidad de introducir medidas más duras para frenar los contagios, y el desgaste ocasionado por los efectos emocionales y económicos del aislamiento. "Estoy encerrado en mi casa, y eso afecta a mi estado de ánimo y mi ansiedad. Espero que si hay una marcha atrás, mantengan las actividades recreativas, que sirven para aplacar la ansiedad. Va a ser difícil sacarle eso a la gente. Y también está el problema económico: todos los días se están fundiendo empresas. Entiendo que es necesario volver a poner ciertos límites para contener al virus, pero es un tira y afloje con el problema económico", describe Agustín Fernández, vecino de Palermo de 29 años.
Tensiones
Las dificultades económicas son un motivo central de preocupación y angustia, que agregan una capa de descontento al malestar emocional que causa el encierro. "Es indisociable lo emocional de lo económico. Muchas personas se van a deprimir y llenar de ansiedad porque el país se viene a pique, por la ruina económica y el cierre de las fuentes de trabajo. La población está disminuida en sus potenciales de vida, que se manifiestan en trabajar, afrontar obstáculos, resolver problemas. La gente necesita trabajar. Y el retroceso a una fase previa de la cuarentena agrava aún más esa situación, porque oblitera la expectativa de que esto pueda ir mejorando", explicó Elsa Wolfberg, médica psiquiatra y psicoanalista de la APA .
"La angustia infectológica potencia a la angustia económica. Para quienes dependen de un sustento día a día, hay una puja entre el temor al virus y el temor al hambre. Si bien la angustia económica ya existe desde hace décadas, la pandemia la puso de relieve", agregó Juan Eduardo Tesone, médico psiquiatra y miembro de la APA.
Precisamente, ese es un factor que preocupa a Alicia Botta, vecina de la zona norte del conurbano bonaerense de unos 60 años. "Restringir la circulación no está mal y tiene sentido una vuelta atrás. Pero las actividades productivas que ya están funcionando no tendrían que cerrar. Se necesita trabajar para generar el sustento. No puede cerrarse la actividad económica. Hay gente que emocionalmente la está pasando muy mal, por soledad, por depresión. Lo emocional nos está afectando a todos, aun a los más tranquilos. Ya no damos más, necesitamos salir a dar una vuelta", afirmó.
Lo mismo considera Martín, vecino de la zona norte de 57 años. "Si hay una vuelta atrás, la economía se va a estrellar. La mitad de la gente está fundiéndose, y el que puede trabajar, hay que ver hasta cuándo aguanta. Puede haber más muertos por cuestiones económicas que por cuestiones médicas. En lugar de morirse por el virus, la gente se va a morir de hambre", sostuvo.
Pérdidas
Además del hartazgo emocional y las dificultades económicas, los especialistas señalan que se perdieron dos factores importantes respecto al inicio de la cuarentena: el miedo al virus, aplacado por las medidas de higiene y prevención que muchos ya incorporaron a su vida cotidiana, y cierto sentido de la responsabilidad cívica. Esto también pueden dificultar el cumplimiento de las nuevas medidas.
"Al inicio de la cuarentena el acatamiento al mensaje fue bastante alto. La gente tenía una conciencia cívica muy grande, y fue muy respetado. Cuanto más transcurre el tiempo, esta conciencia cívica naturalmente va aflojando", explicó Tesone.
"Cuando empezó la cuarentena estábamos frente a una situación novedosa. Nos estábamos poniendo a resguardo frente a un enemigo muy mortífero, que generaba mucho temor. Hoy ese temor disminuyó, porque esa ansiedad se resolvió en las medidas de prevención, en la responsabilidad personal y el cuidado hacia el otro. La cuarentena es una instancia que primero se acató por temor y por necesidad. Se sostuvo a largo plazo, y hoy la necesidad pasa por otro lado: por la necesidad económica y de contacto con el otro", apuntó Solange Rodríguez Espínola, psicóloga social del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).
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