Coronavirus en la Argentina. "Estamos a la deriva": los jardines maternales reclaman la ayuda del Estado para no cerrar sus puertas
El Jardín "Dulce de Leche" se convirtió en una tradición en el barrio de Almagro: lleva 28 años sobre la calle Sarmiento. Reúne a 165 niños entre 1 y 5 años que juegan, se divierten, descansan y aprenden inglés, yoga, computación y deportes. Por el aislamiento, motivado por el nuevo coronavirus,está en crisis. Se mantiene cerrado, con los cuidados imprescindibles de higiene y busca la complicidad de los padres en las plataformas virtuales. Lo logra… a medias. Solo el 30 por ciento de las familias pagó la cuota; de ese porcentaje, la mitad apenas abonó una parte.
La crisis es brutal: si el Ministerio de Educación de la Nación no les da una respuesta urgente, en mayo podrían cerrar buena parte de los jardines maternales privados, imprescindibles durante la primera infancia: hay bebés que ingresan en ellos por primera vez con 45 días de vida. Ahora, los jardines ruegan por una ayuda del Estado: si la cuarentena se prolonga, al menos el 40 por ciento de los 5000 establecimientos de este tipo que hay en la Argentina corre el riesgo de cerrar. El problema, desde ahora, no es solo de las familias que no pueden pagar la cuota por falta de ingresos: miles de docentes y no docentes pueden quedar en la calle.
En este jardín, la cuota simple es de 9100 pesos y los docentes, sellada la última paritaria, ganan unos 33.800 pesos por cuatro horas diarias de trabajo. Son 32 empleados en total: a este ritmo, no se garantiza la estabilidad laboral a partir de junio. "Muchos padres quitan a los chicos de la nómina, dicen que tienen miedo y que no los van a volver a traer cuando se reinicien las actividades. Nunca imaginamos algo así. Las escuelas tienen un presupuesto anual de 12 meses. Hay que pagar alquileres, sueldos, vacaciones, aguinaldos, cargas sociales, materiales, certificados, que son innumerables. De hecho, el 85 por ciento de la recaudación mensual de este tipo de jardines se va en sueldos y cargas sociales", sostiene Verónica Rufat, dueña de esta institución.
No reciben aportes estatales
Este tipo de establecimientos, los que reciben a niños de 0 a 3 años, no cuentan con ningún tipo de subvención por parte del Estado: solo en la Ciudad de Buenos Aires son 250 jardines, que dan trabajo a 3000 docentes y no docentes y brindan educación a más 10.000 chicos. Son instituciones educativas que responden a las normativas de "escuelas seguras", aprobadas por la Dirección General de Educación de Gestión Privada (Degegp) y el Registro de Instituciones Educativas Asistenciales (Riea). Dependen exclusivamente de las cuotas de cada familia y como tienen en cuentan que atraviesan una situación económica deteriorada por la pandemia, les resulta complejo poder afrontar el pago de los sueldos y mantener los puestos de trabajo.
Por medio de un comunicado que van a entregar en el Ministerio de Educación de la Nación, los jardines agrupados quieren "visibilizar la problemática para pedir que el Estado a través de un fondo especial nos ayude a pagar los salarios del personal, para de esta manera poder seguir brindando un servicio que el Estado nacional no da. Las medidas tomadas son para Pymes y escuelas solo con chicos a partir de los 4 años. No se están visualizando los jardines maternales".
La ley es clara: el Estado solo asiste a los jardines de infantes, no a aquellos que reciben niños a partir de los 45 días de vida. Esas instituciones reclaman asistencia en este momento crítico. "Estamos a la deriva", repiten.
Los dueños no buscan –aseguran– ganar dinero en este momento: solo aspiran a la sobrevivencia. Piden la presencia del Sindicato Argentino de Docentes (SADOP), para sumar fuerzas en la lucha que atraviesan. "Apoyamos, sostenemos y acatamos las indicaciones sanitarias del Gobierno, pero necesitamos ayuda para sostener el plantel. Queremos pagarles en tiempo y forma. Las familias están sacando a sus hijos e hijas de los jardines por miedo o por falta de dinero. Es muy difícil", rubrica el comunicado.
Desde el Ministerio de Educación, al mismo tiempo, se exige: "Preservar las fuentes de trabajo. Congelar el valor de los aranceles y retrotraer los aumentos que se hubieren producido con posterioridad a la entrada en vigor del aislamiento. Suspender la facturación o aplicar descuentos en los accesorios. Diferir a solicitud de las familias el pago de un porcentaje del total del arancel. Flexibilizar, reprogramar o extender las fechas de los vencimientos de pago y suprimir las multas", según una resolución publicada en medio de la pandemia.
El 1° de diciembre se suele informar en cuánto se van a incrementar las cuotas al año siguiente; algunas escuelas mantuvieron los aranceles y recién ahora informaron de los aumentos, porque había que esperar a las paritarias. Si bajaran el importe de las cuotas –estiman– deberían cerrar sus puertas. "Muchos padres retiran a los chicos de las escuelas maternales. Las familias están asustadas, porque les bajaron los ingresos y no pueden seguir. Los jardines quedamos afuera de todo. Somos cerca de 3500 personas en la Ciudad que estamos a la deriva. Necesitamos una ayuda del Estado. Los sueldos de marzo los podemos pagar, pero si esto sigue así, los de abril será imposible abonarlos", agrega la directiva.
En Buenos Aires existen los Centros de Primera Infancia (CPI): espacios creados para garantizar el crecimiento y desarrollo de los niños de 45 días a 3 años en situación de vulnerabilidad social. Pero las vacantes son muy pocas. Y se trata principalmente de ofrecer calidez humana, más allá de la faz educativa. En las privadas, hay otras exigencias: debe haber un docente cada cinco bebes, por ejemplo.
La distancia afectiva
En el medio hay otra crisis: la que provocó la inesperada distancia afectiva. Así lo reconoce Eugenia de los Santos, del Complejo Educativo Nuevo Sol, de Caballito. "Como docente de sala de un año, esta situación afecta desde el tema del vínculo. Cuando se decretó la cuarentena en los jardines estábamos en plena adaptación, recién comenzando a crear vínculos con las niñas y niños, por lo que una vez que se logre volver a las salas se van a tener que empezar a crear desde cero. Ahora, con la ayuda de la tecnología, buscamos herramientas para hacerles llegar las propuestas a las familias", cuenta.
Mayra Williams, la presidenta de la Asociación de Jardines Particulares de Rosario, relata: "Atravesamos una crisis terrible. No somos reconocidos por Educación, estamos a la deriva, no nos reducen los impuestos... Necesitamos un subsidio o volver cuanto antes al trabajo, con las medidas de sanidad pertinentes".
Otro ejemplo: Mariana Paglialunga, directora de la escuela infantil Santa Inés, representa a 23 jardines de los 35 que se encuentran en Río Cuarto, Córdoba. "El reclamo es por todos los jardines maternales, de 45 días a tres años. No nos consideran como escuela ni en Provincia ni en Nación. Estamos en comunicación con todos los jardines del país. Somos docentes, estamos educando a nivel de plataformas virtuales. SADOC nos exige pagar los sueldos en tiempo y forma, pero no tenemos ninguna posibilidad de pedir un subsidio, porque se considera sólo para los establecimientos que reciben chicos a partir de cuatro y cinco años. Nosotros nos ocupamos de la primera infancia, les damos una respuesta pedagógica y social", advierte. La cuota de su jardín, detalla Paglialunga, es de 4000 pesos por jornadas de tres horas. Tienen 180 alumnos y… sólo se pagaron 47 cuotas hasta hoy.
"La problemática es en todo el país. La situación es grave. Si esto sigue así, los docentes y no docentes tampoco van a poder llevar un plato de comida a sus casas. Yo garantizo este mes, el que viene, pero después, ¿qué va a pasar?", pregunta Rufat. Un interrogante que no tiene respuesta.