Coronavirus en la Argentina. Híperconcentración de profesionales, un problema estructural que explica el desborde sanitario en el interior
CÓRDOBA.- No hay dudas, y la pandemia de Covid-19 lo transparentó, de que los profesionales de salud son un pilar del sistema sanitario. La cantidad de médicos y enfermeros cada mil habitantes son dos indicadores claves; en el primer caso, la Argentina está bien posicionada ya que tiene 3,9 profesionales cada 1000 personas. Un valor que se asemeja al de Italia (4) y supera a Estados Unidos (3,4). Pero, como en otros ámbitos, el problema es la distribución geográfica: hay extrema concentración en las grandes ciudades. Respecto de los enfermeros, no solo hay menos de los requeridos, también están híperconcentrados en ciertos lugares.
Un trabajo de Marcelo Capello, María Laura Caullo y Azul Chincarini para el Instituto de Estudios Económicos sobre la realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) en base a datos del Ministerio de Salud indica que los 13,2 médicos cada 1000 habitantes en la ciudad de Buenos Aires (Caba) triplica y más el promedio de 3,9 a nivel país. En provincias norteñas -como Santiago del Estero, Misiones, Formosa y Chaco- apenas hay dos cada 1000 habitantes. Las mejores posicionadas detrás de Caba son Córdoba, que cuenta con 5,5 y Santa Fe, con 5,3.
En cuanto a la cantidad de enfermeros, la Argentina cuenta aproximadamente con 200.000 profesionales técnicos, auxiliares y licenciados en esta disciplina. En promedio y considerando la densidad poblacional, hay una menor cantidad relativa de enfermeros que médicos, mientras que esta relación debiera ser inversa. La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 4 a 5 enfermeros cada 1000 habitantes. Si bien este es un déficit global en la región, para algunas provincias argentinas, la necesidad de contar con enfermeros es aún mayor, tal es el caso de jurisdicciones como Santa Fe, Misiones y Formosa.
La situación de distribución inequitativa se complica en el interior del interior, donde faltan médicos generalistas y también los especialistas. Según datos de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (Sati), en toda la Argentina hay unos 1800 intensivistas para adultos; 400 pediatras; 400 a 500 enfermeros especializados y entre 300 y 400 kinesiólogos. La presidenta de la entidad, Rosa Reina, indica que se trata de una disciplina absolutamente necesaria: "Los pacientes críticos deben ser manejados en una terapia porque no hay otra sala equipada así y con un equipo formado". Insiste en que es un prejuicio pensar que quien va a una UTI morirá: la sobrevida es de 75% a 80%.
"Nunca hubo políticas de salud focalizadas, primero en la salud en sí misma, y después en las áreas críticas –continúa-. La inversión en terapias es muy costosa pero muy necesaria y no ha estado en la agenda. Al servicio hay que sumarle los intensivistas y no se hizo una jerarquización de esta especialidad. Fuera de los médicos, la especialidad no es reconocida. Cuanto más nos alejamos de los centros urbanos, peor es la situación. No hay ni terapias y hay que tener en cuenta que también la derivación de pacientes críticos requiere acompañamiento experto; el esquema de traslados está muy deteriorado".
Reina insiste en que el Covid-19 puso de nuevo en evidencia lo que se advirtió en 2009 con la Sars, y que la Sati reiteró en 2013: "Si no se estimula y se jerarquiza la especialidad, quedará la infraestructura vacía. Hay que hacerla conocer, que esté en las carreras y que quienes deciden políticas la consideren porque si no no hay forma de salvar a los pacientes críticos", agrega.
Desde la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la Argentina (Fesprosa), el dirigente Jorge Yacovsky advierte que, efectivamente, el mercado de trabajo del sector salud está "hiperconcentrado" en los grandes centros urbanos con las consecuentes derivaciones para el interior. "En CABA hay 33 hospitales para 3 millones de personas; en el conurbano serán unos 60 para 14 millones; también las obras sociales y las prepagas tercerizan en privados concentrados. A eso hay que agregarle que no hay incentivos para ir a ciudades o pueblos del interior. La concentración es inversamente proporcional a la necesidad".
Falta de estímulos
"Para ser un full time no hay estímulos en el interior –describe-; no solo por los sueldos sino por el acceso a la formación continua y a bienes culturales que son importantes". Para empezar a resolver el problema, entiende que el Ministerio de Salud debe ser el que regule la planificación estratégica: "Tenemos que sacar enseñanzas de la pandemia y la Nación debe concentrar, no federalizar el esquema y que cada uno, público o privado, haga lo que quiera. Para que haya una rectoría en serio Salud tiene que tener la llave del dinero".
Rogelio Pizzi, decano de Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) –donde se forman gran parte de los médicos de las provincias del norte- repasa que hace una década, en un congreso del Foro de Decanos de facultades públicas, se definió el "médico que necesitaba el país" y se acordó que era un generalista. "Es así porque es quien resuelve del 70% al 80% de las patologías; hubo cambios de currícula y se avanzó en esa línea", apunta.
Respecto de los faltantes en el interior, señala que en los llamados de provincias para cubrir vacantes "quedan muchos cupos libres, hay pocas presentaciones". Define a las causas como "multifactoriales", los sueldos son muy magros para el generalista, se limita el pluriempleo que hay en las ciudades y la tendencia es ir hacia la "subespecialidad". La distribución, acuerda con las otras fuentes consultadas por LA NACION, tiene que ver "con las posibilidades de desarrollarse con la familia, en el empleo y en la educación".
En el caso de Córdoba, hace dos años la Facultad firmó un convenio con la Provincia para impulsar la radicación de médicos en el interior; el objetivo es que hagan los seis meses de práctica e incentivarlos para que se queden. El Gobierno aporta una beca de $60.000, el municipio vivienda y comida y la Facultad capacitación en servicios y el posgrado. El primer año se anotaron 75 y el segundo, 35 sobre un total aproximado de 600 egresados. La idea, cuenta Pizzi, es replicar la experiencia en otras provincias.
El ministro de Salud de Salta, provincia muy complicada por la sobresaturación del sistema sanitario, Juan José Estebanreconoce que la falta de profesionales es crítica, pero no solo por la pandemia. La escasez de especialistas y enfermeros lleva años, menos en la ciudad capital y muy profunda en el interior.
David Cardozo, presidente de la Sociedad Argentina de Enfermería, indica que según los números del Observatorio de Recursos Humanos del Ministerio de Salud, faltan 80.000 enfermeros más: "Es una carencia histórica y se da con un 80% pluriempleo; es un tema que atravesó a todos los gobiernos y nadie encontró la solución". A modo de ejemplo, señala que en la Universidad de Buenos Aires la deserción en la carrera –de la que es docente- es del 70% y que se jubilan 3000 por años y egresan 700.
"Si extrapolamos esos números vemos la gravedad hacia futuro. En el interior es peor, empeoran las condiciones de trabajo, se hacen una o dos horas más, con turnos y francos rotativos. Nadie piensa en trasladarse porque no hay oferta académica para seguir capacitándose; todo está concentrado básicamente en Buenos Aires", agrega.
Y destaca que se requiere un "diseño serio" de la currícula de la carrera, "seducir" a la sociedad para que la elija y mejorar salarios y condiciones de trabajo.
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