Coronavirus en la Argentina: son jóvenes y buscan donar 100.000 máscaras a hospitales públicos del país

Cuando Federico Kirschbaum, en plena pandemia del nuevo coronavirus, escuchó hablar a su hermana Mariana, médica especialista en terapia intensiva (ahora con licencia por maternidad), del miedo que tenían sus colegas a infectarse y a llevar la enfermedad a sus familiares, supo que era momento de actuar.

Así este joven empresario de seguridad informática, junto a amigos emprendedores, decidió que era momento de fabricar 100.000 máscaras para donar a hospitales públicos de todo el país. "Pensar en el miedo a infectarse que puede tener una persona cuando va trabajar en el ámbito de la salud es un estrés más que suma a sus tareas. La seguridad no debe ser un privilegio cuando uno trabaja", cuenta el empresario de 35 años.

"Pensar en el miedo a infectarse que puede tener una persona cuando va trabajar en el ámbito de la salud es un estrés más que suma a sus tareas. La seguridad no debe ser un privilegio cuando uno trabaja", cuenta el empresario de 35 años.

Lo primero que hizo fue comentarle a su amigo Dan Etenberg, otro emprendedor que tiene una compañía aeroespacial. Luego otros innovadores se sumaron al proyecto. En un principio, comenzaron imprimiendo máscaras en 3D, pero enseguida comprendieron que, además, de no poder realizarlas en serie, solo funcionan a corto plazo como prototipos.

Entendieron que para tener una mayor cantidad de máscaras al día, lo mejor era hacer una matriz, en la que la fabricación por inyección plástica podía producir por lo menos 3000 artículos diarios en una sola máquina.

Con $400.000 iniciales salidos de sus propios bolsillos, encargaron la matriz de aluminio, con recomendaciones de médicos para asegurar un modelo resistente y seguro. "Fueron tres semanas de desafíos permanentes en medio de una ciudad desierta, donde conseguir permisos para circular y la provisión del aluminio era remar contra la corriente. Fue realmente una cadena de favores", relata.

Al apuntar a 100.000 máscaras, con un costo $106 por unidad, sabían que iban a necesitar más inversión. Fue allí que comenzaron a difundir por redes sociales su emprendimiento solidario. A la vez, Mariana hizo de nexo con todos los hospitales y centros de salud públicos del país para que enviaran sus pedidos.

"Comenzamos a contactarnos con las diferentes redes de ayuda que los mismos médicos habían armado y se recolectaron pedidos de todo el país: Chaco, Mendoza, Tierra del Fuego , pero la mayor demanda viene de la provincia de Buenos Aires. Uno de los emprendedores del grupo tiene una empresa de logística por lo que logramos que los fletes sean gratis", cuenta.

Crearon el sitio web milesdemascaras.org y en cuatro días de convocatoria juntaron $500.000. Además se unieron a COAS para darle un marco de transparencia. La asociación es la encargada de recaudar el dinero de la campaña. Aún falta mucho capital para que el proyecto tenga buen final, pero tienen fe que conseguirán los fondos.

El lunes "sale a la cancha la primera y esperada máscara" y para Kirschbaum y sus amigos es como el nacimiento de un primer hijo: "Cuando veo la desesperación del personal de la salud, siento que es mi hermana quien me la está pidiendo".

Otras de las iniciativas que hizo este grupo de jóvenes fue compartir el diseño de su matriz de inyección plástica en su página de modo gratuito para que fabricantes de todo el mundo la puedan replicar.

Kirschbaum cree que lo único que hicieron fue unir puntos, la desesperación del personal de la salud con gente dispuesta a colaborar. "Esta nueva normalidad nos lleva a repensar cómo vivir sin miedo. No debemos quedarnos de brazos cruzados, esperando que nos traigan la solución, sino que debemos ser parte de ella", concluye.