Coronavirus en la Argentina: la tolerancia a la frustración, en jaque en la pandemia
En la vida es importante ir para adelante, si bien no siempre sabemos con claridad dónde queda ese "adelante" al que queremos dirigirnos. Tal es el caso de la cuarentena y sus fases. Se supone que el adelante anhelado por todos es el dejar al nuevo coronavirus atrás o, si no es así, al menos que el Covid-19 no nos haga tanto daño, para, de esa forma, vivir más acorde a nuestros deseos y necesidades.
Sin embargo, y ante el crecimiento de las cifras de contagiados, los gobernantes declaran que no se descarta retroceder a la fase 1 de la cuarentena, lo que significa dar marcha atrás con las aperturas que se fueron dando en los últimos días. Si adelante era arribar en "vuelo directo" a la fase 5, la frustración será grande y muchos tenderán a creer que se trata de una derrota y no de una parte del proceso del avanzar sustentable.
Mientras los infectólogos se manifiestan con distintos matices acerca de lo que habría que hacer de acuerdo al estado de la famosa curva, y, a la vez, la sociedad se percibe cansada de tanta cuarentena, la pregunta del inicio sale a la luz casi con crueldad: "¿Dónde queda adelante?". Es decir, ¿puede ser que este eventual retroceder sea una forma de avanzar?
Si adelante era arribar en "vuelo directo" a la fase 5, la frustración será grande y muchos tenderán a creer que se trata de una derrota y no de una parte del proceso del avanzar sustentable
La pandemia genera daño. No puede evitarse que así sea, si bien se puede atemperar y, eventualmente, elegir dónde se producirá una buena parte del impacto. La economía, la salud física y mental, y la educación, entre otros, son territorios interconectados que se hieren en este estado de cosas. Está en discusión cómo "distribuir" el daño, ya que no es posible evitar de forma absoluta que ese daño exista.
Con conciencia de esa realidad, convendría tener convicción acerca del sentido último de las penurias que trae la cuarentena. Sin esa convicción será más difícil implementar el criterio de "acelerador y freno" para manejar la crisis a la que se refirió en su momento el ministro de Salud de la Nación. Sin una convicción del sentido del proceso, todo será aceleración ansiosa y angustiada, y todo freno será visto como el "malo de la película".
Más allá de especulaciones políticas, suspicacias, rebeldías y hartazgos, la pandemia pone en jaque la tolerancia a la frustración de una sociedad que ya venía golpeada en ese sentido.
Convendría tener convicción acerca del sentido último de las penurias que trae la cuarentena
El trauma psíquico se ve acrecentado cuando no se le encuentra sentido a la penuria. Sin un "para qué" claro, el dolor duele más, la angustia es más angustiosa y el agobio pesa más que si esos sinsabores ofrecen algún horizonte y esperanza.
Quien ha vivido sabe que, a veces, para avanzar hay que retroceder. Esto es una verdad difícil de refutar. Por supuesto, puede ser cuestionado el arte con el que el mencionado principio es implementado, pero no es fácil desconocer que la linealidad es enemiga del buen devenir de los procesos.
La noción de que la fase 1 es un "lugar" al que se puede volver, y más allá del enojo que eso genera en muchos, tal vez ayude a que prime el sentido común y la responsabilidad en las conductas. Ese retorno es una posibilidad cierta que, aunque terminara no implementándose, ya de por sí opera en la mente de todos.