Cuando la solidaridad viaja en el colectivo 184
Elio Omar Amante nunca soñó que su acción solidaria trascendería tanto. Es que este chofer de la línea 184, según confesó, hizo "lo que debía hacer": en la mitad del recorrido detuvo su colectivo, se apeó y acompañó a una pasajera ciega hasta su casa.
Sin embargo, este sanjuanino de 38 años afirmó que ese tipo de gestos son habituales en él. "Siempre ayudo a las personas con alguna discapacidad. Ya es como una costumbre", comentó con naturalidad.
El sábado 15 de agosto, Amante conducía, como todos los días, el interno 24 de la línea 184. Eran las 11 y viajaban 15 pasajeros. Pero, cuando circulaba por la avenida Cabildo, una mujer ciega subió y le dijo que quería ir hasta la esquina de las calles General José María Paz y Santa Rosa, en el Partido de Vicente López.
Decidido a pasar por alto las formalidades, a Amante no le importó que en ese lugar no hubiera parada. Cuando llegó al sitio indicado, simplemente arrimó al cordón y apagó el motor.
"Como nadie esperaba a la mujer, la ayudé a descender del colectivo y le pregunté adónde iba. Se sorprendió por la pregunta, pero de todas maneras me lo dijo", relató Amante a La Nación .
"La tomé de la mano, cruzamos dos cuadras y cuando llegamos a una casa cerca de la esquina toqué el timbre, esperé a que atendiera alguien", recordó.
Cuando Amante regresó al colectivo se vio sorprendido por una lluvia de aplausos regalada por los pasajeros. "No lo podía creer, me puse rojo como un tomate de la vergüenza que tenía, es la primera vez que me sucedía una cosa así", aseguró.
El noble gesto fue dado a conocer por uno de los pasajeros que envió una carta de lectores a La Nación , en la elogió un acto que resulta ciertamente tal inusual como ejemplar.
Fanático de Boca, Elio Omar Amante vive junto a su hija, Celeste, de 11 años, y su esposa Graciela desde hace tres años en un sencillo departamento situado en el barrio Mil Viviendas, de la localidad bonaerense de San Fernando.
Celeste, que acababa de llegar de sus clases particulares, estaba muy contenta por su padre. Pero admitió que ya está acostumbrada a este tipo de anécdotas.
Colectivero de alma
Mientras esperaba a Graciela, Elio reconoció que se siente orgulloso de ser colectivero. Y no es para menos: en su familia fueron varios los que eligieron ese oficio. Su padre maneja desde muy joven un ómnibus de larga distancia.
"Cuando me llamaron de la empresa pensé que había hecho una macana. Todo lo contrario, me felicitaron por la buena acción que había hecho", manifestó Amante.
Ayer, la empresa Central de Vicente López, administradora de la línea 184, que une Villa Adelina con Chacarita, también estaba orgullosa de tenerlo en sus filas.
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