David Wood: “Lo que tenemos hoy no son sistemas de salud, sino de enfermedad”
En la Argentina, las enfermedades no transmisibles causan más del 70% de las muertes; y entre ellas, las cardiovasculares son responsables de la mayor parte, alrededor del 40%. Son las que desvelan al profesor David Wood, amante de la navegación además de presidente de la Federación Cardiológica Mundial, que llegó a Buenos Aires para participar del 44° Congreso Argentino de Cardiología, considerado el más importante de habla hispana. Vinculada oficialmente con la Organización Mundial de la Salud, la Federación, un conjunto de sociedades nacionales y continentales cuya misión es promover la prevención de la enfermedad cardiovascular, se ocupa de trabajar en el control de estas patologías e influir en las políticas públicas en todo el mundo.
"El año último logramos una resolución sobre cardiopatía reumática [una condición de daño permanente a las válvulas cardíacas causada por la fiebre reumática, una complicación de una infección bacteriana con estreptococos que quedó sin tratar], una enfermedad que afecta a muchos países de medianos y bajos ingresos –ilustra Wood–. Particularmente, a personas jóvenes y chicos. Es prevenible tratando las anginas con penicilina, pero muchos países carecen de planes nacionales para que esto se cumpla. A través del gobierno de Nueva Zelanda, pudimos promover una resolución para que la OMS trabaje en su prevención y control. Es un ejemplo de la influencia que podemos tener como una comunidad profesional respaldada por la voz de los pacientes".
En la actualidad, la Federación Cardiológica Mundial se fijó la meta de reducir en un 30% la mortalidad prevenible por causas cardíacas para 2030. "Espero que no se pongan una fecha posterior, porque puede que yo ya no me beneficie de ella –bromea Wood–. Y esto solo podrá alcanzarse con una sustancial reducción de mortalidad prematura por infarto y accidente cerebrovascular".
La mortalidad cardíaca es la causa más común de muerte y está creciendo, particularmente en países de ingresos medios y bajos. Se considera prematura cuando ocurre por debajo de los setenta. En los países de altos ingresos, la prevalencia de factores de riesgo, como la hipertensión y el colesterol elevado, está declinando. Pero en los de medianos y bajos ingresos aumenta, y como consecuencia se está viendo un peso creciente de la enfermedad cardiovascular. Lo que es más preocupante es que, a pesar de que figura dentro de las metas acordadas por jefes de Estado de todo el mundo en 2011, la mayoría de los países no están haciendo los progresos adecuados.
Atención primaria
"En su Iniciativa Global del Corazón, la Organización Mundial de la Salud está volcando dinero y recursos en atención primaria, enfermeras y trabajadores no médicos, para que estos tomen la responsabilidad de la detección y el control de la enfermedad cardíaca y otras patologías no transmisibles –destaca Wood–. Si uno quiere cumplir este objetivo, tiene que enfocarse en tres áreas. La primera es el tabaquismo. Reducir sustancialmente el uso de tabaco tiene un enorme impacto en la mortalidad por enfermedad cardiovascular. La mejor manera de lograrlo es a través de los impuestos, porque si el precio de los cigarrillos sube, el consumo baja. Y lo que se gana puede volver a invertirse en el sistema de salud para mejorar la cobertura universal. El segundo blanco es la hipertensión, porque es muy común y es una de las causas principales de enfermedad cardiovascular y ACV. Si se la detecta, se la trata y se la controla en forma efectiva, se puede tener un impacto enorme. Y lo último es la prevención secundaria para aquellos que ya desarrollaron la enfermedad. Se puede hacer mucho para prevenir el riesgo de morir y la recurrencia".
Según el especialista, si se atacara en estas tres áreas, se podría reducir el peso de la enfermedad en un 80%. Y, contrariamente a lo que se piensa, esto no depende de los médicos. "Los sistemas que tenemos ahora no son sistemas de salud, son sistemas de enfermedad –afirma Wood–. Ese no es el camino que tenemos que tomar para la prevención. Hay que invertir en el nivel comunitario, en personas que estén bien entrenadas, aunque no tengan calificación profesional en medicina. Si pudiéramos invertir en gran escala en trabajadores de la salud que pudieran responsabilizarse de la cesación tabáquica en la comunidad, la detección y el control de la hipertensión, y el cuidado de los que están enfermos, podríamos tener un enorme impacto. No necesitamos a los médicos para eso. Por ejemplo, los cardiólogos intervencionistas salvan vidas, pero no preguntan lo más importante: ¿cuál es la causa de esta enfermedad, porqué estos pacientes se presentan en el departamento de emergencias de mi hospital? Y sabemos la respuesta: tenemos que enfrentar las causas en un nivel comunitario. En nuestros centros de prevención primaria de Londres, los médicos van una vez por semana para supervisar todos los casos, y las enfermeras toman la presión, controlan los estilos de vida y prescriben alguna medicación. Y funciona extremadamente bien".
La lucha de Uruguay contra el tabaquismo y los programas de Kenia para controlar la hipertensión son dos de los ejemplos exitosos de lo que se puede lograr implementando estas políticas. En cuanto a la obesidad, que está en la raíz de la mayoría de los factores de riesgo, "la única estrategia posible es una de salud pública –dice Wood–. Es muy difícil manejar caso por caso. Creo que hay que ofrecer consejo nutricional, pero no es suficiente. Es necesario aplicar impuestos a los alimentos no saludables, como las bebidas azucaradas, que son un factor importantísimo en el desarrollo de la obesidad infantil. Pero para eso se requiere voluntad política".
Por último, Wood desmiente las bondades del vino tinto para el corazón: "No hay un nivel seguro de consumo de alcohol, como no hay una forma absolutamente segura de manejar de un auto, pero no por eso le decimos a la gente que no maneje. De hecho, no hay tal cosa como una vida segura, pero tampoco aconsejamos que se abstengan de vivir. El alcohol es uno de los placeres de la vida, pero cuanto más se toma, mayores son los riesgos de enfermedades asociadas".
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