De la bicicleta al último modelo
El estilo de vida cambió radicalmente en los últimos años
PEKIN (De un enviado especial).-La acelerada transformación que se registra en este país, y especialmente en esta ciudad, se advierte con una simple recorrida. El estereotipo occidental de la homogeneidad china es hoy un arquetipo sin ningún asidero. La diversidad es un distintivo actual de Pekín, donde los contrastes entre el pasado y el presente son visibles hasta para el más distraído de los turistas, lo mismo que las diferencias de vida entre su gente.
La imagen de los enjambres de bicicletas sigue siendo una escena cotidiana de Pekín, pero también lo son los gigantescos congestionamientos de tránsito, en los que la paciencia oriental es puesta a prueba para miles y miles de conductores de los autos de las más disímiles marcas, desde los lujosos Mercedes-Benz, Lexus y Audi -de los que hay muchos, muchísimos-, hasta los más económicos Skoda, Seat y Citro‘n que transitan por esta ciudad.
La misma variedad se advierte en la vestimenta: el presente dejó sólo para el vestuario de los más ancianos la uniformidad del traje Mao para hacerles lugar a los cortes y modelos occidentales, que van desde la simple campera, camisa y pantalón sport hasta algunos modelos que imitan, con la reconocida capacidad oriental, los diseños de Armani, Versace o Domínguez. Eso sí, es evidente que las famosas corbatas de seda china son un producto de exportación.
La avidez por el consumo es también notable y paradójica en una ciudad siempre y enteramente embanderada con la insignia roja del Partido Comunista Chino.
La cantidad y la magnitud de los centros comerciales y tiendas por departamentos se corresponde con la gente que ingresa en los comercios, tanta que causaría una envidia mortal a los comerciantes argentinos.
Resulta difícil transitar por una avenida sin ver a los costados unas moles súper modernas, más grandes que el más grande de los centros comerciales argentinos, en las que nunca cesa de ingresar gente. La imagen puede desanimar a los turistas que quieren ver a la China que siempre imaginaron y que nada tenía que ver con Occidente. Pero no hay que apurarse, la paciencia es una virtud muy preciada en esta región de la Tierra y conviene rescatarla. Detrás de los imponentes shoppings que convierten en edificios liliputienses a las construcciones del realismo socialista todavía permanece el Pekín histórico.
Los famosos hutongs , esos pasajes laberínticos en los que la vida transcurre en la calle y en donde abundan los baños públicos que escasean hasta la inexistencia en las casas, sigue en pie, aunque cada vez más amenazados por la transformación.
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