Decidieron desterrar prejuicios y ayudan a cientos de jóvenes a conseguir trabajos en el mercado formal
Empujar es una organización sin fines de lucro que consigue la quimera de acercar a los chicos y chicas de contextos postergados al empleo en blanco
Alegría, orgullo, nervios, tranquilidad y de nuevo orgullo. Todo eso sintió María el día que a los 19 años consiguió su primer trabajo, apenas salió del secundario. Un empleo en blanco. Pensó en qué usaría el primer sueldo. En la familia; en los remedios para el Parkinson de su madre; quizás un par de zapatillas para ella, a pagar en cuotas varias. Sus padres también estaban contentos, era la primera de la familia en conseguir un trabajo formal. María, en su casa de Villa Caraza, en la localidad del sur bonaerense Lanús, se acostó esa noche pensando en ingresar al profesorado de gimnasia, en ir de vacaciones familiares al mar, en conocer el mar. Miró hacia el techo de chapa. Eso también se prometió, uno de losa.
“A los 19 años era muy tímida, nunca pensé que iba a tratar con gente por fuera de mi familia y mis pares del colegio. Y eso pasó gracias a mi primer trabajo. Lo más importante para conseguir uno es tener ganas de progresar, pero también poder acceder a las posibilidades y a las herramientas para capacitarte. Todo eso además te va dando confianza en vos misma y en lo que se puede llegar a lograr”, cuenta a LA NACION María Bravo, quien hoy, con ya 24 años, sigue trabajando en esa primera empresa que la contrató a sus 19, Farmacity, donde empezó como repositora y siguió como cajera.
Cuando María habla de esas oportunidades habla de las que le dio el Programa de Intermediación Laboral de la Fundación Empujar (Empresas Unidas por los Jóvenes Argentinos). Ella es una de los 1500 jóvenes que egresaron de ese emprendimiento y que consiguieron trabajo en el mercado formal.
Empujar es una organización sin fines de lucro y apolítica que fue creada en 2013 por directivos de pequeñas y medianas empresas que se propusieron ayudar a las chicas y chicos de entre 18 y 24 años de contextos económicos postergados. El objetivo: que consigan su primer empleo en blanco.
Eso suena como una quimera casi imposible en un país donde el empleo informal entre los jóvenes crece día a día. El 60,3% de los jóvenes de entre 15 y 24 años con alguna ocupación dependiente, está en una relación laboral no registrada, según un análisis hecho por la Cátedra Unesco del Instituto Torcuato Di Tella en 2019, basado en los resultados del primer trimestre de ese año de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec. Los especialistas indican que a dos años de ese estudio, pandemia mediante, el porcentaje es aún mayor.
Pero quienes conforman Empujar, un conjunto de más de 120 empresas, en su mayoría Pymes argentinas, y 200 particulares, dicen que van por esa quimera.
“Si para un joven de clase media conseguir un trabajo en el mercado formal es difícil, para uno que viene de un contexto socioeconómico con carencias lo es aún más”, explica a LA NACION Mariana Frenkel, directora de Desarrollo Institucional de Empujar.
Cultura del trabajo
“Algunos crecimos con padres incluidos en el mercado formal, hemos visto y vivido la cultura del trabajo, hemos tenido más posibilidades. La idea fue generar una comunidad de empresas para trabajar articuladamente y acercarles la cultura del trabajo a los jóvenes cuyas realidades son muy diferentes a las nuestras a través del Programa de Intermediación Laboral y darles la posibilidad del acceso a un trabajo”, explica Mariana.
El curso de Empujar, que se da en 14 sedes de la provincia de Buenos Aires, capacita a los jóvenes durante tres meses en el desarrollo de habilidades y competencias laborales, así como se fortalecen valores como la solidaridad, el compromiso, el trabajo en equipo y la responsabilidad.
La llegada a los chicos y chicas se da a través de la difusión en los colegios secundarios de zonas postergadas económicamente, desde las redes sociales y también por el boca a boca.
Ya son más de 1500 los egresados y hay una red de más de 600 voluntarios, personas que trabajan en empresas en sectores de recursos humanos, directivos u operativos, que participan y apoyan a los estudiantes en su desarrollo como mentores.
“Muchas chicas y chicos vienen de una escuela en la que no se llegan a ver todos los contenidos de la currícula, vienen con muy baja autoestima, no creen poder conseguir un empleo formal porque no tienen capacitación, porque se sienten estigmatizados, porque no se creen merecedores y piensan que su único futuro es trabajar en la informalidad. Por eso también les damos un apoyo emocional, la capacitación los ayuda a sentirse más seguros”, explica Mariana.
La fundación les facilita a los jóvenes entrenamiento laboral en recursos humanos, contaduría y otras habilidades; ofrecen charlas de café con voluntarios; simulacros de entrevistas laborales; y antes de la pandemia, se realizaban prácticas laborales no rentadas, algo que en breve se retomará.
Abrir la mente
Alexis Cabrera tiene 26 años y es la pareja de María. Desde los 12 años trabajó para ayudar a su familia. Fue albañil, trabajó en McDonald’s, fue cajero en un kiosco, reparó celulares.
“Me doy maña con la electricidad porque mi papá me enseñó. Mi viejo es un poco plomero, un poco albañil, electricista, pero no le alcanza para mantener todo”, cuenta Alexis a LA NACION.
Junto con María, hizo el curso de Empujar en 2015, cuando ambos cursaban el sexto año en el Colegio N. 12 de Valentín Alsina, en el sur bonaerense.
“Si bien yo venía con experiencias laborales previas, aprendí a hacer un currículum y a sentirme más seguro en las entrevistas laborales porque no solo nos dicen qué se espera de uno, también qué preguntas tenemos que hacer, cuál será el salario, los horarios, las tareas a realizar, las distancias y las condiciones. También nos dicen cuándo estamos siendo maltratados laboralmente, cómo resolver conflictos, que a la hora de plantear un problema no hay que pasar por arriba de una autoridad, si no a superior directo”, explica.
Básicamente, desde Empujar se entiende que los beneficios de la creación de un puesto de trabajo es tanto para empleadores como para empleados.
El circuito de construcción de valor social de Empujar no termina en la capacitación. “Nos comprometemos con que todos logren encontrar un puesto de empleo formal”, explica Mariana. “Luego de esos tres meses de capacitación y de hacer prácticas no rentadas en empresas, que cuentan en los currículums como experiencia, le sigue una fase de dos años en los que su perfil estará en nuestro portal de primer empleo y en los que los que egresan tendrán mentores que los guíen hacia sus objetivos, sea trabajar o estudiar o ambas”.
Las empresas que contratan a los egresados no son necesariamente las que conforman la fundación, porque la intención es concientizar a otras compañías en la importancia de dar oportunidades a quienes las necesitan. Mariana habla de un ecosistema social, laboral.
Abrir la mente, abrise al mundo
Alexis cuenta que la mayoría de los chicos del barrio, como en el que vive, así lo dice, cuando sale a buscar trabajo encuentra opciones acotadas. Muchos van a las fábricas, o a repartir volantes o a atender un kiosco. En su mayoría, dentro del mercado informal.
“A mí Empujar me abrió la cabeza porque entré en otro nivel de empresas al que nunca pensé que iba a conocer o que no conocía. Me abrió el mundo. Hice una pasantía de despachante aduanero, me gustó mucho la experiencia, siempre odie las matemáticas, pero estaba en la parte de contaduría y trabajé muy bien. Para mí era increíble como trabajar ahora en un laboratorio, nunca lo imaginé”.
Alexis trabaja hace tres años en un laboratorio en Liniers, desde que egresó del curso de Empujar es el cuarto empleo, los anteriores se vieron truncados por devenires económicos de las empresas, pero todos fueron en blanco. Está feliz. Ser parte del mercado formal, tener cobertura de salud, y dice, un buen salario, le permite ayudar a sus padres y a su hermano menor.
Logros
“A la fundación llegan chicas y chicos inmersos en historias de carencias, de mucha pobreza y a los que no les han incentivado la confianza interior. Pero nosotros solo tratamos de haceles saber que pueden lograr sus objetivos. Los logros son de ellos. De nadie más. Saben que si esperamos que otros nos solucionen nuestra vida, estamos condenados al fracaso porque uno es el que tiene que proponerse salir adelante”, afirma Mariana.
Los jóvenes que concurren a las capacitaciones tienen un promedio de asistencia de más del 85 por ciento y la tasa de deserción es mínima. Explica que la tasa de empleabilidad alcanza al 67 por ciento de los chicos y chicas que egresan.
Cuando se le comenta a mariana qué opina de la polémica que se dio entre dirigentes políticos de varios sectores partidarios acerca de si el mérito propio alcanza o no para acceder a posibilidades, ella corre el foco de la discusión y opina desde la experiencia. “Creemos que el esfuerzo y la responsabilidad hacen al camino del mérito. Quien realmente va a progresando lo hace subido a su propio esfuerzo, claro que para eso necesita oportunidades y eso se ve clarísimo en este ecosistema de la fundación, son chicos lejos de oportunidades, nosotros somos un acelerador, y no es que nunca lo harían, somos un puente”.
Los logros vienen de la mano de ese esfuerzo. Como María debe cuidar a su mamá que sufre Parkinson, trabaja part-time, 4 horas, así que sale de su casa en Villa Caraza a las 15 para estar a las 17 horas en el local que queda en capital federal Camina 8 cuadras y luego toma 2 colectivos. La vuelta es más tediosa: su jornada termina a las 21 y para evitar caminar esas 8 cuadras de noche, toma un colectivo desde Barracas a Constitución, luego el tren hasta Lanús Oeste y desde allí la línea 520 que la deja en la esquina de su casa. Invierte 4 horas en ir y regresar a su hogar, las mismas 4 horas que trabaja.
El Profesorado en Educación Física, en el ISFD Nº 18 de Banfield, está en sus planes aún. Los tiempos de viaje al trabajo, el cuidado de su madre por el momento no lo permiten. “Ya lo voy a lograr”. Es positiva.
Y mientras espera ser transferida a un local en Capital más cercano al sur de la provincia, dice que los objetivos que va cumpliendo la alientan.
“Junto con mi novio pudimos comprar un auto que después lo cambiamos por otro. Puedo llevar a mi mamá a los tratamientos y también pudimos irnos de vacaciones. Con mis papás conocimos el mar. Hermoso. Increíble. Y lo que más me da orgullo es que les pude hacer el techo de losa a mis viejos. Después de 30 años, pude cambiar el de chapa”, lo dice como un suspiro.
Por su parte, Alexis entra a trabajar a las 10 de la noche y sale a las 6 de la mañana. “Para mí, tener un techo y comida es lo más importante. Por eso no quiero que a mi familia le falte nada. Hace un mes me salió la oportunidad de comprar una casita en el Barrio Libertad, en Merlo y no lo dudé. Es una inversión a futuro” afirma Alexis, que decidió que era la mejor opción para que sus papas se muden, para dejar de pagar el alquiler y destinar ese dinero a la cuota de la casa propia.
Crédito mediante, están construyéndose la pieza en el fondo de la casa de sus suegros en Caraza. “Esa es mi meta a corto plazo: terminar de construir y tener nuestro lugar. Pero mi sueño, es tener una casa en la costa. Que mis papas puedan vivir ahí.”
Un puente
“Se ve mucho que los jóvenes descreen de la clase empresarial. Las empresas que originaron la fundación estaban deseosas de desterrar esa imagen agrietada del empresario ventajero y desconsiderado”, advierte Mariana.
Por eso cree que es el factor humano lo que importa para potenciar el desarrollo colectivo. “Crear un puente entre los jóvenes y las empresas, ese cruce, es la única manera de que la Argentina crezca como sociedad en donde la cultura del trabajo sea un valor”, dice.
Para seguir creciendo con ese objetivo, piensan duplicar la cantidad de chicos y chicas a los que llegan, poner un pie en el interior del país, y esta semana lanzaron un nuevo sitio de empleos para que los profesionales de recursos humanos y empresas busquen de manera directa personal para cubrir puestos de primer empleo.
La gran diferencia con cualquier agencia, explica Mariana, es que el servicio es gratuito y que las empresas podrán acceder a perfiles de los egresados de la fundación, es decir, que tendrán a su disposición personal potencial con una capacitación previa con solo registrarse en la plataforma empleos.programaempujar.org.
Desde la cuenta de Instagram de la Fundación Empujar se incentiva a los jóvenes y a las empresas a que se sumen al “ecosistema de creación de valores” a través de posteos en los que se muestran historias de progreso. Mariana asegura que hace años que todos los días se publica una diferente, que son muchas, como la de Alexis y María, que pudieron disfrutar de cobrar un primer sueldo en blanco, ayudar a sus familias, conocer el mar, comenzar a pagar una casa para sus padres, construir un hogar propio, confiar en ellos mismos, darse un gusto, e ir por más.
A tener en cuenta
Nuevo portal de empleos Empujar: empleos.programaempujar.org
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