"¡Dejá el celular!": el nuevo reclamo que los hijos les hacen a los padres
En el camino de vuelta de la escuela a casa, Lucía Tejes, a pedido de su hijo, hace un alto en la plaza. Benjamín, de 3 años, va en el cochecito, y al entrar al sector de juegos se baja y corre hacia la única hamaca disponible. Su madre lo acomoda y lo sujeta con la correa de seguridad, y mientras con una mano lo hamaca, con la otra sostiene su teléfono celular y chequea mensajes. Benjamín grita "más fuerte", mientras Lucía se ríe. No es que le cause gracia el pedido de su hijo. Ni siquiera lo escucha. Está atenta a su WhatsApp, y el mensaje de audio de una amiga es lo que le provoca risa.
Siete de cada diez padres permanecen atentos al celular en situaciones de juego con sus hijos. Según una encuesta para LA NACION hecha por la Universidad Abierta Interamericana (UAI), más del 70% de los adultos reconoce el hábito y también lo observa entre sus pares. Puede suceder en la plaza, en el restaurante, en la sala de espera del pediatra o en medio de un juego de mesa en el hogar, en ese preciado y escaso momento que muchos padres comparten con sus hijos antes de empezar con la tríada obligatoria al final del día: ir a bañarse, a comer y a dormir.
Eso es lo que le pasó a Gastón Badoni con su hija de 8 años, Azul. "Estábamos jugando al Ludo y me llega un mensaje. Pensé que podía ser del trabajo y lo miré. Resulta que era uno de esos memes que mandan ahora en relación a los cuadernos de las coimas, y me distrajo. Como me resultó gracioso acoté algo y volví enseguida al juego, pero Azul me reprochó, más triste que enojada: 'Dejá el celular papi'. Me mató", reconoce y confiesa que le cuesta darle un corte y desenchufarse del celular cuando llega a su casa después del trabajo.
El estudio de la UAI, que incluyó 700 entrevistas telefónicas en el Área Metropolitana de Buenos Aires, también buscó saber cuánto tiempo por día juegan los padres con sus hijos, si la tecnología interfiere en ese vínculo y si los juguetes que le regalarán para el Día del Niño, que se celebra hoy, están condicionados por el género.
¿Cree que las nuevas tecnologías fomentan el juego entre padres e hijos? El 50% considera que no, y además cree que afecta el vínculo de manera negativa. Para Guillermo Goldfarb, pediatra del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, es urgente que los adultos aprendan a racionalizar el tiempo que destinan a la actividad en línea. "La conectividad sigue creciendo porque cada vez es mejor y está más al alcance, por eso hay que definir momentos libres de pantallas, especialmente cuando se trata de la crianza de nuestros hijos -señala el especialista, que integra la Subcomisión en Tecnologías de Información de la Sociedad Argentina de Pediatría-. Cuando uno se ausenta del vínculo presencial, le resta al chico potencialidad en su desarrollo psicoemocional. Ellos necesitan de la mirada del adulto, del estímulo, del tacto y de la atención exclusiva".
Entre el chat y la lactancia
La construcción del vínculo, para los expertos, comienza desde que el chico es lactante, y en la sala de espera del doctor Mario Elmo, pediatra y profesor asociado de la carrera de Medicina de la Universidad de La Matanza, es común observar los nuevos hábitos de las madres 2.0, que en una mano cargan a sus bebés y con la otra tipean a toda velocidad. "Creo que el sonido de destapador de botella de mi celular cada vez que entra un WhatsApp debe estar grabado en su memoria desde el día que llegó al mundo", dice risueña Florencia Lanteri, abogada y madre de Cloé, de ocho meses. "Darle de mamar es un momento hermoso, sagrado, pero después de un rato no me parece mal agarrar el teléfono y responder mensajes. Muchas veces cuando lo hago, ella ya se quedó dormida", se justifica.
Para Elmo, la digitalización temprana conlleva distintos efectos según cada etapa. "Pueden aparecer problemas de sueño y alimentación en los lactantes y la primera infancia, por eso antes de los dos años está totalmente desaconsejado la exposición de los chicos a las pantallas. Más grandes, aparecen las dificultades en la escuela, donde les cuesta mucho sostener la atención. Y también sucede en la universidad donde doy clases. Alumnos y docentes no logran despegarse del celular, en una situación casi espejo de lo que sucede en las familias". Sin embargo, Elmo desalienta la idea de demonizar a la tecnología. "No hay que quedarse en la queja, sino más bien comprometerse activamente en la crianza. No sentarse hoy junto a los hijos para descubrir a qué juegan en la Play es casi como no preguntarles cómo les fue en la escuela", dice.
Ultimátum
Lucila Goldbart es gerenta de comunicación de una compañía de transporte, y cuenta que una noche antes de bendecir la mesa, su hija, de 5 años, pidió dirigir la oración. Dijo: "Señor, bendice estos alimentos y también te pido que te lleves el celular de mami bien lejos. Amén". Goldbart se quedó estupefacta. "Fue un cachetazo, pero era cierto que cuando llegaba a casa después del trabajo seguía conectada, respondiendo mails y mensajes. Pero me pegó tan mal lo que Sofi dijo que tomé la decisión de dejar el celular en uno de los estantes de la biblioteca, y activado solamente en modo teléfono. Si es importante, la persona que quiere comunicarse con vos te llama. Fue una buena solución", admite.
Otra es la realidad de la médica Laura Ninin, que es la madre de Ema, de 8 años, y de las mellizas, Maia y Julieta, de 5. A la hora de jugar con ellas, silencia los grupos de WhatsApp y solo deja activo el modo teléfono. Sobre todo, por cualquier urgencia laboral.
El siglo de la conectividad. Así lo define la psicóloga Eva Rotenberg, directora de la Escuela para Padres. "Es una era en la que se cree que estar al lado de otro es lo mismo que estar con otro, y son dos cosas distintas. El tiempo con otro significa conexión emocional, dedicación exclusiva, y cuando los padres acceden a jugar con sus hijos, pero siguen atentos al celular los privan de la conexión afectiva".
¿Cuánto tiempo al día dedica a jugar con su hijo? Cuatro de cada diez disponen de menos de media hora para el juego libre y desestructurado, mientras que el 30% de los entrevistados dijo que invierte en la misma tarea más de una hora. ¿Y si pudiera disponer de más tiempo, jugaría más con sus hijos? Siete de cada diez afirmaron que sí. "No creo que sea una variable que esté en relación con la oferta. El día tiene 24 horas, y aunque la jornada laboral sea intensa cada padre y madre decide la cantidad y calidad de los momentos compartidos con sus hijos", concluye Goldfarb.