Del oficialismo light al ultra K
En Twitter les gritaban ayer a Longobardi y a González Oro una gran verdad: ¡Radio 10 es oficialista desde hace nueve años!
Pero? (como diría el ahora cuestionado profesor Romero, quien "corregía" los diarios todas las noches desde el hiperK DDD ), ¿de qué oficialismo hablan?
Con mano profesional, Daniel Hadad había logrado el milagro de armonizar al micrófono tres oficialismos divergentes (el nacional, el porteño y el bonaerense) para beneficiarse de sus gruesas pautas oficiales, que jamás solían coincidir en un solo lugar. Todos estaban cómodos con esa suerte de oficialismo light y tripartito, lo que le permitía a la 10 ser la radio más escuchada del país sin renegar de su amena propuesta generalista y popular.
Longobardi, en soledad, criticaba al kirchnerismo porque resultaba funcional a Hadad y a sus amigos de la Casa Rosada para demostrar que la emisora se mantenía "independiente". Ahora se acabaron las sutilezas y el Gobierno apuesta a que todo se "morenice". Ergo, Hadad ya no alcanza. De ahí, el paso al frente del empresario (más) amigo del poder, Cristóbal López, aun cuando la ley de medios, si se aplica como la Corte exige, no permitirá que el holding pergeñado por el referente Nº 1 de Infobae se mantenga tal cual lo conocemos ya que, como Clarín, también deberá "desinvertir".
Para los perritos angustiados que quedaron ladrando dentro de la 10, el panorama es desolador: 1) la llegada de López (y, ni qué decir, si se confirma el desembarco de Romero) anticipa que habrá un oficialismo más activo y sin anestesia; 2) en ese caso, se producirá un inevitable éxodo en masa de oyentes y 3) Longobardi y Oro son hiperoficialistas pero? de Daniel Hadad, a quien le siguen rindiendo conmovedora lealtad. Recordar, además, que precisamente Javier Romero escribió con Romina Manguel una biografía sobre el hacedor de C5N (en algún momento apodado "Cristina 5 Néstor") donde no quedaba bien parado.
No hay riesgo para los dos animadores mañaneros de la emisora: en el peor de los casos serán eyectados con multimillonarias indemnizaciones y conseguirán trabajo en dos minutos. ¿Y la libertad de expresión? Bien, gracias. Cuando en 1951, el justicialismo confiscó La Prensa y la puso en manos de la CGT, se extinguieron automáticamente sus lectores antiperonistas y nunca llegaron los peronistas. Sucedió algo peor a la luz del presente: los avisos clasificados que se publicaban en el diario de los Paz emigraron al entonces muy juvenil Clarín, que antes amaba tanto el kirchnerismo como ahora lo abomina.
Es que si usted se compra la empresa Coca-Cola, pero desconoce su fórmula, es muy probable que en poco tiempo no pueda vender ni una chapita.