Dudas por un volquete en la AMIA
La teoría de que la AMIA pudo ser explotada con una carga colocada en un volquete dejado segundos antes frente a la mutual judía fue el tema que se que se trató ayer durante el juicio contra los acusados del ataque terrorista.
Con lagunas y contradicciones, Juan Alberto López, el chofer que descargó un volquete de la empresa Santa Rita, trató de explicar el recorrido que realizó esa mañana y si el container estaba lleno o vacío.
La declaración del simple camionero, vestido de jean y camisa arremangada, de tres horas, fue una de las más largas del juicio, pues los defensores oficiales hurgaron en cada una de sus contradicciones.
Con evasivas explicó las anotaciones realizadas en la hoja de ruta de ese día y no clarificó a qué lugares fue antes y después de llegar a la puerta de la AMIA. Para colmo en ese papel dibujó a pedido de Raúl Díaz, un compañero de trabajo, un croquis donde ubicó el lugar donde dejó el volquete y agregó los dos patrulleros que vio estacionados en la misma cuadra de la calle Pasteur.
Todo el mundo se pregunta por qué lo hizo. Para colmo la firma del arquitecto Andrés Malamud (que estaba a cargo de las refacciones en el edificio de la AMIA) estampada en el remito que acredita la entrega del volquete no se corresponde con la del profesional fallecido en el atentado.
La explicación es que otra personas la firmó en su nombre o que esos documentos apócrifos se hicieron con posterioridad para aparentar orden en los papeles de la empresa Santa Rita.
Luego declaró Díaz, que pudo explicar con solvencia las dudas que dejó el testimonio de López. Su relato, finalmente, completó las lagunas que había dejado su compañero, durante la jornada en la que la tesis del volquete volvió a quedar en el tapete.
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